¡EXXXTASIS!

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Roier miraba sus rodillas con timidez, la oscuridad de la noche lo abrazaba y la poca luz de la farola en el parque lo envolvía como un manto de protección, el viento frío despeinaba su cabello con calma, como una caricia suave que le recorría el cuerpo, poniendo sus vellos de punta.

Estaba peleando consigo mismo otra vez.

Sus amigos le habían recomendado ir a un bar gay para conocer nuevas personas, al final un buen polvo podría distraerlo de los diferentes problemas que le aquejaban, además creía que debía curar su corazón, no podía seguir llorando cada noche por un amor no correspondido.

¿El problema? Jamás había ido a uno.

Además, sus habilidades para coquetear se habían muerto hace mucho tiempo atrás, no se sentía realmente preparado para socializar y su timidez lo estaba golpeando mentalmente para obligarlo a regresar a casa.

Levantó la mirada y pudo ver las luces centelleantes del bar que estaba cruzando el parque. Vio a los chicos lindos caminar con un contoneo interesante, algunos con ropas que no dejaban nada a la imaginación y volvió a mirarse pensando que no estaba para la ocasión, él no dejaba de usar jeans y sudaderas anchas que ocultaban su cuerpo.

Suspiró con fuerza antes de girar sobre su propio eje y caminar lejos del lugar, pero después de dos pasos giró de nuevo, arrepintiéndose. El vaivén duró un par de minutos, mientras parecía un loco hablando solo y apretando sus puños con fuerza dentro del bolsillo único en su sudadera.

Se decidió, debía entrar.

Al fin y al cabo, podría tomarse algún trago y si nadie se interesaba por él se quitaría la espinita de regresar a esos lugares, era una opción u otra y en ninguna tenía nada qué perder.

Caminó confiado hasta la entrada del lugar y miró la bandera de colores gigante colgando de uno de los balcones. El guardia lo miraba expectante, pero se había topado múltiples veces con tipos curiosos que sólo venían a divertirse o causar problemas, así que se preparó para echarlo a la menor provocación.

Sacó de su bolsillo la pequeña tarjeta color negro que tenía únicamente una palabra dorada grabada en el medio.

"EXXXTASIS"

Era el nombre del lugar, bien sabido por los múltiples encuentros que se realizaban dentro y todos se hacían de la vista gorda, no estaba prohibido casi nada, excepto la violencia.

El guardia lo miró de arriba abajo y no quiso juzgar su apariencia que poco encajaba con la habitual temática del bar, pero le sonrió y le dejó pasar sin ninguna pregunta, al final este chico llevaba la tarjeta para tener acceso a todos los lugares del bar, como una insignia de cliente distinguido.

Caminó, chocando los hombros con algunos chicos extravagantes que salían o se paseaban por el pasillo antes de llegar a lo más divertido.

Sus párpados se abrieron con una expresión graciosa al ver lo grande que era el lugar, pues por fuera no parecía ser más que un simple salón de pocos metros cuadrados. La pista transparente con luces neón lo tomó por sorpresa, el gran candelabro sobre ella le daba un toque místico, como si fuera una fiesta de disfraces, además, no podía ignorar los trajes y máscaras con diferentes animales que portaban los chicos que bailaban en el centro, restregando sus cuerpos entre ellos.

Siguió avanzando sin detenerse mucho y se admiró con los rostros diversos que lo rodeaban, todos y cada uno de los chicos ahí eran atractivos con todas sus diferencias y sintió pena de nuevo por no parecer a la altura.

Caminó hasta la barra y se pidió un mojito, era la única bebida que consumía cuando estaba fuera de casa y más aún si estaba solo. El bartender, guapísimo, por cierto, lo miró con sus ojos marrones y sonrió con picardía pensando que quizá se había equivocado de lugar. Llevaba puesto un traje color café, un moño rojo y unas orejas de conejo que lo hacían resaltar de entre todas las botellas detrás suyo.

Spiderbear / One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora