Detective

0 0 0
                                    

Estaba recostado junto a su motocicleta con la mirada perdida en las estrellas, su mente estaba en blanco mientras escuchaba el sonido de los insectos y demás animales que se movían a su alrededor, el olor de las hierbas inundaba su olfato y el fresco de la noche lo confortaba mientras escuchaba las incesantes quejas de su compañero, Gil, que se quejaba acerca de su esposa, sus deudas y como su sueldo no era suficiente para todos sus gastos y aparte, pagarle a su prostituta favorita.


Aquella noche al sur del feudo número ochenta y tres, gobernado por el león del norte, su trabajo, como siempre, sería escoltar a un par de camiones hacía el este, a través de la ruta abandonada que los llevaría hasta el mar, donde el convoy podía seguir sin escolta hacia el sur, al estado libre de Veracruz, para eso tendrían que cruzar dos feudos altamente vigilados por fuerzas de la unión y de los feudos propiedad de AC Combat Dynamics, además de territorio de nadie, donde no solo no había ley, si no que la ley que había, era tan corrupta que toparse con ellos era una sentencia de muerte o pobreza, que eran prácticamente lo mismo para un esclavista, aunque realmente, el trabajo de Evaristo y Gil, era únicamente facilitar la democracia y doblegar a los representantes de la ley con dinero, ambos hombres estaban armados.


Era algo de rutina, lo había hecho cientos de veces durante varios años y nunca los habían atrapado, pero esa noche en específico, aquella noche tranquila y fresca, Evaristo D'Antonio sentía que algo no iba bien.


Por concejo de Gil trato de descansar, pero no hacía más que dar vueltas dentro de su bolsa de dormir, con un nudo en el estomago y sudando frio, decidió levantarse y sentarse junto a la lámpara con su compañero, quien continuo con las quejas, ahora acerca de la comida, de como su esposa trataba de matarlo de un infarto al cocinar con demasiado aceite.


-¿Cuánto crees que falte para que lleguen? - Evaristo había empezado a desesperarse y quería irse lo más pronto posible. - ya me aburrí de estar aquí.


-Deben de llegar antes que amanezca, debemos salir de este territorio antes que amanezca o los drones de Casanova nos verán. - Gil tenía más tiempo que Evaristo en el negocio, tenía al menos el triple de viajes a comparación, siempre parecía estar tranquilo, excepto cuando se quejaba de su esposa, sabía que era peligroso cruzar territorio de las corporaciones, pero más peligroso meterse con negocios ilegales en el territorio de Filiberto Casanova, el más grande señor feudal después de la guerra de colapso mexicana, Casanova era implacable e inflexible en cuanto a sus leyes y sentía un odio especial por los esclavistas, pero aún más peligroso que meterse con Casanova, era meterse en territorio de Casanova que colindaba con territorio de Filipo, otro ex militar convertido en empresario, los esclavistas que se aventuraban a cruzar por esos caminos eran los que conseguían la mejor mercancía y tenían los precios más altos en el mercado de esclavos veracruzano.


Horas más tarde, vieron las luces del vehículo líder del convoy, lo que alguna vez había sido un Striker con un cañón anti blindaje Del ejército estadounidense ahora era escolta de camiones de carga de personas, los esclavistas compraban blindados, armas y equipo a la Confederación Cristiana de América quienes a su vez le daban la espalda a cualquiera que no se uniera a ellos e incluso hacían lo posible para facilitarle la tarea a los criminales mexicanos.


Cuando el convoy se detuvo, Gil se dirigió a negociar el precio por sus servicios de escolta y facilitación de cruces fronterizos, Evaristo se entretuvo recogiendo el campamento y preparando ambas motocicletas para un viaje de seis horas a alta velocidad, mientras metía su bolsa de dormir en las alforjas de la moto, pudo ver entre las lonas de uno de los camiones.


Unos enormes ojos lo observaban desde adentro, el se acercó por la parte trasera, levantó la lona y sintió el penetrante y nauseabundo olor de el excremento mezclado con orina, dentro del camión vio gran cantidad de pequeñas jaulas, cada una tenía un niño o niña en su interior, encendió su linterna y vio una pequeña pelirroja con ojos azules, pudo identificar que esos eran los ojos que momentos antes lo habían observado, sintió un nudo en la garganta, se metió una mano en el bolsillo y le entrego un puñado de dulces a la pelirroja justo antes de que Gil lo llamara.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 04, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Relatos de un Dios desalmado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora