Capítulo 5 El Reencuentro

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16 de junio de 2022

El departamento estaba completamente en penumbra. El reloj marcaba las once de la noche y no había señales de Jin por ninguna parte, así que entró sigiloso y colocó su maleta, su bolso de viaje y su saco en el piso del recibidor.

Sin encender las luces, caminó hasta la habitación y notó que la cama estaba impecablemente tendida, aparentemente todo estaba en su lugar, como si el sitio hubiese estado deshabitado por varios días.

Permaneció inmóvil por un momento, hasta que repentinamente sintió un fuerte agarre en su cintura, arrancándole un inesperado grito por la sorpresa y el susto que esa acción le provocó.

–¿Por qué me haces esto Jungkook? –escuchó decir a Jin con la voz apagada mientras seguía sujetándolo con fuerza desde atrás, pegando su pecho contra la espalda del maknae.

–No lo sé ­–dijo entre sollozos— Me faltó valor para verte a la cara, porque una vez más te fallé y aunque no lo creas, me duele ser tan mierda contigo, ya que tú no mereces que te trate así.

Jin lo soltó para sujetarlo de los hombros y darle media vuelta. Cara a cara, apenas pudo distinguir las facciones de su hermoso Bambi, pero sabía que, efectivamente, estaba llorando con sincero arrepentimiento.

—Me dolió mucho lo que me hiciste, pero más me dolió que no me llamaras por lo menos para tranquilizarme. ¿Qué te pasa Jungkook? ¿Por qué me tienes miedo? ¿Qué tan malo puede ser lo que hiciste como para actuar de esa manera? Sabes que siempre te he apoyado en todo y cualquier cosa que quieras contarme, siempre estaré dispuesto a escucharte.

—Te llamé, pero no contestaste. Así que ya no quise insistir, sabía que estabas furioso y yo... yo estaba en ese momento muy perturbado.

—Así es. Estaba enojado, decepcionado, ¡dolido! Sólo marcaste una vez y te diste por vencido, ¡mientras que yo te marqué decenas de veces y te envié muchos mensajes que ni siquiera viste! —alterado le reclamó Jin —Llegaste a Corea y me enteré por terceras personas que estabas en la isla de Jeju con Jimin y tus amigos y ni siquiera pudiste tomar el teléfono para intentar arreglar las cosas.

Jungkook fue quebrándose más y más, sus sollozos cobraron fuerza y ya ni siquiera respondió a los reclamos. Jin tenía razón. Contestar mensajes o devolver las llamadas no eran rasgos característicos de él. Incluso cuando quiso hacerlo, bastó con que Kangdae lo regañara, para que desistiera de su intento por comunicarse con su yeobo.

—Perdóname, por favor perdóname —le suplicó Jungkook hecho un mar de lágrimas y con la cabeza gacha —Te diría que no volverá a pasar, pero ni siquiera yo estoy seguro de cumplir mi palabra porque a veces ni yo mismo me entiendo. Últimamente mi cabeza ha sido un desastre, tengo muchas presiones por parte de la empresa que sólo quiere perfección en mí y sé que te estoy sacrificando.

Apenas terminó de expresarse, cuando Jin lo sujetó fuerte de las mejillas y estampó sus labios en los de él. Era su manera de decirle a su amado Bambi que lo entendía y que estaba dispuesto a seguir con la relación.

Fundidos en un profundo beso, Jin comenzó a desabotonar la camisa de Jungkook, quien, a estas alturas, se sentía un poco más aliviado de que una vez más, su amado hyung lo estaba perdonando. Cómo amaba a ese hombre.

Las ropas de ambos cayeron una a una al suelo y sin perder tiempo, el mayor lo recostó en la cama colocándose encima de él mientras llenaba su cara con suaves besos, para luego, detenerse en otro profundo beso en sus labios. Sus bocas ardían por la creciente pasión y la temperatura de sus cuerpos también iba en aumento.

Jin colocó sobre sus hombros las piernas de Jungkook para tener un mejor margen de maniobra. Quería estar dentro de él, disfrutar todo su ser y comprobar una vez más que el vínculo entre ellos seguía siendo tan fuerte como al principio, pero, mientras besaba los fuertes pectorales de su lindo conejito y se preparaba para hacerlo suyo una vez más, Jk tuvo una reacción inesperada.

—¡Nooo! ¡No me toques! —con fuerza empujó a Jin hacia un lado de la cama y se levantó de inmediato para dirigirse al baño, poniendo de paso el seguro de la puerta para que no intentara entrar.

Desconcertado, Jin se sentó en la cama y sus ojos se cristalizaron por las lágrimas. No podía creer lo que Jungkook acababa de hacer. Lo había rechazado, algo que jamás había ocurrido antes, ni siquiera cuando ambos estaban muy cansados se resistían a las caricias del otro.

Definitivamente algo andaba muy mal. Jin no sabía que pensar al respecto. En primera instancia tuvo el impulso de seguirlo hasta el baño y ordenarle que lo dejara entrar, pero él no era así. Jamás lo forzaría a hacer algo que él no quisiera. Así que mejor optó por levantarse, tomar sus prendas de vestir y en cuanto estuvo listo, salió del departamento.

La exclusiva zona residencial donde vivían no sólo ellos, sino también Namjoon y los padres de Jin, tenía una vigilancia muy estricta, por lo que en cuanto salió a tomar algo de aire fresco en uno de los jardines que rodeaban el lujoso edificio, se le acercó uno de los guardias que vigilaban la zona.

—Buenas noches señor Kim. ¿No puede conciliar el sueño?

—Buenas noches —respondió con cortesía —Efectivamente, creo que esta noche no podré conciliar el sueño.

—Cualquier cosa que necesite estaré cerca —le dijo el guardia, quien sólo se había acercado para cerciorarse que se encontrara bien, pero sin intención de invadir su espacio y su tiempo.

—Gracias —respondió con amabilidad y vio como el vigilante se fue alejando poco a poco. Cuando miró hacia el cielo despejado de nubes, vio la luna brillando en todo su esplendor y a su lado, una estrella brillante parecía hacerle compañía.

—Hasta la luna parece tener mejor compañía que yo —dijo soltando un profundo suspiro al tiempo en que el cantar de los grillos se escuchaba en el jardín.

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Jungkook estaba sentado en el suelo del baño con los ojos muy abiertos posados en la blanca y fría pared, como si ahí buscara la imagen que intentaba recordar. Sus labios temblaban y por más que se esforzaba en recrear la escena donde él estaba en una cama desconocida con alguien encima que lo estaba abusando mientras que él no podía moverse, no tuvo éxito. Lo que más recordaba era el dolor en su parte baja por la brusquedad con que lo estaban penetrando.

En su intento por recordar lo que pasó en aquella perturbadora mansión de Nueva York, tomó una bata y salió del baño para sacar del bolsillo de una de sus chamarras guardada en el closet, un frasco con pastillas cuyos efectos relajantes, le podrían ayudar a desbloquear su memoria y calmar la ansiedad.

Cuando se dirigió a la cocina para tomar un vaso con agua, creyó que ahí encontraría a Jin, pero no tardó mucho en darse cuenta que no se encontraba en el departamento.

Con tristeza, bebió el agua y tragó la píldora. Sabía que había lastimado a Jin con su rechazo, pero no podía arriesgar a la persona que más amaba en el mundo.

—Perdóname yeobo, pero lo hago por tu bien —susurró al tiempo en que sus ojos comenzaron a hacerse cada vez más pesados. Rápidamente dirigió sus pasos a la habitación, se desplomó en la cama y cayó en un profundo sueño.

CONTINUARÁ

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