6 - Con las manos en la masa (I)

15K 123 0
                                    

Ernesto y yo estábamos enamorados. Nuestros padres, por supuesto, no sabían nada. Llevábamos nuestra relación muy en secreto, ya que aunque él y yo no compartiéramos sangre, éramos familia, y el amor sexual entre familiares está mal visto por la sociedad. Ante los demás, Ernesto se refería a mí como su hermana, y yo me refería a él como mi hermano. Si alguien supiera lo nuestro, se nos echarían encima.

Yo tenía miedo de que algún día alguien nos descubriera, así que de cara a la sociedad y a nuestros padres, solo éramos como dos hermanos normales, pero siempre que estábamos solos en casa aprovechábamos para hacer planes juntos, que normalmente incluían hacer el amor, por supuesto. El problema era que el negocio de nuestros padres no estaba yendo como esperaban. No estaba teniendo pérdidas, pero si queríamos permitirnos unas vacaciones en condiciones, tendríamos que trabajar el doble. Es por eso que para ser más productivos, tuvimos que estar todo el mes de julio trabajando los cuatro todos los días.

Durante la primera quincena, nos tocaba a mi madre y a mí estar allí a las seis de la mañana para empezar a hornear el pan y salir a las doce, hora a la que Ernesto y su padre nos relevaban hasta las seis de la tarde. En ese periodo ya no se horneaba pan, sino que se preparaban encargos para el día siguiente. La segunda quincena invertíamos los turnos.

Esta situación provocaba que ni mi madre pudiera estar mucho con mi padrastro, ni yo pudiera estar mucho con Ernesto.

Supongo que para nuestros padres liberar la tensión sexual entre ellos era fácil, ya que podían hacerlo por las noches sin problema; pero para mi hermano y para mí la cosa se complicó bastante, ya que como era verano, mis padres solían abrir la puerta de su cuarto para que corriera el aire (cuando no follaban), lo que hacía imposible deslizarse sigilosamente hasta la habitación del otro.

Para cuando estaba acabando julio y el calor se presentaba insoportable, la tensión sexual entre mi hermano y yo estaba en un punto tal que solo con vernos nuestras miradas expresaban todo lo que queríamos hacernos el uno al otro.

Estábamos a bien poco de echar todo secreto por la borda y arriesgarnos a que nos descubrieran, aunque aún no habíamos llegado a tanto. Lo único a lo que llegábamos delante de nuestros padres es que cuando uno de los dos volvía de la panadería, nos besábamos en la mejilla, pero disimuladamente tocábamos nuestros labios. Supongo que ellos nunca sospecharon nada a raíz de ese inocente gesto, aunque lo vieran perfectamente.

El caso es que a finales de julio estábamos los dos muy calientes, y no me refiero solo debido a la alta temperatura. Bueno, pues fue un día por esas fechas, que tras merendar nos pusimos toda la familia a ver una película con el aire acondicionado a tope. Todos estábamos en ropa interior, menos mi madre, que llevaba un camisón de andar por casa. Había 37 grados a la sombra, por lo que esa ausencia de ropa estaba justificada.
Para colmo, en la película empezaron a aparecer escenas que preferirías ver en solitario o con tu pareja, pero no en familia.
Yo ya estaba muy necesitada de mi hermano, y empecé a mojar mis braguitas ante las escenas eróticas que se sucedían en la pantalla. Para disimularlo, me tapé con una mantita fina, poniendo la excusa de que el aire acondicionado estaba al máximo y yo, como estaba justo debajo, estaba cogiendo frío. Mi madre y mi padrastro asintieron y volvieron su atención a la película, pero mi hermano, que a diferencia de nuestros padres ubicados en el otro sofá, estaba sentado a mi lado en el mismo sofá, se me quedó mirando un poco. Cuando me di cuenta, él se llevó un dedo a los labios en señal de silencio, y se tapó el también con mi manta arrimándose bien a mí. Luego llevó una mano a mi entrepierna y la dejó ahí, con un dedo entre mis labios vaginales por encima de la tela. Dejó que se humedeciera, para después llevárselo a la boca mirándome con deseo. Volvió a hacer lo mismo varias veces con mi complicidad, hasta que pasó a hacer lo mismo por debajo de mi ropa interior.

Relatos eróticos - HermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora