Algún tiempo antesY amaneció. El rancio aroma a combustible diesel G-Plus del garaje en el que había pasado la tarde anterior había dejado estragos en su kimono de Abercrombie, recién traído de Londres hasta aquel oscuro apartamento en la zona norte de Vigo. Simbolizaba la escena de un crimen inconsciente.
-¡MAMÁAAAAAAAA! - musitó Andrea.
-¡¿QUÉEEEEE?! -Contestó mamá.
-Tan encantadora como siempre. Mete esto en la cesta de la caldera, tiene que estar listo para mañana.
-¿Cómo? A mí no me vienes con exigencias, lo lavas tú misma. Suerte que tienes con tus dos preciosas manitas. ¡Ah! Y... A propósito. La próxima vez que bajes al garaje a trabajar con la Vespa de tu padre, cierra la puerta. No querrás encontrarte de vuelta algún proletario adicto al crack. Conoces el barrio desde hace un año. Procura tomar precauciones... De todo tipo.
-Sí, Amá...
Andrea se dispuso a ordenar sus herramientas por tamaño y color.
Todo debía estar a punto el 23.