01. sueño

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— ¡Roier! Ey mien, pélame vergaa— Valdo le dió un manotazo en su espalda, lo que le hizo dar un jadeo.

— Eeh culero, ¿cuándo te he faltado el respeto? — Roier se sacudió el suéter y apagó sus audífonos.— ¿Qué pasó wey? ¿Por qué tanto pedo?

— ¿No has escuchado? Nombreee si tú eres el chismoso aquí mien.— Valdo frotó sus manos y sonrió con una felicidad traviesa.— ¡Quackity terminó a Luzu!

— ¿Qué? — miró a su amigo, expectante, y confundido sobre todo.— ¿Eso es todo? No es la primera vez que terminan.

— No Roier, ¡no me estás oyendo mierda!— Valdo gritó, llamando la atención de los demás estudiantes. Roier escondió su cabeza en su capucha y aceleró el paso.— Luzu era el que siempre terminaba a Quackity, ¡esta vez fue al revés! Todos lo vieron. Hasta me sorprende que no te hayas enterado wey.

Roier paró. Ciertamente le sorprendía porque cualquier cosa que tuviera que ver con Quackity...lo sabía.
Si sonaba acosador, pero no lo era ¡lo jura!. Es solo que Quackity...¡Dios! le gusta mucho. Probablemente ha tenido un flechazo por él desde hace unos cuantos—cómo decirlo sin que suene patético—¿15 meses?. No lo sabe con certeza, no es como que lleve la cuenta... ¡Lo que sea!
Roier ha tenido un flechazo platónico, en absoluto correspondido por el mayor y no ha dado un paso únicamente por respeto. Sí. Respeto a que el mayor es algo inalcanzable para él y tiene un novio igual de inalcanzable.

No es que sea inseguro o se odie a sí mismo. Tampoco a que tenga una personalidad detestable o sea introvertido. De hecho se considera así mismo como un compañero realmente satisfactorio, amigable y social. ¡Todo su salón era su amigo! Además que muchos lo conocían de vista y creían que era genial. Cool. Pero no se comparaba a Quackity.

Quackity era un egresado de Estados Unidos. Es mexicano pero gano una beca para estudiar en el extranjero por tres años. Pudo quedarse pero él decidió regresar y sus razones son desconocidas. No fue por malas calificaciones porque el chico se mantenía entre los primeros—por no decir el número uno— lugares todo el tiempo. Además que tenía beca de excelencia en México; la cual es difícil de conseguir. Guiaba al equipo de oratoria y guía al de debate desde primero. Era muy joven para tener ese logro; pero aún así lo consiguió y, sonara extraño, pero Roier siente cómo se infla su pecho en orgullo al mencionar y/o pensar los logros de la persona que quiere.
También tiene medallas por competencias de Robótica y Ciencia. La mayoría en primer lugar. Y ojalá tuviera un defecto para que no le gustara tanto; pero incluso para Educación Física era increíble, que fue llevado a Brasil por sus dotes de gimnasia y artes escénicas.

Ah y, claro. no podía faltar. Era bilingüe. Hablaba a la perfección el español, inglés y estaba aprendiendo francés y portugués.

Sí. Quackity era perfecto.

Cada que lo pensaba sentía un hueco en su corazón. No podía ni siquiera posicionarse a su lado. A pesar de su estatura —le gusta hacer bromas al respecto— le quedaba demasiado grande. Y también un error suyo fue que escalará de lo platónico. al principio solo lo miraba por curiosidad. ¿Cómo alguien podía ser así de ambicioso a su edad?. Le sorprendía la cantidad de cosas que hacía en el transcurso del horario escolar, y eso que no compartían todas las clases, entonces imaginaba el duro trabajo que hacía a la semana. Así que se convirtió en admiración. A pesar de tener tantas cosas en la mente, seguir hablando con todos con una sonrisa, apoyando en lo que cada uno necesitará...Pero todo eso se fue a la mierda cuando un día se encontró viendo a Quackity con amor. Como se confundía de idioma en ocasiones, pidiendo ayuda para recordar cómo era una palabra y luego pronunciarla mal. Como se lamia los labios cada que comenzaba a sentirlos resecos. Como sacudía su cabeza para apartar el cabello de su rostro o como le brillaban los ojos cuando alguien le agradecía. Mierda. Eso pensó la primera vez. Pero después se dejó llevar como si fuese un río. Sin oponerse a nada de esto porque Quackity no era perfecto como todos le hacían ver, y sin embargo era precioso; e inalcanzable, como solo él podía manejarlo.

Aún después de todo, creía que tenía una posibilidad si tan solo él...él...

Pero Luzu apareció. Con su sedoso pelo castaño y una sonrisa de ensueño, siendo una leyenda en la escuela—por alguna razón...— y miles de medallas en la pared de premios con sus distintivos logros en artes marciales, arquería, ajedrez, robótica, física y matemáticas. También era mucho más fuerte que el promedio, último grado. Extranjero—para ser específicos, español. ¿Cómo se le ocurre?— y una cantidad de chicas hormonales detrás de él.  Aunque este solo tuviera ojos para Quackity.

Desconocía el cómo se conocieron—probablemente por el club de Robótica, donde ¡claro! Luzu era subjefe— y como se enamoraron. La escuela les decía la pareja de oro. Parecía que jamás hubiesen existido los esteriotipos cuando se trataban de estos dos, porque no había persona en el mundo que no los quisieran.

Tenían una relación de ensueño. Ambos chicos perfectos viviendo una vida de puto ensueño. Entonces, ¿por qué carajos Luzu terminaba con Quackity?

Todos desconocían la razón, pero se había vuelto costumbre que estos dos rompieran—muy notorio porque cuando son pareja están pegados como chicles—y en su mayoría siempre era Luzu quién lo cortaba. Y se sabía porque los chismes corren rápido a pesar de que la fuente sea desconocida.

¡Maldición! Roier daria su riñón solo para ser igual de grande y Quackity lo viera...pero este jodido Luzu lo terminaba cuando se le diera la gana como si fuese un-

— ¿Tas bien wey?

Roier enfocó a Mariana, que estaba enfrente suyo.— ¿Eh?

— Como que te perdiste wey, me asuste pensé que habías quedado como caldo de verduras, puro vegetal— Mariana se rió de su propio chiste y seguramente Roier se hubiera reído con él si no estuviese descolocado.

— Explícame eso otra vez wey, ¿cómo que Quackity terminó con Luzu?

— Pues sí, fue en la cafetería y Quackity le dijo "¡vuélvete a cagar y culpa al gato si quieres, pero tú y yo ya no somos nada!" y ¡zas! que le avienta su sudadera todo emo del pinche Luzu wey y que se fue.

Roier negó y le abofeteó la cara con poca fuerza.— Tas menso, mejor llamo al Aldo.

Sacó su teléfono y comenzó a marcar el número de su otro amigo. Mientras Mariana se puso a platicar con una compañera suya, relatando lo mismo.

"—Oye Aldo ¿cómo está eso que Quackity terminó con Luzu?"

"—Sí weeeey na mames se pasó de verga el Cukitis. Le dijo algo de cagarse al gato o una mierda así, mejor llámale al Valdo, él sabe más."

Aldo terminó la llamada y Roier miró su teléfono, sintiendo un extraño deja vú.

— No te la puedo creer.— Roier susurró. ¿Esto que significaba para él?.— Mariana, pellízcame y júrame que esto es verdad.

El más alto le jaló un pezon a lo cual Roier gritó alto.— ¡Pendejo! Así no, estupido...

Mientras Roier se seguía quejando. Mariana le puso la mano en el hombro y le sonrió.— ¡Es tu oportunidad! Por fin vas a poder entregarle el culillo a tu amado.

Roier dejó de quejarse, y se dió cuenta de las posibilidades.

Sí, tenía miedo de acercarse a Quackity por ciertas inseguridades, pero también porque tenía pareja y de cierta forma intentaba respetar—aunque no mucho—esa relación. Aunque dentro suyo existía la fantasía de enamorar a Quackity con su carisma y que se olvidara del pringado de Luzu y su sonrisa perfecta.

— Sí...tienes razón.

— Pero deja de sonreír así míen que me tembló el fundillo.

Roier lo ignoró y revisó su teléfono. Eran las 10:43 y estaba justo a tiempo para su clase de ciencias sociales, una de las pocas que compartía con Quackity.

Quizá, no...era su momento.

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