A primera hora de la mañana llegó Lucy a la mansión, Amparo me despertó, la encontré en el recibidor sentada en un pequeño sillón.
-Hola -la saludé mientras me ponía el cinturón-, es raro verte por aquí ¿qué se te ofrece?
-Vine a buscarte... No llegaste y me preocupé.
Los miércoles eran mis días libres, y siempre salía con ellos, desde la mañana a la noche.
-¿Te preocupaste? ¿Por qué, qué podría haber pasado?
-No lo sé, quizás un animal, o un ladrón. Dime, ¿No has notado cosas raras en estos días?
«Vaya que sí». -No; no he notado nada anormal. ¿Tu si?
-Algunas cosas... Pero olvidemoslo, no es importante. Ya vámonos -caminó rápidamente hacia la puerta y la abrió-, nos están esperando en el taller de Dante.
-Lo siento Lucy... Hoy no podrá ser -dije acongojado-, quizás la semana que viene.
-Oh; ya veo, supongo que para la próxima -y se fué, claramente indignada.
«Lamento perderme la diversión, pero debo atender un asunto urgentemente». Fuí hasta el cobertizo y tomé una pala. Me dirigí a la foresta, busqué el lugar donde ví por última vez a Fermín; no hallé nada.
Los días siguientes repetí la búsqueda: en la madrugada, antes de que todos despertaran, con la pala y un farol. El jueves encontré una mancha de sangre seca (supuse que fué el lugar donde lo maté). El viernes investigué esa zona, descubrí la huella de una mano impresa con sangre en un arbol, avancé un poco más y me topé con otra gran mancha, pero esta era más grande, seguí adelante, animado por un leve zumbido que permanecía, ahí lo encontré, con gusanos y moscas por montones. En las partes donde no tenía tantos insectos, pude ver lo que parecían mordiscos y rasguños, tal vez una manada de lobos o un oso me ayudaron en el trabajo; sea como sea, lo enterré allí mismo y le improvisé una suerte de cruz.
«Vaya que aguantó ese maldito. No por nada le llamaban el "Hombre De Acero", puedo decir.» no era para menos, especulé que: después de que le disparase, él se movió ¡Casi doscientos metros! hasta el árbol de la mano donde posteriormente pereció, y luego las alimañas hicieron su trabajo.
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El Vano De La Conversión
General FictionLe vio los cuernos, nos confiamos. Pero quién soy yo para juzgar después de todo lo que hice, ahora solo puedo odiar, pues no soy yo, soy alguien más, que no sabe lo que fue, ni lo que será. ¿Podré recordar? No se si quiero, pero ella sí, cada vez q...