𝓁𝓊𝓃𝑒𝓈

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Tocando cuidadosamente cada uno de los pétalos de las dalias de esa floristería a la que iba todos los días, Jeongin pensó en lo bellas que se verían como decoración en su jardín. Le gustaba llamarlo suyo, pues de las docenas de personas que vivían en su mismo edificio, él era el único que regaba las plantas que se encontraban en la azotea.

El color fucsia casi carmín de los bordes de los pétalos le trajo recuerdos que prefería mantener escondidos en lo más profundo de su ser, y estuvo a punto de buscar las margaritas que estaban junto a la ventana de exhibición para poder perderse en la tranquilidad que los pétalos de color blanco le brindaban, cuando el sonido estruendoso de alguien abriendo la puerta lo distrajo.

— ¡Disculpe Noona, no volveré a llegar tarde! — Gritó dramáticamente un joven de pelo negro largo que le llegaba un poco por debajo de la barbilla. Sus mechones delanteros eran suavemente sostenidos por un peinado que se estiraba hasta la parte trasera de su cabeza y se mantenía en su lugar gracias a un lazo de color rojo. Sus ojos cafés, preocupados por lo que la mujer dijera debido a la hora de su llegada, estaban adornados con pestañas largas y un pequeño lunar debajo del párpado inferior izquierdo. Jeongin pensó que acababa de presenciar a la mismísima perfección en persona entrar por esa vieja puerta de madera.

— Buenos días Hyunjin, te perdonaré solo esta vez por ser tu primer día. Pasa y cámbiate rápido — Contestó la dueña del local con su usual mirada compasiva y una sonrisa disimulada.

Jeongin vio como el muchacho, que ahora sabía que se llamaba Hyunjin, se inclinó noventa grados al disculparse y después corrió en dirección al armario que era únicamente para empleados. ¿A caso Dahyun había contratado a alguien más? No pensó que fuera necesario, Jeongin se las había arreglado como el único empleado de la floristería los últimos dos años sin ningún problema. Aunque también se le hizo un evento bastante oportuno, después de todo, Jeongin tenía planeado renunciar al final de la semana, tal como estaba marcado en su calendario.

— Jeongin — Llamó Dahyun al menor.

— ¿Si Noona?

— Ve con Hyunjin y explícale lo que tiene que hacer. Va a trabajar con nosotros de ahora en adelante, enséñale y se paciente con él.

Jeongin asintió y caminó hasta la puerta del armario. No supo si tocar o simplemente entrar. Pensó que sería mejor esperar, no quería crear una situación incómoda al abrir la puerta y encontrar a su nuevo compañero de trabajo sin la totalidad de su ropa puesta. Su timidez y ansiedad no lo dejarían hacer contacto visual con el contrario si dicho encuentro se llegaba a dar.

Antes de que Jeongin pudiera divagar más en su propio mundo, la puerta del armario fue abierta por Hyunjin. Dios, de cerca era aun más perfecto. Los labios que antes no había podido apreciar por la rapidez de su entrada, ahora se encontraban justo en frente suyo. Se imaginó lo bonito que sería tener unos labios así, en vez de los suyos que ardían la mayor parte del tiempo por pasársela mordiendo los pequeños pedazos de piel que sobresalían por las heridas previas que él mismo se causaba.

— ¿Quién eres tu? — Preguntó Hyunjin con una mirada que Jeongin no supo descifrar.

— Soy Jeongin, Yang Jeongin. Dahyun Noona me pidió que te enseñara y te acompañara en tu primer día de trabajo — Contestó Jeongin con una sonrisa forzada.

— ¿Tú me vas a enseñar? Pero si estás chiquito — Contestó Hyunjin con una pizca de burla en su voz y con ganas de apretujar las mejillas del mas bajo. Jeongin, al ver las intenciones del de pelo negro, apartó su rostro con gran agilidad.

— Primero que todo, no me toques. Segundo que todo, tengo veintidós años.

— Está bien, Yang Jeongin. Yo cumplo veintitrés años en unos días, así que puedes llamarme Hyung — Volvió a contestar el de pelo negro, sonriendo ampliamente y disimulando la sorpresa que le causó el descubrir la edad del menor.

— Eso no va a pasar, te llamaré Hyunjin y ya — La respuesta dejó al nuevo empleado casi que atónito y antes de que pudiera quejarse o decir cualquier otra cosa, Jeongin continuó. — Sígueme, te enseñaré mis flores favoritas.

Gladiolas [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora