Imágenes pasaban una tras otra, primero como el embarcadero del Loto había sido destruido; luego su hijo perdió su núcleo dorado y como aquel mocoso, al que tanto rechazo, dio el suyo a su hijo sin importar lo que pasara con el mismo para luego ser...
A lo lejos escucho su nombre, volteo su rostro para buscar al portador de aquella voz que conocía muy bien. Aquel niño se había convertido en su mejor amigo desde que Madam Yu invito al hermano mayor a una reunión.
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Fue un año después de que Madam Yu colapsara, ella estaba tomando el té en uno de los muelles mientras veía a la distancia a sus hijos jugar en el agua; seguro que si nunca le hubiese sucedido aquello horita estuviera gritando y castigando a sus hijos por perder el tiempo en vez de entrenar y regañando a Yanli por no comportarse como la señorita que debía ser.
Ahora que los veía con detenimiento, un amargo sabor se instalaba en su paladar, si no se hubiese propuesto salvar a su familia y secta es probable que todo aquello que vio en aquel horrible sueño fuera real en ese momento, una vida amarga y llena de resentimientos.
Pero ya no era así, estaban trabajando en su convivencia, en tratar de llevarse mejor, sin odio y sin rencores. Aunque aun le costaba acercarse mas a su esposo, estaba conforme con al menos tener a sus hijos.
Wuxian aun mostraba temerle, aunque el chico prácticamente parece tentar su suerte con su desvergüenza. Aun así, verlo feliz y que sus hijos fueran felices con él era satisfactorio para ella ya que significaba que ellos estarían bien y no sufrirían por culpa de su matrimonio.
Un grito la saco de sus pensamientos y luego una fuerte carcajada resonó en el lugar, Wuxian había lanzado Wangyi del muelle por sorpresa, una risilla escapo de aquella mujer de mirada dura, mirada que ahora se veía relajada y brillante.
Aquellos ojos violáceos brillaban con alegría acompañados de una bella y delicada sonrisa, la mujer no había notado la conmoción que provocaba en sus fieles criadas y aquel que era su esposo, que justo iba a entregarle una carta que había llegado para ella.
- Mi señora - una suave y grave voz se escucho a sus espalda, Ziyuan se sorprendió pero se recompuso rápidamente.
El rostro de la mujer se notaba sereno mientras que por dentro su corazón latía a mil por hora ¿la habían visto reír y sonreír? aun no se acostumbra a que la vean siendo tan suave, ciertamente es fácil decir que cambiara pero difícil de hacer, más no imposible.
