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2.Mi rutina es sencilla, despierto y sufro.
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Kanako era por decirlo, una persona entrañable, su día a día peleando con sus fantasmas del pasado pero ahora, su mayor problema y su dolor de culo se centraba en una estudiante.

Ella no creía que algo como eso volvería a suceder, que alguien llamaría su atención tan fuertemente al punto en que Kanako se quedaría absorta mirando cada pequeña cosa de esta.

Llamala acosadora o lo que quieras pero ella definitivamente no lo era, tenía sus razones ¿bueno?

Primero ¿por qué hizo esa pregunta? segundo, ¿por qué parecía tan segura, autoproclamandose "hetero"? ¡Claro, claro! Kanako no era nadie para decidir eso, ni tampoco estaba asumiendo pero tal vez, ella vió algo en su mirada, algo distante y lejano en sus ojos.

Te traía cierta melancolía al perderte en esos ojos café y Kanako, de verdad que quería zambullirse en ello sin importar el riesgo, ¿por qué? Ella no lo sabía pero tenía una pequeña idea que involucraba su pasado.

Se sacudió visiblemente cuando una oleada de viejos recuerdos la azotó, se mordió el labio mientras el molesto sonido de lápiz chocaba contra la mesa.

Una mano se posó sobre su hombro y salió de sus pensamientos, levantó la vista encontrándose con Maeda, quien le daba una sonrisa familiar y la hacía sentir cálida.

— No sé qué pasa por esa cabeza tuya pero has estado así, por no exagerar un par de semanas —Maeda habló mientras se sentaba a su lado, ofreciéndole una sonrisa amistosa.

Estaban en el comedor por lo que no debía preocuparse mucho o sentirse juzgada al hablar de sus cosas, que si bien en poco tiempo, habían armado un pequeño ritual de reunirse a una hora específica para chismear o hablar sobre traumas.

Y Kanako, no hablaba sobre traumas, no señor, prefería escuchar mil veces a Aika chillar sobre su mirada encontrándose con la de su crush por microsegundo y oye, ese no era un impedimento para sacar de sus casillas a Aida, no, no, Maeda y Kanako tenían ese bichito burlón que les hacía molestar a Aida, cada vez que estaban cerca de la pelinegra, claro que si.

Oh, hablando de Aika, Kanako había logrado arrastrarla al lado oscuro o también llamado gaylandia, después de un poquito de ligera presión (por favor que nadie les juzgue) lograron que Aika aclarara sus pensamientos respecto a Rikako y ahora no podía evitar enviarle ojitos de corazón.

¿Quién no se derretiria con esa preciosura? Por supuesto que Rikako, esa Pitufina gruñona que no hacía más que notar su presencia con fuertes pisotones, que Maeda y Kanako ignoraron a favor, convenciendo a Aika de que sólo era un duende que se había escapado de algún hueco de la biblioteca.

Lo cual ingenuamente creyó, pero oye, que se desviaba de tema, ¿en que estaba? Ah, ya, sobre su dolor de culo y sus pensamientos al respecto.

— Sólo... hay una amiga de cierta amiga que cree que una amiga es gay pero esa otra amiga no lo acepta, entonces ¿qué debería hacer esa amiga al respecto? —preguntó mientras intentaba ocultar su risa nerviosa.

Maeda la escrutinio con la mirada, sin caer totalmente a sus palabras, a medida que los segundos pasaban Kanako sentía el sudor caer por su frente, al final Maeda lo dejó y se encogió de hombros.

Hetero. (Próximamente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora