DOS

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La cabeza me da vueltas, solo escucho de fondo las voces de Julie, Skippy y Félix tratando de armar al plan para cuando lleguemos a Necrópolis y tenga que buscar a la persona en cuestión, que hasta el momento no me han querido decir de quien se trata, la única información que tengo es quien me va a ayudar a llegar al mentado mercado de las brujas

Mientras mi mente cabila en esos pensamientos, comienzo a observar el circo con detenimiento. Observo que la carpa es de franjas rojas y blancas, pero ya están bastante desgastadas e incluso puedo decir que, hasta están enmohecidas, las butacas son de color rojo, pero por su aspecto puedo deducir que no han tenido una función llena en años.

Hay tres pistas, en la pista principal es donde están discutiendo estos tres personajes, y al fondo de las pistas alcanzo a ver dos jaulas, que me supongo que son las jaulas de los tigres de Félix, además veo en los postes la famosa cuerda floja y mientras miro hacia lo alto del circo, alcanzo a ver como una silueta pasa casi volando

- ¿Cuál era tu nombre? – me saca de mi concentración una voz casi infantil, al bajar el rostro me topé con un muchachito que no ha de pasar de los 16 años, pelirrojo, delgado, y con pecas esparcidas sobre su nariz y mejillas

- Soy Jaime, ¿y tú eres? – me pregunta el chico al ver que no le respondo

- Lo siento, aún estoy algo confundida, mi nombre es Enid – le respondí y traté de darle una sonrisa, pero realmente no me salió

- Veo que ya conociste a mi hermanito – apareció otro chico pelirrojo, pero de mayor edad, tal vez unos 23 o 24 años – Soy Oliver – se presentó y se sentó a mi izquierda.

En aquel momento la silueta volvió a atravesar la parte superior del circo

- ¡Luciéndose como siempre! – exclamó Jaime con fastidio

- ¿Quién es él? – pregunté curiosa sin quitar mi vista de las alturas

- Es mi gemelo, Eliot – respondió sin ánimos Oliver

Seguía con la mirada, sin perderle pista a Eliot mientras hacía suerte de un trapecio al otro, hasta que en determinado momento vi como cayó, ahogué un grito y me llevé las manos a la boca, pero terminó cayendo en la red de seguridad que hasta ese momento no me había dado cuenta de que se encontraba

- No te asustes Enid – intervino Oliver – Eliot hace mucho tiempo dejo de tenerle miedo al trapecio, además de tenerle cero respetos a la muerte

- ¿Qué quieres decir? – pregunté

- ¿Quieres contarle la historia tú? – le preguntó Jaime a Oliver

- Teníamos un hermano mayor, Enrique. – comenzó Oliver – mi madre murió cuando Jaime tenía apenas unos meses de edad, y tiempo después a mi padre lo mataron por una deuda de juego, así que quedamos huérfanos muy pequeños. Enrique tendría 16, Eliot y yo unos 8 años, y Jaime tendría escasos 8 meses de nacido, así que pues nos mantuvimos un tiempo. Enrique trabajaba en el barrio de la Piel del diablo, un distrito donde en aquel entonces había muchos locales, herreros, zapateros, cantinas, y cosas por el estilo, y con las pocas monedas de plata que conseguía pues nos mantuvimos un tiempo – se detuvo en su relato y tomó una gran bocanada de aire – Una noche, Enrique llegó golpeado, y nos dijo que debíamos de huir, ya que los enemigos de nuestro padre lo estaban persiguiendo porque, había todavía quedado a deber algo de sus deudas de juego. Tomamos las pocas pertenencias que teníamos y abandonamos nuestra casa, justo a tiempo antes de que aquellos hombres incendiaran la casa.

Huimos desde Belfast hacia el bosque, corrimos hasta que las piernas nos dieron, y decidimos pasar la noche ahí. A la mañana siguiente Julie nos encontró y nos trajo al circo - ¿De nuevo contando la tragedia de nuestra vida? – intervino en la conversación Eliot

Los Hijos de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora