Capítulo uno: La subasta

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El invierno es la estación en la que hasta los sentimientos se ven afectados por el frío, pues a mucha gente le llega el síndrome de la depresión invernal.

"Demonios, hoy de verdad no deseaba levantarme de mi camita... "dijo algún estudiante de por ahí.

"Entonces no lo hubieras hecho. "respondió su amigo de forma seca.

Las clases iniciaban para algunos estudiantes, y para otros, llegaban a su fin. Estando en el último semestre del grado de preparatoria, Hwang Hyunjin, un estudiante promedio con grandes cualidades artísticas, debía prepararse para ir a clases después de comer su sopa de wontón que había comprado en la cafetería; el chico se había sentado junto a la ventana, sintiendo la calidez de los rayos del sol ayudar a guardar la temperatura de su cuerpo, sin mencionar que el lugar se sentía cálido, y aunque los estudiantes alrededor caminaban como zombis deprimidos debido al síndrome de la depresión invernal, todo estaba tan tranquilo y, de alguna forma, se sentía acogedor.

"Debo ir a clases... tengo ecología en un par de minu...tos... " decía el joven estudiante, mientras veía la hora en la pantalla de su celular, hasta que de alguna forma, se quedó dormido.

No sabía si lo había soñado o era parte de la realidad, pero un sonido de algo rompiéndose resonó en la cabeza del joven adormilado sobre la mesa de la cafetería junto a la ventana, lo cual vino acompañado por una voz y varios toques en el hombro.

"¿Hwang Hyunjin? Joven, ¿no tiene alguna clase a la cual acudir? Ya se le hizo tarde...".

La cara adormilada del joven reflejó un par de ojos parpadeando ligeramente, seguido de un bostezo, y finalmente, una expresión llena de terror.

"NO ES POSIBLE, ¿QUÉ HORA ES, SEÑOR?" preguntó Hyunjin, evidentemente aterrado.

"Soy una dama" dijo la cocinera, cuya voz y aspecto físico eran algo toscos, por lo que realmente era fácil de confundir.

Hyunjin entonces la miró perplejo, pero para entonces ya se había levantado de su asiento y se dirigía hacia la salida.

"Discúlpeme en verdad, lo siento mucho..." dijo Hyunjin, apenado.

Dando unas cuantas reverencias, salió de la cafetería, tropezando con un pequeño macetero que se encontraba junto a la salida.

"¡Woah!" exclamó Hyunjin, quien después pensó "Eso estuvo cerca...".

Un momento después, recuperó el equilibrio y se dirigió al salón donde debía estar. Sin embargo, enseguida fue enviado a la oficina del subdirector de la escuela.

"Espero que no me castiguen..." pensaba Hyunjin, inútilmente esperanzado.

Momentos después...

"Hwang Hyunjin, está castigado" dijo el subdirector de la escuela, con un tono severo- su castigo le será enviado a su correo con todos los detalles que debe seguir, como hora, fecha y otras especificaciones.

"...de acuerdo, señor director" contestó Hyunjin resignado.

"Soy el subdirector..." respondió el mayor.

"...Ah, es verdad" dijo Hyunjin, sintiendo que la boca y los ojos se le abrían un poco de más, y sintiendo algo de vergüenza por ello.

"Ya váyase" dijo el subdirector, dando fin a la charla y volviendo a jugar a la baraja en su computador.

"Sí..." dijo Hyunjin, antes de tomar sus cosas y retirarse de aquella oficina.

El horario de los estudiantes iba de las 7 de la mañana a las 5 de la tarde, un periodo de 10 horas en total, y a Hyunjin eso lo agotaba demasiado, pues como todo estudiante promedio, todavía debía estudiar 2 horas después de clases, y dedicarle otras 3 horas a realizar tareas, siendo en total 15 horas al día lo que le dedicaba a la escuela. Sin embargo, en el caso de Hyunjin, quien asistía al club de arte, debía realizar por lo menos una obra a la semana para obtener puntos correctamente. Contando esto, le quedaban aproximadamente un par de horas para relajarse al día.

Bin, esta flor es para tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora