Aroma.

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Los tristes ojos de la mujer estaban fijos en el café que tenía en la mesa, por tratar de ocultar su mirada no noto la expresión del mayor.

Acababa de escuchar como alguien atacó a la mujer de su vida, la luz de sus mañanas y su obsesión eterna. Su expresión era de coraje puro, apretaba los puños por debajo de la mesa al punto que sus nudillos estaban blancos y las venas de sus brazos sobresalían. Apretó la mandíbula en un intento de no azotar la mesa por su total enfado.

.- ¿Como fue capaz ese... Maldito... De hacerte eso? — interrogó tragándose toda su amargura, realmente haciendo el intento de sonar calmado.—

.- No lo sé... Nunca había hablado con el fuera del trabajo pero todos decían que era muy agradable... Me siento como una idiota, debí haberle pedido a Eunbi que me acompañará. — suspiro pasando sus manos por su cabello.—

“Eunbi, tu mejor amiga desde la secundaria... Me agrada que ella sea tu amiga, te cuida y aleja a los idiotas, acepto que ella sea tu cercana pero esta vez fallo en cuidarte... Y eso no se lo perdono.”

Pensó el mayor mirando como la mujer que tenía frente a el tomando un sorbo de su café. Respiró profundo, al ver el estado en el que se encontraba su amada, eligió calmarse y dejar su coraje para después.

Le entregó su pedazo de pastel que pidió anteriormente, pastel de melocotón, el favorito de aquella mujer a fin de cuentas.

.- ¿Eh? ¿No lo quiere? — pregunto a la vez que tomaba un tenedor para comenzar a comer el pequeño pastel.—

.- Puedes comerlo. Veo que lo necesitas... Dime, ¿Le contarás esto a alguien de la empresa? Podrías ponerle una denuncia en recursos humanos... No guardes silencio, por favor. — trato de convencerla.—

Al ver cómo la mujer daba un bocado al pastel de melocotón su mirada se suavizó y su corazón se ablandó. Le daba tanta ternura, una punzada en su alma le atacó, sintió una terrible culpa.

Si tan solo el hubiera estado allí, como desearía guardarla en una cajita de cristal como si de una frágil muñeca se tratase.

.- Aún que sea el subjefe, sigue siendo mi superior... Como te dije, estas semanas han sido horribles, me han encomendado el trabajo que no me corresponde... No debí golpearlo. — se cubrió su rostro, arrepintiendose completamente de lo que había hecho.—

.- No, no, no. No digas eso, Mi-Suk... — con suma delicadeza tomo las manos de la mujer, provocando que la contraria le mirara de inmediato.— Hiciste bien en defenderte, el maldito es el... El único que debería estar arrepintiendose de lo que hizo es el... No te sientas culpable, por favor.-

La mirada tan cálida del mayor, y sus palabras que se sentían como una caricia la conmovieron profundamente. Estaba tan agradecida de haber conocido a alguien tan amable.

.- Eres tan afectuoso, te lo agradezco tanto, Doyun... Esto no se lo he dicho ni a Eunbi... Estoy tan agradecida de que estés aquí para mi, muchísimas gracias, Doyun. — le dedicó una leve sonrisa al mayor.—

“Claro que estaré aquí para ti, por siempre y para siempre, eres mi vida.”

Las conversación acabo en que ella intentaría hablar con su jefa, a fin de cuentas es una mujer muy comprensiva, quizás y se pueda hacer algo.

.- Bueno, siento que he estado hablando mucho... Dime, Doyun, ¿Que ocurrió estas semanas? Pensé que no volvería a verte, ni siquiera me enviaste un mensaje... — le menciono la mujer mientras ladeaba la cabeza.—

.- Verás, tuve un accidente en el trabajo, supongo que ya notaste los vendajes. — levantó sus mangas dejando ver de mejor manera los vendajes que tenía en sus antebrazos.— Tenía que ir al médico regularmente a cambiarlas y guardar reposo, quería decírtelo en persona por eso no conteste... Lo siento mucho... ¿Estabas preocupada? — se inclinó hacia ella con una pequeña sonrisa atrevida.—

𝐘𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐛𝐞𝐚𝐮𝐭𝐢𝐟𝐮𝐥 𝐥𝐨𝐧𝐠 𝐡𝐚𝐢𝐫.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora