—Serían dos dinares —mencionó la voz baja y perezosa del chico. En cuanto el comprador se fue con el objeto, comenzó de inmediato a cabecear, de brazos cruzados.
La paz no le duró mucho, sintiendo cómo lo agitaban del hombro, lo que lo hizo espabilarse. Dirigió la mirada hacia arriba y vio a su hermana, comunicándose con señas. Le advertía que evitara quedarse dormido mientras estuviera a cargo del puesto.
—Oh, sí... Lo siento —musitó frotándose un ojo. Luego se puso de pie y dejó a su hermana encargarse. Esta, de nuevo usando sus manos para comunicarse, le dijo:
“Gracias por ocuparte, ahora me encargo yo. Una última cosa: ¿podrías ir al pozo por agua y a comprar un poco de pan y manzanas?”
—Sí... Claro —respondió de forma vaga. El muchacho siempre parecía hablar con flojera y desinterés, aunque no lo hacía a proposito.
Se dispuso de inmediato a hacer el mandado de su hermana mayor, tomando algunos dinares, una cubeta y una bolsa de cuero. Salió de casa y primero se dirigió al mercado.
—Lo siento, chico, te falta la mitad —expresó el vendedor.
—Pero... Si ayer estaban a dos dinares... —expuso el joven, quien pensaba comprar cuatro y solo contaba con ocho dinares disponibles para las manzanas.
—Subieron. Así funciona esto —se limitó a responder el hombre con expresión severa. Luego de unos segundos, el chico suspiró.
—Está bien, deme solo dos —pidió. De mala gana el vendedor le dio las manzanas y el muchacho las puso en su bolsa. Después se dirigió a comprar pan, que también había subido de precio y solo pudo comprar uno en lugar de dos.
Sintiéndose hastiado, solo le quedó dirigirse al pozo con la cubeta. Una vez la hubo colocado, movió la polea y esta comenzó a bajar.
“Tara se va a enfadar” pensó el chico mientras tenía la mirada perdida. Luego dio un largo suspiro. Desde que comenzó la sequía, los precios de los alimentos comenzaron a inflarse más y más y no se habían detenido desde entonces. A Sandy realmente le preocupaba que, en algún punto, no pudieran ser capaces de pagar ni siquiera una manzana...
Ensimismado en sus preocupaciones, de repente, sintió mucho sueño. Comenzó a dormitar, casi soltaba la polea... Pero en eso escuchó un bullicio que lo espabiló. En una de las calles aledañas, una chica había salido corriendo... En cuatro patas. Sandy la siguió con la mirada, y entonces se escucharon más y más cerca los trotes de caballos.
—¡Alto! ¡Alto ahí, en nombre del sultán! —ordenaba de manera feroz el general de todos aquellos. Eran un escuadrón de guardias reales.
La aludida, sin embargo, hizo caso omiso y continuó corriendo, el sonido de las cadenas sueltas de sus grilletes rechocando en las piedras calizas de la calle mientras huía. Era increíblemente rápida y se movía de forma absurdamente ágil, como un verdadero cuadrúpedo.
El chico la miraba con absoluta fascinación... Nunca había visto algo así. La fugitiva entonces desapareció de forma escurridiza por otra de las calles.
El joven se quedó pasmado un segundo y luego, en un impulso, soltó la cubeta, que hizo un eco de chapoteo al caer al fondo del pozo otra vez, y entonces comenzó a correr en la dirección en que la otra había escapado, tomando una calle paralela. Todos estaban tan impresionados y atentos en la tropa de soldados y caballos que galopaban por la plaza que nadie le prestó atención al chico que había echado a correr.
La fugitiva iba en dirección oeste, y el general de los soldados, analizando rápidamente la situación, ordenó:
—Iremos por la calle del lado derecho, es más corta respecto a la que tomó, ahí la interceptaremos.
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Narcolepsia (Sandy×Nita)
FanfictionSandy, un chico árabe de clase baja, padece narcolepsia. Un día, Sandy observa la persecución de una esclava fugitiva del sultán. Impulsado por la intriga hacia esta chica, decide ayudarla y mantenerla oculta.