Capítulo 1: El comienzo de un sueño

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Greta Ballasco, desde niña tuvo una gran afición por los autos, más que por las muñecas, y no es por ser poco femenina, claro que no, ella era la menor de cuatro hermanos, todos varones a excepción de ella, su mundo era el taller mecánico de su padre, la herencia familiar, así decía su padre siempre, quién siempre soñó con que alguno de sus hijos siga su camino y sea un gran mecánico automotriz, el mejor de su pueblo, como él, pero muchas veces los padres desean una cosas y los hijos quieren otra, y así fue en el caso de la familia de Greta, todos sus hermanos optaron por diversas ocupaciones, menos la que su padre hubiera deseado, solo Greta lo hizo, ella desde chica aprendió a amar y valorar el trabajo de su padre, y allí entre llantas, llaves y grasa de vehículos, empezó a dar sus primeros pasos en el mundo de la mecánica automotriz.

Greta no quería ser tratada como la princesa de casa, ella deseaba ser el orgullo de su padre, y para ello, ella sabía que debía continuar con la herencia familiar, aquella herencia que no solo les dio de comer a todos, sino, además, tenía un gran significado para el padre de Greta, pues él junto a su fallecida esposa lo fundaron.

Greta decidió seguir la carrera de su padre, y así convertirse ella en su sucesora, a ella no le importo que esa profesión solo la elijan varones en su pueblo, después de todo ella había vivido 18 años rodeada de 4 hombres, hasta que sus hermanos se independizaron y la dejaron solo a ella y su padre, por lo tanto, un mundo de hombres para ella, no era algo que le generara temor, ella solo quería que el "Taller Ballasco" nunca deje de funcionar.

Y así fue como decidió entrar al Instituto Tecnológico del Pueblo, para ella fue sencillo ingresar a este, ella siempre fue una buena alumna, por ende, sus notas le permitieron calificar para la carrera que ella eligiera en el instituto de su pueblo o de cualquier otro pueblo, hasta de una universidad, pero ello prefirió los estudios técnicos al igual que su padre.

Su primer día de clase no fue nada sencillo, desde que llego al aula, los murmullos empezaron.


—Una chica.

—Es bonita.

—¿No se habrá equivocado de aula?


Eran algunos de los comentarios que Greta logro escuchar, claro ella a ninguno de ellos hizo el menor caso, ella tenía un sueño, y tenía que cumplirlo. Ella estaba conciente que lidiar durante 3 años en un aula donde en su mayoría eran varones no sería algo sencillo, pero también sabía que ella era capaz de soportar ello y más, no por algo era una Ballasco.

Las horas que paso Greta en su primer día de clase fueron muy valiosas para ella, tanto así que al llegar al taller de su padre no así más que hablar de todo lo que había aprendido.


—Estoy muy orgulloso de ti hija — pronunció su padre, mientras llevaba una de sus manos a la altura de uno de sus hombros.

—¿Te sientes mal padre? — dijo Greta, al ver a su padre un tanto pálido.

—No es nada hija, solo cansancio y esta artrosis que día a día me causa más molestia — respondió el padre de la joven.

—Papá, yo puedo hacerme cargo del taller...— decía Greta.

—No, claro que no, por ahora tú estudia, solo dedícate a ello Greta — contesto el padre de la joven.


Pero Greta no era la única que daba inicio a un sueño, en otra ciudad otro joven volvía a su casa, tras su primer día de clase, con una enorme sonrisa tatuada en sus labios, todo había salido como él lo pensó y ello lo llenaba de satisfacción.


—¿Cómo te fue hijo? — decía la madre de la joven, mientras colocaba un plato sobre una mesa.

—Excelente madre — respondió el joven, tras colocar su desgastada mochila, sobre una vieja silla.

—¡Qué bueno hijo! — añadió la mujer.

—Me encontré con Rayan — pronunció el joven.

—¿Estudiará lo mismo que tú? — contesto la mujer.

—Sí — respondió con cierto desgano el joven.

—Fred, no te expreses así, cualquiera pensaría que ello no te da gusto, y yo sé que ello no es así — agrego la mujer.

—Sí, es cierto, ello no es así, Rayan es mi mejor amigo, y me da gusto que estudie en el mismo lugar que yo, pero ¿por qué la misma carrera?, quedamos en que él estudiaría administración y yo mecánica automotriz, ya que así uno sería el administrador de nuestro futuro negocio y el otro el jefe del personal, pero ¿ahora qué haremos?, y todo ¿por qué?, porque el niño entendió al revés las cosas — decía Fred con calma.

—Hijo, ambos pueden ser socios, jefe de los empleados y administradores, ¿no? — respondió sonriendo la mujer.

—Bueno, creo que sí, aunque el tener más funciones aumenta la carga laboral, pero podremos hacerlo, además pensándolo bien, será divertido tener a Rayan de compañero de aula — decía Fred.

—¿Divertido? — contesto la madre del joven, mientras colocaba otro plato en la mesa.

—Sí, es que Rayan es muy ocurrente — respondió Fred sonriendo. 

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