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Un nuevo día para Mingi era igual a nuevo caos estético, muchas noches se cuestionaba porqué era cirujano y no un mortal que trabajaba en una cafetería harto de su vida con un sueldo por el suelo.

—¿Podría decirme su edad?—preguntó Mingi escribiendo los datos del paciente en su computadora, no recordaba que se hicieran tantas cirugías estéticas en el hospital.

—Tengo veintidós años.

Mingi apartó la mirada del computador y observó a su paciente, una chica había entrado a su consultorio pidiendo un aumento mamario, ella se veía bastante nerviosa y asustada por estar con él, Mingi no entendía perfectamente el porqué hasta que leyó el historial médico y su ficha, comparando los datos se dió cuenta de que la chica le estaba mintiendo ¡Una adolescente entró sin un adulto responsable a su consultorio! Debía contactar rápidamente a los padres de la chica si no quería una nueva demanda, no podía operar a una adolescente de dieciséis años.

—¿Cómo sé que no me estás mintiendo?—estiró su mano al teléfono y lo acercó a él agotado, era tan común que ya estaba acostumbrado a las situaciones de adolescentes que le mentían para modificar su cuerpo.

—No miento, señor—chilló.

—Llamaré a tus padres, no puedo operar menores de edad sin la aprobación de un mayor de confianza.

—¡No lo haga!—exclamó negando con sus manos.

—¿Por qué no?

—No deben enterarse de esto, nunca me dejarán hacerlo.

Mingi parpadeó un par de veces y luego suspiró marcando los números que veía en la pantalla, estaba harto de los críos que se creían independientes de sus padres y los odiaban sin razón alguna.

—Lo siento, no puedo operarte sin permiso de ellos—llevó el teléfono a su oído y sonrió al ser atendido de inmediato, la chica había perdido el color— buenos días, hablo desde el hospital Buena Vida de Seúl, soy el cirujano Song Mingi ¿Hablo con Kim Jimin?

Algo de lo que también estaba harto eran las peleas de padres e hijos en su consultorio, mientras ellos peleaban él trataba de detenerlos, pero era bastante inútil hacerlo, ninguno lo escuchaba así que no le quedó de otra que sacarlos de allí, extrañaba a las mujeres mayores que iban a su consultorio para una reconstrucción mamaria o a los jóvenes idiotas que se destrozan la nariz en peleas callejeras ¡Ellos valían la pena! No adolescentes malcriados que buscan desafiar a sus padres solo por satisfacción propia.

Las once en punto apareció en su reloj y se estiró pensando seriamente si ir al comedor o quedarse en su oficina durmiendo un rato, sus malos horarios de sueño se estaban volviendo una rutina bastante agotadora donde solo dormía tres horas y se mantenía vivo a costa de café, Yunho muchas veces lo trataba de matar cuando lo hacía, pero podía huir bastante bien.

—Toc toc—escuchó golpecitos en la puerta y subió la mirada, era Wooyoung.

—Entra.

Wooyoung entró en la oficina y tiró unas bolsas en el escritorio antes de iniciar a quejarse de su vida como era de costumbre. Wooyoung siempre tenía algo de lo que quejarse, su vida era tan rara que todos los días volvía con algo nuevo.

—Ordené para los dos, tenía pensado en comer con los demás pero Seonghwa está en un caso, San en terapia y Jongho no quiere hablar con nadie así que solo me quedas tú, ordené comida americana...¿tú estás en el equipo de Seonghwa?—preguntó con curiosidad.

—Solo opero con ellos cuando me necesitan, el equipo de Seonghwa son Hongjoong, Jihoon, Taeyeon, Jiwoo y anteriormente San, pero ya no está así que están buscando un nuevo neurólogo para su equipo.

𝘿𝙊𝘾𝙏𝙊𝙍 𝙋𝘼𝙍𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora