Pasión

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Al momento de despertarse, fueron llamados a cenar, y estando en el gran comedor. El príncipe Antonio le pregunta a su hermana si recuerda el nombre de un libro que habían leído unos años atrás, Katerina dice no recordarlo

-... vamos, ¿cómo no puedes recordarlo?, es acerca de un hombre que cuenta la historia de que de niño vive en un pueblo lleno de nieve, que su padre es zapatero y su madre anhela que él sea sacerdote -, - No, lo siento Tony, pero no lo recuerdo -, - el libro se llama Ivan -, - ¡SÍ!, ¿lo has leído? -, - sí, lo leí hace mucho, pero me gusta tanto que lo leía de nuevo cada noche antes de dormir -, - A mí también me gustaba mucho, pero no recordaba el nombre, y no sabia en que parte de la biblioteca buscarlo -, - ¿tienes biblioteca? -, - Sí, y muy grande. Si deseas puedo mostrartela, en compañía de Enrique, claro -, (Enrique afirma con un gesto), - Sí, gracias -, - ¿sabes leer? -, - Katerina, ¿por qué preguntas eso? -, - Perdón papá, pero según entiendo Ana no era de la realeza y en Therine las mujeres no pueden leer. ¿Tan rápido aprendiste? -, - Katerina cállate -, dijo Enrique casi a punto de ponerse de pie, Ana le tomo la mano y dijo con un tono lleno de tranquilidad, - No, no aprendí rápido, de hecho tarde bastante, tenía muchas distracciones. Como verán fui una plebeya un poco rebelde. Pero de no ser así, no hubiera podido leer a lo que me comprometía al conquistar a un rey -, con esto todos rieron, y Katerina fue la única que se quedó en silencio.

- Así es mi reina, no cualquiera le puede robar el corazón a mi hermano -, - La verdad, jamás estuve de acuerdo con las leyes del papá de Enrique, que en paz descanse. Me alegro que sepas leer hija mía -, - Gracias rey Ichell -, - y sobretodo, gracias por librarnos de escuchar a Antonio toda la cena preguntando por ese libro -.

Todos ríen y terminan de cenar. Antonio le ofrece a Ana llevarla de una vez a conocer la biblioteca. Enrique le dice que vayan solos, que él necesita hablar con el rey y luego los alcanzará. En el camino, ninguno habla, van en silencio. El palacio es enorme. Al llegar, él abre la puerta y le pide a Ana que pase. Ella entra y al elevar su mirada, sus ojos se llenan de asombro. Y gira para ver como cada pared de esa habitación está repleta de libreras, la habitación tiene el cielo más alto, de hecho es una habitación de dos niveles. Ella no puede creer que exista un lugar así.

- Es... Precioso -, - ¿Quieres ayudarme a buscar el libro? -, - Sí -, - Debe estar en esta pared, en el segundo nivel -.

Ambos suben y empiezan a buscarlo, Ana ve libro por libro. Esta enamorada de las portadas de cuero, con letras doradas. Leyendo títulos que suenan tan interesantes, que podría llorar de felicidad y tristeza a la vez. Feliz por verlos, y tristeza por no poder leerlos todos de una vez.

Pasan unos minutos cuando Ana, saca un libro de pasta roja, con una estrella dorada al centro. En letras mayúsculas dice IVAN.

- Lo encontré -, - ¿es broma? -, - no, acá esta -, - Déjame verlo. Dios, esta intacto... Gracias Ana -, Antonio ve a Ana a los ojos, ella nota la forma en que la ve, y desvía la mirada hacia la puerta. - Bueno, creo que ya debería irme -, - no, ¿por qué?, al contrario, quería pedirte que leyeras conmigo. Sé que tú vida no ha sido fácil, y me encantaría que pudieramos compartir tiempo juntos mientras estas acá -, - no Antonio, mi vida no ha sido difícil, al contrario. Y vengo acompañando a mi esposo -, - ¿Eres feliz con él? -, Ana le da una cachetada a Antonio, y se gira para poder bajar las escaleras y salir de ahí. Antonio la toma por el brazo izquierdo y ella intenta soltarse, al no poder hacerlo, le da un golpe con su mano empuñada en el rostro, haciendo que él la suelte y le permita salir corriendo de allí. Estando afuera busca a una dama que la lleve a su habitación.

Antonio se coloca la mano en el rostro por el dolor y nota que le ha reventado el labio. Luego ve una figura que sale de la oscuridad para dejarse ver... Era Enrique, quien había observado todo. Camina lentamente hasta subir las gradas que previamente había bajado Ana.

- Sabía que querías intentar algo con mi esposa. Esos estúpidos jugueteos en los que las mujeres encuentran en ti un hombro donde consolarse... Pero mi Ana no es así, es feliz a mi lado... Planeaba subir y romperte el cráneo contra el suelo. Pero mi esposa me ha dado la satisfacción de ver que ella sola puede pelear sus batallas... Eso no quiere decir que no tendrás consecuencias -.

Enrique suelta un puñetazo que hace caer a Antonio al suelo. Lo observa en el suelo, baja las gradas para salir de la habitación y se dirige hacia la de él con Ana. En el camino, una dama lo estaba buscando, al parecer Ana tiene lastimada la mano y no quiere ver a un médico. Enrique se apresura y al llegar, la ve con su ropa de dormir, subiéndose a la cama y con dos damas diciéndole que necesita un médico. Él se acerca, acaricia su rostro y toma su mano, los nudillos están muy rojos y le duele cerrar la mano. Él afirma que no es nada grave, que así se daña la mano cuando se usa para golpear. Las damas se paralizan al saber que Ana golpeó a alguien y ella se queda inmóvil al notar que él ya lo sabe. Enrique les pide que lo dejen y que no se alarmen, que él la cuidará. Las damas murmuran entre ellas y se retiran. Enrique se dispone a cambiarse de ropa.

- ¿no preguntaras cómo me golpeé la mano? -, - ya lo sé todo -, - ¿qué sabes? -, - llegue a acompañarlos y escuché lo que te dijo, luego escuché y vi tu respuesta, vi que te irías y me oculte para poder enfrentarlo solo... mira mi mano (Enrique también tiene la mano golpeada) no podía permitirle que te ofendiera de esa forma y no tomara mi lugar como esposo -, Enrique tiene un aspecto molesto, bastante serio. Su forma de hablar es fría y seca, Ana no dice nada, y él termina de cambiarse en total silencio. Luego se acerca a ella, serio y sin señal aparente de dulzura.
Se sienta a su lado, en la orilla de la cama y voltea a verla.

- lamento no conocerte lo suficiente como para saber que te gusta tanto leer, o que pegaras tan duro -, Ana ríe - ¿por qué a mi nunca me pegaste? -, - ¿qué? -, - Yo te tomaba a la fuerza y nunca reaccionaste tan violenta -, - no lo sé, era diferente... Tu no me ofendías -, - debería regresar a golpearlo más -, - no, quédate conmigo -, Enrique se acerca, y coloca su mano derecha al costado izquierdo de Ana. Quedando así frente a frente. Se acerca y la besa, muy dulcemente, haciendo pausas para decirle: - lo quiero golpear desde la cena -, - ¿por qué? -, - detesté que tuvieran algo en común y que viera antes que yo, lo maravillosa que eres -, - ¿si? -, - sí, odié como te vio cuando regresamos -, - ¿creí que no lo habías notado? -, - lo hice, y ver como te emocionabas por la biblioteca, sentí que podía perderte -, Ana lo rodea con sus manos y lo besa con cierta intensidad, - oye, si sabias que te había visto con otro tipo de interés, ¿por qué aceptaste ir? -, - No lo pensé, solo quería conocer la biblioteca -, - ¿te gusta? -, - lo acabo de golpear -, Enrique la besa con intensidad, Ana corresponde el beso. Luego de unos segundos, él se acomoda sobre Ana, ella no hace nada, esta muy entregada a lo que su cuerpo experimenta, esa necesidad que nace en ella la controla por completo. Continua con la misma intensidad el beso. Él se separa un momento y le dice: - Si continúo con el beso ahora, ya no podré detenerme -, Ana lo observa un momento, no puede detenerse ahora, su cuerpo lo necesita, - No te detengas -, - ¿segura? -, - sí -. Él continúa con el beso y al mismo tiempo sube con su mano derecha el camisón de Ana, lo levanta hasta casi llegar a la cintura de ella. Con su mano, acaricia su cintura y ella, comienza a emitir ligeros gemidos al besarlo, él con la mayor delicadeza que le permite el momento, coloca su cuerpo muy cerca de la intimidad de ella. Poco a poco, deja que ella lo sienta, y cuando ambos toman aire para verse a los ojos. Él la invade completamente, sin aviso, y sin rechazo por parte de ella. La noche es larga y los amantes se funden en el calor que sus cuerpos emanan esa noche. Entregándose así al deseo del momento.

Al día siguiente, Ana despierta. Se sentía diferente, estaba recostada sobre Enrique, quién ya se encontraba despierto, se veía satisfecho. Como si su mayor sueño se hubiera realizado ante sus ojos.

El quita un cabello que está sobre el rostro de Ana, el cual luego besa...

- Hola -, - hola -, - ¿dormiste bien? -, - sí... Y tu, ¿dormiste bien? -, - sí... te ves realmente hermosa -, Ana solo sonrie y esconde su rostro, Enrique la besa en la frente y continúan acostados un momento más.

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