Todo parecía fuera de sí desde que el Rey y su ejército habían vuelto de Puerto Gaviota a Desembarco del Rey. Con el semblante triste como nunca antes, con el pesar de la derrota y con los ojos llorosos el Rey Jacaerys Targaryen había llegado a la Fortaleza Roja y lo primero que había hecho era abrazar a su esposa como nunca antes lo había hecho. El miedo, la pérdida, el dolor se notaban desde lejos en sus ojos.
En el momento que lo vio el príncipe Jaehaerys supo que había muerto alguien. No sabía con exactitud quien, pero lo presentía. Fue cuestión de tiempo para que la noticia de esparciera por todo el lugar. El príncipe consorte de la Reina Rhaenyra había muerto en batalla. Habían recuperado su cuerpo de entre las llamas, pero el ejército se había retirado de inmediato dejando a la deriva las Islas del Hierro.
– Abuela – Jaehaeys había llegado corriendo hasta el Torreón de Maegor donde estaban los aposentos de Alicent Hightower – El príncipe Daemon – la Reina viuda lo miró impaciente – Está muerto.
Ella no supo cómo sentirse con respecto a eso. Le daba un poco de alegría que Daemon Targaryen estuviera muerto, después de todo él había contribuido mucho a la destrucción de su familia. Había instruido a la puta de hija para llevarse a Aemond, había hecho que Aegon se pusiera en su contra y sin mencionar que siempre usó a Rhaenyra a su conveniencia y la guió para que tomara un camino pecaminoso.
Pero aún así no podía evitar sentirse del todo feliz. Ahora Daemon era considerado un héroe, un mártir y seguramente Jacaerys haría todo tipo de conmemoraciones en su honor. Pero si era sincera, era extraño que las personas con las que siempre estuvo ahora estuvieran muertas. Su esposo, su padre, Rhaenyra y ahora Daemon.
– Hiciste bien en venir a contármelo de inmediato – le dijo a su nieto mientras le acariciaba el cabello.
Habían pasado al menos cuatro o cinco años desde que Jaehaerys había decidido quedarse en Desembarco del Rey y aunque Helaena protestó innumerables veces la voluntad de su hijo no se dobló, y Aegon le mencionó que quizás eso era lo mejor para el niño.
Alicent no iba a mentir, tener a Jaehaerys con ella era lo mejor que le pudo pasar. Tenerlo cerca era una garantía de que lo podría moldear a su gusto, y lo estaba logrando. Lo único que ella no había logrado influenciar por completo era su amistad con Reid, a quien él se aferraba. Incluso al niño parecía agradarle Daena y Jacaerys, y los demás de estos.
Quizás en algún momento esa amistad incluso podría ser benéfica.
– ¿Viste al Rey? – preguntó ella.
El niño asintió.
– Se ha ido con la Reina de inmediato. Se notaba... no lo sé... diferente.
Alicent levantó una ceja.
– Es que... él siempre es tan... ya sabes... imponente – dijo el chico con un atisbo de admiración y respeto en su voz – Siempre sabe que decirnos, lo he visto darle órdenes a todo el mundo y bueno, ha sido extraño verlo así. Parecía que incluso iba a llorar.
La Reina viuda suspiró, pensando su siguiente jugada. Quizás ella no lo había notado antes, pero ahí estaba. Jaehaerys admiraba a Jace, quizás incluso este le estaba dando más cariño y atención que su propio padre. Debía actuar pronto si no quería que él niño olvidara todo lo que ellos le habían robado.
– ¿Cómo va tu relación con tu padre? – preguntó ella.
Él tragó saliva incómodo. No le gustaba hablar de eso.
El príncipe Aegon, su padre, había mejorado en muchos aspectos. No bebía, no salía de la Fortaleza a altas hora de la noche y ya no se acostaba con medio mundo. Quizás hubieran podido llevarse mejor de no haber sido por esa noche cuando Jaehaerys lo vio salir del cuarto de una de las damas de la Reina, Sara Snow. Fue cuestión de tiempo que el rumor se esparciera por toda la Fortaleza, el príncipe Aegon tenía una nueva amante, y cuando uno de los escuderos de la casa Arryn bromeo sobre otro medio hermano para Jaehaerys este lo golpeó.
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Los hijos del Dragón | HOTD | Dutty #2
FanfictionEl Reinado del Rey Jacaerys I Targaryen fue uno de los más prósperos de toda la historia de la dinastía Targaryen y quizás hubiera sido recordado como el que dio el puntapié inicial para el apogeo de la casa del dragón si no hubiera sido por sus hij...