Pasado

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De camino a casa, Héctor le pide a Ana que lo espere con Pablo en la casa de Helena, mientras él entrega las armas. Ella accede... Pero le confiesa que desearía acompañarlo para asegurarse que todo salga bien. El niega, no desea que Enrique la vea.

- ¿y si me quedo afuera?-, - no soy amigo de los guardias... No, por favor espera aquí -, - esta bien, no tardes y ve con cuidado -, - ya vuelvo mi amor -.

Héctor besa a Ana y se sube al caballo de nuevo, listo para irse.

Ana se queda con Helena, una mujer bastante amable y que en años de juventud habrá sido toda una preciosura. Ahora, descuidada por su trabajo y sus muchos hijos ha perdido el gusto por verse bien.

- Pasa adelante mi niña -, - gracias Helena, solo me quedaré un momento, no quiero molestar -, - por supuesto que no molestas, te extrañe tanto. Casi nunca hablabamos, pero te veía con Héctor siempre, y él es como mi hermano-, - ¿si? -, - claro, somos de la misma edad y cuando era joven, él me defendía de los chicos abusivos que me fastidiaban. Porque aunque no lo parezca, tuve mis buenos años -, - Sí. Recuerdo que me contó que se peleo con un niño que era casi el doble de su tamaño -, - ¡Debiste verlo! Era un hombre gigante con cara de niño, ¡ja! Pero Héctor supo como golpearlo -, Ana ríe y se siente tan orgullosa de su amado, - ¿nunca te contó de lo aterrado que estaba cuando se dio cuenta de que te amaba? -, - No, ¿aterrado?, ¿por qué? -, - porque tu padre quería matarlo -, - pero nunca fue en serio-, - claro que sí, ¿sabes cómo se enteró? -, - ¡No! -, - yo se lo dije por accidente. Y juro que así fue. Tu padre vino a traer un pago que le debía un comprador de verduras y yo le hice la broma de que Héctor y tu se verían bien juntos -, - ¿Héctor estaba presente? -, - Sí, estaba justo a su lado. Y tu padre tan serio me respondió que Héctor sería incapaz de darle semejante enojo y cuando volteó a ver a Héctor, él estaba con una cara de susto. Que tu padre entendió todo -, - ¿y qué hizo? -, - desenvaino su espada y Héctor saltó de su asiento y le dijo que lo esperara, que no te había hecho nada y no tenía intenciones de cortejarte sin su permiso -, Ana ríe y casi llora por tanta risa, no se imagina a Héctor en esa situación, - y tu padre se queda inmóvil, y le dice que le explique todo. Y así fue, tu padre se enojo mucho pero no dijo nada cuando Héctor le pidió el permiso. Paso el tiempo y al final cedió -, - Cuéntame más de él -, - venía todas las noches, y me contaba que tu le cocinabas... La primera vez que me habló de ti, venía con una sonrisa... Le dije que, ¿quién lo tenia tan risueño? Él se rió y, recuerdo las palabras exactas: "la hija de Adrian, Ana, es una niña muy hermosa que me sirve comida que ella prepara cada vez que llego y me platica acerca de su día... no sé, me gusta hablar con ella". Yo le pregunte por tu edad y me dijo que tenías 11 años... No te mentiré, me asustó mucho tu edad, pero cuando te conocí, vi que no te veías como una niña, y que tenía razón, eres muy hermosa. Además, él estaba tan enamorado. Hubiese sido incapaz de lastimarte -, - jamás lo ha hecho -, - ojalá que puedan ser felices ahora mi niña, él y tu lo merecen -.

Pasan un rato más conversando y luego regresa Héctor para llevarse a Ana. En el camino ella le pregunta cómo le fue y él le dice que Enrique no estaba, se fue a supervisar la construcción de las nuevas embarcaciones. Pero que dejo el dinero con el duque, y que pregunto por ella. Ana libera la pequeña tensión que sentía al saber que todo estaba bien.

- ¿Cómo te fue a ti con Helena? -, - Muy bien, me contó cuando mi papá se enteró de que tu me querías -, - ¿te contó que fue su culpa? -, - sí, y no sabes cuanto reí al imaginar tu cara de susto -, - tu padre saco la espada sin avisar y casi me quita una ojera -, - hubiera querido verlos -, - no mi amor, en ese momento tu papá dejó de ser mi amigo para convertirse en mi verdugo -, Ana ríe de nuevo, - ríete, cuando lleguemos quiero ver si te sigues riendo de las cosquillas que te haré (le dice esto tocando sus costados, Ana reacciona tapándose y dejando salir ligeros gritos pidiéndole que pare) -.

