𝓂𝒶𝓇𝓉𝑒𝓈

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Apenas era el segundo día de la semana y a Jeongin le había costado más que nunca levantarse de la cama. El solo hecho de tener que pararse del colchón, en el que se acostumbró a hundirse en un mar de soledad y lágrimas, lo agotaba lo suficiente. La noche anterior había sido un suplicio, ya que su celular no había dejado de sonar. Tenía por lo menos trece llamadas perdidas de parte de su madre, a quien no planeaba devolverle la llamada.

Después de apagar la alarma, la sensación de frialdad que recorrió su cuerpo de pies a cabeza no fue consecuencia únicamente de sus pies tocando las casi que congeladas baldosas del piso al sentarse, sino también al ver la maceta con dalias que Dahyun le había permitido llevarse a su casa. Su cabeza seguía siendo un lio, se debatía si en verdad valdría la pena plantarlas en su bello jardín. Se suponía que la azotea era el lugar en donde debía sentir paz, no un lugar en donde debía recordar personas que le hicieron daño.

Por un momento, el cansancio por no haber dormido lo suficiente hizo que Jeongin extrañara tener el turno de la tarde. Hubiera podido dormir un poco más antes de la primera clase del día y continuar con su trabajo en la tarde, pero ya había hablado con su jefa. Dahyun le había permitido cambiar de turnos la semana anterior, no podía deshacer los planes de un momento a otro porque ella ya había acomodado su horario para poder atender clientes en la tarde.

En fin, Jeongin no tuvo más opción que levantarse, alistarse y emprender su camino a la floristería.

Mientras caminaba a tan solo una cuadra de su destino, imaginó si abrir el local sería igual que ayer. Se preguntó si sería la misma rutina de llegar a la puerta, usar las llaves, pelear con el peso de la puerta y empezar con su trabajo. Sin embargo, la respuesta llegó por si sola cuando reconoció a cierto pelinegro alto recostado sobre la puerta con los ojos casi que cerrándose del sueño. Jeongin estuvo a punto de sonreír, la imagen de Hyunjin estando a punto de caer dormido le causó mucha ternura. ¿Ahora que lo piensa, hace cuanto que no sonríe? No. Imposible. Enterró esa imagen seis metros debajo del suelo porque se rehusaba a hacerse cercano a alguien más, no iba a dejar que alguien más lo traicionara.

— ¡Jeongin, por fin llegas! Me estaba muriendo del frio — Exclamó Hyunjin poniendo la sonrisa más hermosa que Jeongin había visto en su corta vida.

— Si, si — Contestó, obligándose a sonar despreocupado. — Ahora muévete que tengo que abrir la puerta.

— Alguien se levantó muy tranquilo esta mañana — Dijo Hyunjin con sarcasmo, haciéndose a un lado.

— Lo siento, no dormí bien — Comentó Jeongin después de recostar su cuerpo firmemente en la puerta para que esta abriera. Ya era tiempo de echarle aceite a las bisagras, pero Jeongin decidió no preocuparse de eso por ahora, le daba demasiada pereza porque sabía que si le comentaba sobre el problema a Dahyun, lo más probable es que la señora lo mandara a él a comprar el aceite. Aunque ya la otra semana no estaría trabajando ahí, ¿Tal vez mandaría a Hyunjin?.

Al entrar, ambos prendieron las luces y se vistieron con sus uniformes que consistían en una camisa de rayas azul oscuro con amarillo y un delantal café que tenía la cantidad suficiente de bolsillos para que pudieran cargar con materiales, tales como palas y rastrillos pequeños, en caso de que algún cliente quisiera cambiar alguna planta a una maceta que fuera de su agrado.

Como habían acordado el día anterior, Hyunjin agarró la escoba y se puso a barrer la tierra que inevitablemente se acumulaba en el piso, mientras que Jeongin se sentó en la caja.

El silencio es algo que usualmente ocurre cuando las únicas dos personas en un lugar son introvertidas, pero a veces para Hyunjin ese era un ambiente algo incómodo que prefería no propiciar. Por alguna razón que ni él comprendía, había algo en ese castaño de ojos rasgados que le llamaba la atención. Quería escuchar su voz y saber un poco más sobre él. Esperó unos cuantos minutos con la esperanza de que el contrario hablara por sí mismo, pero su paciencia no fue mucha y decidió ser él quien empezara la conversación.

— Yo tampoco dormí muy bien anoche, estuve hasta las tres de la mañana terminando un trabajo de la universidad — Dijo Hyunjin sin saber si Jeongin iba a responder.

Hubo unos pocos segundos de silencio que para Hyunjin fueron eternos. La pena ya estaba causando que sus orejas se enrojecieran levemente cuando escuchó un suspiro por parte del empleado más antiguo.

— ¿Qué estudias? — Interrogó Jeongin solo para complacer a su compañero. Había notado que Hyunjin varias veces se había acercado a la caja con una mirada nerviosa, tomando una corta inhalación similar a cuando una persona iba a empezar a hablar, pero algo parecía detenerlo cada vez que pasaba. La verdad es que no tenía mucho interés en seguirle la conversación, su cabeza seguía hecha un completo lío y eso causó que su pregunta saliera con un tono desinteresado, pero eso no evitó que la curiosidad dentro de Hyunjin incrementara.

— Artes plásticas y diseño — Al recibir solo un asentimiento de cabeza por parte de Jeongin, Hyunjin se sintió obligado a seguir hablando. — De hecho, este semestre decidí tener clases en la tarde noche para poder conseguir un trabajo de medio tiempo, necesitaba dinero para poder pagarme los materiales — Siguió con orgullo por haber logrado su objetivo. — ¿Y tú?

— Ah, yo... Licenciatura en educación infantil. Siempre disfruté cuando mis padres me dejaban cuidando a mi hermano menor y mi madre es directora de un Jardín Infantil en Busan, así que pensé que sería un buen plan — Por un instante, Hyunjin juró haber visto un pequeño brillo en los ojos de su compañero. — Trabajo para comprarme cosas que no alcancen con la mesada que me da mi madre — Terminó de explicar Jeongin, podía también decir que hace dos meses había dejado de recibir el dinero que le mandaba su madre, ¿pero para qué le contaría eso a alguien que no volvería a ver después de esta semana?, y aun más importante ¿Por qué le acababa de contar tantas cosas a ese supuesto extraño que no iba a dejar entrar en su vida?

— ¿Entonces también trasnochaste haciendo trabajos? — Volvió a cuestionar Hyunjin aún más interesado que antes. La repentina pérdida del brillo en los ojos cafés de su compañero fue suficiente para que dudara del por qué no notó antes lo profunda que era la mirada de Jeongin.

— No, esta semana no iré a clases — Contestó Jeongin. Ante la evidente confusión del mas alto, continuó. — Este semestre he estado un poco cansado de la universidad, así que decidí darme esta semana de descanso — Mintió.

— Oh wow — Hyunjin estuvo a punto de decir que le parecía muy bueno que pusiera su salud mental primero, que a él le encantaría poder ser capaz de tomarse un descanso sin tenerle miedo a las consecuencias. Hasta que la campana que indicaba que la puerta acababa de ser abierta sonó y el primer cliente del día entró.

Gladiolas [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora