𝐄𝐥 𝐓𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐓𝐚𝐫𝐝𝐞 𝐄𝐧 𝐄𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 || Caius Vulturi

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈: 𝐁𝐞́𝐢𝐬𝐛𝐨𝐥

Ambas hermanas se encontraban saliendo de la casa cuando vieron un Volvo estacionado afuera. Calista notó cómo su hermana tenía un brillo especial en los ojos al ver al vampiro, lo que le sacó una sonrisa.

—¡Oye, Cullen! ¡El último en llegar a la escuela tendrá que cazar la comida del otro!

Ella se subió a su moto mientras esperaba a los otros dos. Una vez listos, aceleró la moto, seguida por Cullen.

—¿Qué pasa, Cullen? ¿Es esa toda la velocidad que tiene tu chatarra?

Gritó, sabiendo que él la escucharía. Al provocarlo, él aceleró aún más, lo que le sacó una sonrisa a la rubia, quien también aumentó la velocidad de su moto.

Al llegar a la escuela, ella estacionó al lado de la camioneta de Emmett y vio llegar el auto del cobrizo, quien bajó con su hermana, que se notaba nerviosa. Calista se acercó y abrazó al cobrizo por los hombros.

—Me debes la cena de hoy, Cullen.

—¡Qué tramposa!

Ella soltó una sonora carcajada, que fue seguida por Emmett, quien se acercó y ambos chocaron las manos.

—¿Qué pasa, Cullen? ¿Tan mal perdedor eres?

—¡Cállate, Calista!

Ella volvió a reír y se acercó detrás de su hermana, cargándola entre sus brazos para correr con ella.

—¡Ven y recupera a tu novia si puedes antes de que me la coma!

—¡Calista!

Ella siguió corriendo, mientras todo el colegio observaba, sorprendido de que ambas chicas ahora fueran cercanas a los Cullen, y que una de ellas fuera la novia del cobrizo.

Cuando llegó al salón de su hermana, la bajó.

—Bueno, aquí me despido.

Beso su frente y volvió a correr al ver a Cullen acercándose a ella mientras soltaba una risita burlona.

—¡Créelo, Cullen! ¡Yo siempre gano!

Llegó a su aula y se sentó en el fondo. Minutos después, llegaron el resto y cierto rubio se sentó a su lado.

—Hola, joven Jasper.

—¿Cómo estás, señorita?

—Bien.

Después de eso, ninguno dijo palabra, salvo para la clase. Cuando la clase terminó, ella salió a la cafetería, agarró su bandeja y se sentó con los Cullen.

—¡Aquí llego por quien lloraban!

—Ay, no, ¿por qué no te quedaste con tu hermana?

—Porque prefiero molestarte la eternidad junto a Emmett.

—¡Así se habla!

Ambos chocaron los puños mientras reían, sacándoles una sonrisa a dos rubios, una mirada de reproche por parte del cobrizo y una risita de la duende.

—En fin, hoy habrá tormenta y jugaremos béisbol. ¿Quieres venir con nosotros?

—¿De verdad? ¡Súper! Adoro jugar al béisbol, cuenten conmigo.

—Bien, solo faltará preguntarle a Bella.

—Ustedes tranquilos, yo me encargo. ¡Oye, Bella!

La rubia se acercó a su hermana y esta la miró.

—Los Cullen y yo iremos a jugar béisbol, ¿vienes? Será divertido.

—Claro, ¿por qué no?

—Bien.