Al llegar, guardan todo lo que tenían y también esconden el dinero en el lugar de siempre. Héctor se queda en la puerta viendo la luna, Ana se acerca y bordea su cintura con sus brazos. Él le dice que siempre que veía la luna, pensaba en que quizás ella también se encontraba viéndola. Ella voltea el rostro de Héctor, y se acerca para darle un beso corto. Él la carga y la adentra en la casa para disponerse a dormir, pero antes de que se cambie de ropa, él se coloca por detrás y posa sus manos en los hombros de ella. Ana no hace nada, y deja que él baje su blusa por completo. El mueve el cabello de ella hacia un lado, para permitirse besar su cuello lentamente. Luego, con su manos, rodea el cuerpo de Ana, acariciándolo suavemente. Ella sigue inmóvil, el hecho de que tocaran sus hombros le hizo recordar al rey.

Héctor nota que ella no reacciona a sus caricias y se detiene. Intentando hacer que ella no note que él ha percibido su rechazo, le sube su blusa de nuevo y le dice al oído en un tono de voz muy bajo: te amo.

Ella sonríe y sube su mano derecha para tomar el rostro de Héctor y, aun volteada, besarlo. Agradece tanto que él no intente nada aún. Sin saber, que en cada intento, él percibe su rechazo.

- yo también te amo -. Héctor la suelta y sale de la habitación para dejarla cambiarse... Sin embargo, antes decide preguntar:

- ¿Cómo es que a él no lo amas pero si llegaste a desearlo? (Ana voltea a verlo bastante desconcertada) no, la verdad prefiero no saberlo -, - ya te lo dije, yo luchaba pero mi cuerpo me traicionaba-.

Héctor respira fuerte, está celoso, - ¿y no podías controlarte? -, - me hablas como si nunca hubieras estado con otra mujer -, - ¿qué? -, - hubieron más mujeres antes que yo, sabes que no se puede controlar -, - ¿quién te dijo eso? -, - ¡Ay! Por favor, me dirás que en 40 años no tuviste amoríos con otras -. Ahora Ana esta enojada.

- Ana, nunca me habías hablado así -, - ¡y tu nunca me habías ofendido así! -, - ¿ofenderte? -, - ¡sí!, con tu pregunta, sin espacio a responder. Me dejas a mi como si fuera una... ¡Cualquiera! ... Cuando yo nunca había experimentado esto, cuando sin ninguna intención de fallarte luche contra mis instintos... ¿Con cuantas mujeres te has acostado Héctor? -, - ¿para qué? -, - quiero saberlo, ¿¡cuántas!? -, - con dos -, - ¡y me ofendes a mí! -, - no te quise ofender Ana ¡Dios! (golpea la pared, esta realmente celoso) te pregunté porqué no puedes desearme a mí como lo deseaste a él -, - ¡no lo sé Héctor!... Quizás es... Quizás primero... necesito olvidar cuando me tocaba -.

Ambos se quedan en silencio por un minuto, pero pareciera que Héctor se está llenando de ira. Y cuando reacciona, lo hace de una forma muy ruda en contra de Ana. - no (Héctor camina directo hacia ella) necesitas que yo te haga olvidarlo.

Él la acuesta en la cama de forma brusca, intentando colocarse entre sus piernas pero al primer descuido, ella se defiende dándole una cachetada, él se queda inmóvil unos segundo, como si lo hubiera hecho reaccionar. Luego, la ve a los ojos, y con un tono de voz aún más ronco de lo habitual, como si de un gruñido o rugido tratase, dice:

- ¿también le pegabas así a él? Dime, ¿te defendías así? -, - no, pero si le pegue cuando quiso ofenderte... Ahora dime si tú tomabas así a esas dos anteriores -, - Ana... (Héctor con desprecio a su reclamo, se pone en pie y se cubre la cara con las manos en señal de desesperación) no, eramos adolescentes con la primera, y la segunda fue una mujer mayor. Trabajaba para ella... Fue el impulso lo que nos llevó a hacerlo, ella estaba casada. Me fui ese mismo día... Perdón Ana, tienes razón... No siempre se puede controlar -.

Héctor sale de la habitación y se queda a dormir en la antigua cama de Ana, solo. Ella se queda sola en la cama de sus padres. Y siguen así por varios días, ya no están enojados, pero se hablan de forma fría, y no quieren estar juntos.

Los días y las noches transcurren sin problema. Y ya la siembra comienza a florecer, pronto llegará el día en que tendrán tanto trabajo que posiblemente no podrán dormir.

Ambos están muy felices de que su arduo trabajo y la ayuda de Pablo ha rendido frutos. Tienen unos posibles compradores interesados y también unos cálculos con cifras muy favorables.

Sin embargo, cada día están más distanciados. Esa pelea fue tan diferente que no saben si podrán reconciliarse.

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