Capítulo 4: Una velada placentera (Primera Parte)

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Yibo no esperaba que sucediese de esta forma. Había sido volteado bocabajo y ahora se encontraba sin pantalones siendo penetrado por los largos dedos de zhan. Estos rozaban perfectamente su prótasta provocándole altos gemidos de placer, pero zhan quería más. Alzó sus caderas y las acercó hacia zhan buscando chocar contra su entrepierna.

"Venga, fóllame. No quiero correrme con tus dedos cuando puedo tener tu polla dentro de mi." Era el único pensamiento que rondaba por la cabeza de yibo.

Zhan separó las grandes y carnosas nalgas de yibo admirando la vista frente a él, después agarró más lubricante y lo esparció sobre uno de los plug anales de la bolsa.

El tamaño era de unos 6 centímetros y el extremo superior estaba adornado por una espesa cola de zorro. De un  empujón el plug se introdujo con fuerza y yibo gritó al sentirse invadido por algo más grueso y largo que los dedos de zhan.

—Ahora si te pareces más a tu especie —dijo el hombre con sorna, observando a yibo que no paraba de sacudir sus caderas y gemir sin control—. Mírate, gemiendo y moviendo el culo como la zorra que eres. Ni siquiera te hace falta una polla de verdad para tenerte así.

Con una mano agarró el pene erecto de yibo y le dio un suave apretón recibiendo un agudo quejido por parte de yibo.

—No...No así...mete-métemela...

Su voz era un susurro, su cuerpo se sentía tan bien cuando el plug presionaba sus paredes internas y cada vez que zhan lo extraía para volver a insentarlo rozaba esa zona tan sensible y placentera que le hizo sentirse al borde del orgasmo.

— ¿Acaso eso fue una orden?

Zhan tiró de los castaños cabellos del hombre y alzó su cabeza para hablarle al oído.

—Escúchame bien, zorrita. Yo soy quien da las órdenes aquí y vas a cumplirlas a menos que quieras quedarte sin correrte por todo un día —dijo presionando la base de la polla de
yibo—. ¿Entendido? 

— ¡Ah! ¡Si, si, si, si! ¡Lo entiendo! ¡Lo entiendo!

—¿Qué pasó con el "marido"?

— ¡Lo entiendo, marido! ¡Tu esposa no lo volverá a hacer!

Satisfecho, zhan soltó el miembro de yibo provocando que este se corriese sobre una parte de las sábanas y su abdomen.

—Recuerda tus palabras. No me gusta repetirme. Ahora ve a lavarte.

Yibo asintió con una mirada perdida, marchándose con piernas temblorosas hacia el baño. Mientras tanto zhan agarró su celular y pidió que cambiasen las sábanas. En 5 minutos, una sirvienta apareció frente a la habitación.

—Date prisa y... —observó los juguetes sin saber qué hacer—, solo acomoda todo lo demás en las bolsas.

La sirvienta no se atrevió a demorarse y terminó su trabajo en 10 minutos, justo cuando iba saliendo se encontró con yibo, lo saludó sin verle a los ojos y siguió caminando con un rostro sonrojado y una sonrisa de oreja a oreja. Debía informar a sus compañeras sobre tal descubrimiento.

Una vez solos, zhan tomó la iniciativa para hablar.

—Mañana daré una fiesta para celebrar el cierre de un negocio. Más te vale comportarte bien frente a los invitados. Yibo no habló, solo afirmó con su cabeza. Su mirada seguía ausente, así que zhan lo dejó acostarse en la cama.

— Vamos a dormir.

Pronto su cintura fue rodeada y una pequeña cabeza se apoyó sobre su pecho, zhan solo suspiró y apagó la luz.

A la mañana siguiente, zhan fue el primero en levantarse y al observar el rostro dormido de yibo se sintió un poco confuso. Cada vez que se despertaba, yibo se había marchado a desayunar o simplemente a dar un paseo esperando a que zhan se fuese a trabajar.

En todo su vida de casado, él y yibo nunca habían compartido la cama de manera tan pacifica. El último le gritaba nada más llegar la noche e inclusive los primeros meses fue echado de la habitación, todo esto cambió una vez zhan se dio cuenta de que estaba siendo demasiado tolerante con el muchacho.

A partir de ese momento decidió hacer oídos sordos a sus quejas. ¡Esta era su habitación también! Yibo incluso pidió más almohadas creando un fuerte a su alrededor, las cuales zhan devolvió al día siguiente. Definitivamente no tomaría provecho de un hombre tan molesto y quisquilloso como yibo.

Rebobinando a la noche anterior, zhan pensó que pudo haber sido demasiado duro con el muchacho, sin embargo no hubo ninguna queja por parte de este. Al contrarios, todo apuntaba a que disfrutaba ser dominado. ¿Quién lo habría dicho? ¿Por qué su actitud sufrió un cambio tan radical en solo un dia?
Demasiadas preguntas rondaban su cabeza, pero decidió dejarlas a un lado cuando yibo se revolvió junto a él.

Ojos negros y castaños se encontraron. Al ver a zhan despierto, yibo sonrió.

—Buenos dias, esposo. ¿Dormiste bien anoche? –dijo mientras se estiraba perezosamente como un gato.

—Un pulpo estuvo apretando mi cuerpo toda la noche.¿Cómo crees que dormí?

Zhan puso sus codos sobre la almohada y apoyó su cabeza sobre sus manos para obtener una mejor vista desde arriba.

—No me dejaste hacerme cargo de ti, así que me siento muy insatisfecho.

Un puchero infantil apareció en los delicados labios de yibo.

—¿No te gustó? Antes no parecías tan descontento.

Zhan levantó una ceja incrédulo.

—¡Me encantó! —Respondió entusiasmado yibo—, pero también quiero hacer que te sientas bien. Así que...

Yibo se sumergió debajo de las sábanas luego de lanzar una mirada pícara hacia el hombre, pero antes de llegar a su entrepierna, sus cabellos fueron agarrados y tirados hacia arriba para enfrentarse al rostro de zhan.

— ¿Acaso te pedí que hicieras algo? Parece que no aprendiste nada anoche.

— Tal vez si me lo repites mucho dejo de ser tal olvidadizo.

La mirada de yibo bajó recorriendo con lujuria el cuerpo descubierto de zhan.

Antes de poder contestar a esa atrevida provocación, se escucharon varios golpes en la puerta.

— ¡ Yibo, tu querída tía está aquí! ¡Deja de pretender dormir y ven a saludarme!

Yibo no reconoció la voz chillona proveniente de afuera de la habitación, pero el ceño fruncido de zhan le informó que no era bien recibida por su esposo.

El silencio reinó en la habitación antes de que la voz volviese a gritar.

—¿No vas a contestar? — preguntó yibo curioso al ver a zhan aún en la cama sin intención de salir y atender a la mujer.

– ¿Por qué debería? No es mi tía –dijo para después cubrirse con la sábanas pretendiendo irse a dormir.

  ¡Esposo, Tu Esposa Necesita Un Castigo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora