𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐕: 𝐒𝐨𝐬𝐩𝐞𝐜𝐡𝐚𝐬

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Calista estaba haciendo su tarea mientras escuchaba música hasta que alguien entró en su habitación.

—¿Bella? ¿Qué haces aquí?

—Yo... Bueno... Tengo una sospecha sobre los Cullen.

Fue en ese momento que la rubia se sobresaltó, girando por completo su cuerpo en la silla y rápidamente grabando un audio con su teléfono sin que la humana se diera cuenta.

—¿Cuál?

—Creo... creo que son vampiros.

—¿Qué? Bella, eso es imposible.

—¿Es que no lo has notado? La piel pálida, su temperatura baja, el modo en que hablan como si fueran de otra época. Por eso creo que lo son.

—Bella, la piel pálida es normal en Forks, la temperatura baja es porque ellos la mayor parte del tiempo no se abrigan bien y, sobre su forma de hablar, tal vez sea porque los criaron a la antigua. Saca esa idea de tu cabeza. Los Cullen no son vampiros porque ellos no existen.

La humana bajó la cabeza, mirando el suelo. Su hermana tenía razón; los vampiros no existen, así que simplemente se puso a asentir y salió de la habitación. La rubia esperó a que entrara en la de ella para luego marcar un número.

—¿Sí, diga?

—¡Idiota, idiota, idiota! ¿En qué has estado pensando? Bella ya está sospechando de ustedes por tus malditos descuidos. Más te vale no hacer que ella corra peligro.

Y colgó. ¿Estaba enojada? Sí, y mucho. ¿Estaba nerviosa? Bastante. Solo pensar que su hermana podría descubrir lo que eran y que corrían peligro la ponía ansiosa, así que abrió su ventana y saltó para dirigirse al bosque.

Cuando llegó, por el nerviosismo y el enojo, golpeó algunos árboles.

—¡Mierda! ¿Cómo se supone que voy a convencer a Bella de esto? ¡Maldita seas, Cullen!

Una ramita rota se escuchó a sus espaldas y se dio vuelta, encontrándose con un lobo que le gruñía.

—¿Un lobo? ¿Quién eres? Definitivamente no eres Sam.

El lobo se fue tras un árbol y apareció transformado.

—Soy Paul. Te escuché insultar a ese chupasangre.

—Agh, los descuidos de ese idiota hacen que mi hermana sospeche que son vampiros, y si lo descubre, entonces sabrá que también soy uno.

—¡¿Qué?!

—¡No literalmente, imbécil! Soy un híbrido.

—¿Existen los híbridos de humano y vampiro?

—Sí, somos dos: un chico de una pequeña tribu en los bosques de Brasil y yo. Se llama Nahuel. Yo lo crié junto a su tía cuando su madre murió. No pude salvarla. Iré a la casa de los Cullen a hablar sobre algo importante. ¿Sabes dónde se encuentra? Ellos me indicaron que está al otro lado del tratado, pero no sé hasta dónde.

—Sígueme.

La rubia y el moreno caminaron por el bosque. Ella lo molestaba entre risas, y él simplemente le gruñía o le daba un pequeño golpe en la cabeza, provocando que ella se subiera a su espalda.

—¡Ya bájate!

—¡Nunca!

—En serio, bájate. Ya llegamos al final del tratado. Debes ir en línea recta; cuando veas una casa tipo mini mansión, habrás llegado.

—Bien, gracias, Paul, y mándale saludos de mi parte a Sam.

La chica cruzó el pequeño río que separaba el bosque y subió a un árbol para saltar entre los otros y llegar a la residencia de los Cullen.

Cuando llegó, simplemente dio un gran salto para quedar cerca del umbral de las escaleras. Al subirlas, tocó para ver qué cierto rubio le abría la puerta.

—Calista, no esperaba tu visita.

—Hola, Carlisle. Vine porque debo hablar de algo serio con tu familia.

La cara del rubio se puso seria y dejó pasar a la chica. Ambos fueron a la sala donde estaba toda la familia.

—Bien, vine aquí para hablar de algo serio, y es que se los advertí una vez: no dejen que mi hermana sepa de ustedes, pero por cierto vampiro cobrizo, parece que eso es imposible.

Edward bajó la mirada mientras apretaba la mandíbula.

—Carlisle, no te culpo por los errores de tu hijo, pero que sea la última vez que te acercas a mi hermana. La bruja que hice que le colocara ese hechizo en su mente me dijo que si ella descubre el secreto, correrá peligro. No solo por unos vampiros que tratarán de matarla, sino también por unos tales Vulturi y una híbrida, hija de ambos. Eso causará su muerte y una guerra. Así que o te alejas de mi hermana o, lastimosamente, haré que pierda la memoria sobre ti y haré que regrese a California. Están advertidos, y que sea la primera y última vez, porque mi antiguo clan me enseñó a no dar segundas oportunidades.

Y salió, dejando a todo el clan sorprendido por sus últimas palabras.

—¿Creen que acaso...?

—Sin dudas, ella es la princesa que los rumanos se llevaron.

—Habrá que informarle a Aro.

—No, aún no. Debemos dejarla que ella lo descubra por su cuenta.

Con eso último, del patriarca del clan, el resto no dijo nada, pero lo que ellos no sabían era que, aun así, la híbrida escuchó.

—¿Aro? Ese nombre me parece familiar. Ya descubriré quién es.

Ella regresó a su casa, entró a su habitación y agarró su laptop, empezando a teclear, buscando información sobre ese tal Aro. Hasta que lo encontró.

Aro Vulturi es uno de los temidos reyes de los vampiros. Gobierna en la ciudad de Volterra, Italia, junto a sus dos hermanos.

Caius Vulturi y Marcus Vulturi. Los tres tienen una guardia de élite que está bajo su confianza. Se les conoce como:

Jane Vulturi, con un don de tortura al que le llama "dolor".

**Alec Vulturi**, su gemelo, es lo contrario a ella. Su don se trata sobre una niebla negra que te quita los sentidos del tacto, la vista, el olfato, el gusto y el oído.

Félix Vulturi es el más grande de los cuatro; no posee ningún don, sin embargo, aporta una gran fuerza al grupo.

Por último está Demetri Vulturi, un rastreador; ningún vampiro o humano se le ha escapado de sus colmillos.

Ahora están los reyes y la princesa.

Aro tiene como don la telepatía táctica. Con solo tocarte, es capaz de ver tus recuerdos y pensamientos.

Marcus tiene como don ver los lazos, ya sean de amor, odio, amistad o hermandad.

Caius, este no posee ningún don, pero se le conoce como el rey sádico con problemas de ira.

Y por último está su hija, una niña híbrida que fue secuestrada por un alquerre rumano. Se desconoce cuál era el don de la princesa, pero se sabe que posee la misma demencia que su padre, disfrutando del sufrimiento de otros. Su nombre era Calista Vulturi.

Eso dejó a la chica sorprendida. Tantos años creyendo que su clan había sido destruido por los rumanos, al parecer seguían con vida. Eso sin duda la emocionó, pero decidió que esperaría la oportunidad perfecta para ir a los brazos del rey rubio, su progenitor.

𝐄𝐥 𝐓𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐓𝐚𝐫𝐝𝐞 𝐄𝐧 𝐄𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 || Caius VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora