V. Dancing Shoes

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Desperté con el estruendo de fuegos artificiales provenientes del escenario y me froté los párpados con los nudillos. Entonces miré al frente parpadeando varias veces. El jaleo era inmenso y parecía que todo había acabado. Debía volver, seguramente era ya muy tarde. Fue etonces, al palpar la pared a mi espalda para levantarme, cuando me acordé de Alex. ¡Mierda!
Cogí el móvil de mi bolsillo, que milagrosamente había sovrevivido a la guerra de agua, y miré la hora. Ya eran las doce y media, seguro que ya se habían ido, pero ante la esperanza de que Turner me hubiese esperado, corrí hasta el escenario. Ya estaban recogiéndolo, retirando material. Yo lo rodeé para ver si encontraba a alguien conocido, a empujones, entre el público, y así fue. Justo cuando varios brazos de seguridad me barraban el paso al llegar a la valla, vi a Miles bebiendo de una lata y gesticulando. No me quedaba otra, así que grité su nombre.

A la primera me ignoró, tomándome por una fan -que de hecho, era- pero la segunda vez grité más fuerte y llamé su atención.

-¡Dejadla venir!-gritó a los gorilas antes que me echaran a patadas.

Corrí emocionada hasta él y me dio un abrazo al verme la cara. No sabía dónde meterme, a pesar de haber conocido a Alex, me emocionó mucho hacerlo también con Kane. Allí estaban Alex, Matt, Nick, Jamie y un par de chicas más maduras que yo. Alex hablaba con Miles cuando llegué, y el resto de los Monkeys no me prestaron atención. "No debo de ser la única a la que Alex apunta a una fiesta con los chicos", pensé. No podía dejar de creer los rumores sobre Alex.

-Hey, llevamos esperándote un buen rato, ¿dónde te habías metido?-Inquirió Alex acariciándome la barbilla con el dedo índice.

-Lo siento, me he quedado dormida en la caravana-me disculpé.

-La caravana, ¿eh? ¿Has cambiado las sábanas?-susurró Matt a Alex, de manera que pude oírle perfectamente.

Apreté los puños y me sonrojé de rabia, abriendo la boca con ganas de gritarle lo primero que se me pasó por la cabeza. Sin embargo preferí callarme y tomármelo como la broma que era. No me atrevía a levantarle la voz a Matt Helders.

Alex no rió, ni sonrió siquiera, se limitó a darle un codazo que debió de dolerle al batería.

-Chicos, ésta es...-dijo Alex dirigiéndose al resto.

No, no sabía mi nombre, y por ello quedó como un completo imbécil. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza con tanto ajetreo.

-Soy Arabella. Podéis llamarme Ara, o Bella, o como sea- dije, irritada, sin mirar a Matt.

-Me gusta Arabella- dijo Alex antes que nadie más pudiese hablar. Lo hizo con una sonrisa melosa en los labios, intentando conseguir mi perdón a su despiste.

-A nosotros ya nos conoces- sonrió Jamie a la vez que todos saludaban con una sonrisa.-Bueno, ellas son Samantha y Vicky, amigas nuestras.

En ese momento me sentí privilegiada por conocerles, y al fin y al cabo eran simpáticos, como pensé en un principio. Sin embargo, me sentí un muñeco de segunda mano, de usar y tirar, que había sido invitado para su entretenimiento.

Sin más dilación, avanzamos hasta dos coches preciosos, negros, descapotables y caros, que estaban aparcados tras una verja. Nick, Jamie, Matt y las chicas corrieron a sentarse en los asientos acolchados de uno de ellos, conducía Jamie. Miré a Alex y se encogió de hombros.

-Tú y yo vamos a ese, parece. Conduzco yo, tranquila.

No sonreí como lo hizo él, me limité a seguirle y me senté en el asiento del copiloto, con las manos entre mis muslos y la mirada fija en las farolas que iluminaban la calle.
Alex se sentó a mi lado y encendió el motor del deportivo.

{PAUSA} I Wanna Be YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora