Golpe de realidad.

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Mientras iban recorriendo, comentaban entre ellos las teorías de dónde ocurrieron los hechos

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Mientras iban recorriendo, comentaban entre ellos las teorías de dónde ocurrieron los hechos. — Creo que por estas escaleras calló la joven. — Y también — Esta debe ser la habitación de los padres de la familia. — Y así sucesivamente. Cuestión que, a pesar del polvo, la humedad y las telas de araña, todo el lugar se veía casi intacto. Daba la sensación de que no había ingresado nadie por demasiado tiempo, a pesar que los ancianos les habían dicho que muchos ingresaron, pero no salieron de allí. Al menos debería quedar algún rastro, como alguna pertenencia, o en el peor de los cuerpos de los mismos. La noche se apoderó de la mansión cubriéndola con sus negruzcas alas de cuervo. Mario y Karen tomaron la decisión de pasar la noche allí ya que no tenían de otra. Igualmente, no les importaban ya que amaban el lugar y además no estaban solos, se tenían el uno para el otro.

Al día siguiente, ceca del mediodía, una patrulla de policía, perteneciente al pueblo vecino, se estaciona frente a la casona. Seguido por ellos, un auto particular, que pertenece a los padres de Karen. Parecían muy preocupados. Ingresan a la mansión por el portón, que ahora estaba abierto, algo muy extraño. Recorren el camino de piedra y cuando llegan a la edificación, se encuentran con el portón completamente roto y ladeado para un lado. Al ingresar, un olor fétido invade sus narices haciendo que casi se descompongan. Y cuando la vista se adaptó a la oscuridad, el horror se apoderó de los ahí presentes. Todo el lugar estaba destruido, la madera de las escaleras y de cualquier mueble presente, estaban roídos por las termitas. La sala estaba vacía, la biblioteca no estaba. Solo había un sofá muy destruido, sin el tapizado. El comedor estaba vacío y la araña estaba destrozada, encima de una mesa que estaba en las mismas condiciones. Y en general, todo alrededor se veía que se caía a pedazos. Lo maravilloso que habían visto Mario y Karen, era humo ahora. Como si lo que sus ojos apreciaban con asombro, fuese una simple ilusión. Y desafortunadamente era cierto.

Los policías les explicaron a los padres que, el pueblo completo, por culpa de la peste, fue afectado. Los pocos sobrevivientes se fueron y este punto quedó sin una sola alma, haciendo que se vuelva un pueblo fantasma. La cuestión es que, nadie que conoce bien lo que le pasó a este lugar, se atreve a venir aquí; ya que, termina pasando una tragedia. Algunos adjudican a que la peste sigue en el aire y obliga a los infectados a que deambulen por ahí hasta morir de deshidratación o por un accidente. Otros dicen que, la maldición que afectó a los Anido, siguen haciendo estragos a los que vienen aquí. Era muy ilógico, que ellos estuviesen allí. Pero, los padres habían encontrado y reconocido la casa rodante, que estaba en frente del edificio.

La desesperación se agiganta aún más después de la explicación de la policía. Hacía semanas que no se sabía nada de ellos, y lo que parecía un simple viaje de exploración, se convirtió en una pesadilla. Entonces, con el riesgo de que se rompa, deciden subir por las escaleras y explorar las habitaciones. A medida que se acercaban, más fuerte se sentía el olor pestilente. Ingresan a la habitación con el balcón central. Junto con el olor nauseabundo, aparecieron las moscas. Todo estaba completamente oscuro, puesto que, el ventanal estaba tapeado por tablones. La única fuente de luz provenía de un miserable rayo de sol que se filtraba por las rendijas de la madera, mostrando así la escena más horrorosa, indeseada hasta para tu peor enemigo. Allí estaban, los dos entusiastas exploradores. Allí yacían muertos, casi irreconocibles por la putrefacción y la fauna cadavérica.

Fin.

La mansión de los AnídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora