Al girarme, lo primero que sentí fue un tirón en mi cabello que me arrojó al suelo. Aturdido, miré los pies que se acercaban, eran los de mi madre. Cuando levanté la vista hacia su rostro, sentí un miedo inexplicable. Abrí la boca para hablar, pero las palabras no salieron.
Lo único que escapó de mi cuerpo fue el aire, expulsado por una fuerte patada en mi estómago que me hizo vomitar las papitas picantes que había comido hace menos de 5 minutos.
—Si te juntas con personas débiles como Izuku, serás igual de débil que ellos. Yo no quiero un hijo débil. El hijo de Inko siempre ha sido patético; si te vuelvo a ver con ese mocoso, dejarás de ser mi hijo.
Para un niño de cinco años, un castigo siempre tiene que tener un motivo. Para mí, Izuku Midoriya fue el culpable de todos los castigos crueles y despiadados. Hice lo que tenía que hacer para alejarlo de mí, por más culpable que me sintiera, tenía que alejarme.
—Lo lamento, Zuzu, lo lamento...
Desperté con lágrimas en los ojos, los sueños me obligan a recordar lo maldito que fui en el pasado. El sonido del celular me trajo de vuelta a la realidad, me limpié las lágrimas y me senté en la cama para agarrar el teléfono.
Recibo un mensaje en mi teléfono, es de la chica de ayer. "Hola, le pedí tu número al chico de cabello rojo, ¿te parece salir hoy a las 7?". Mi corazón se acelera un poco, no estoy acostumbrado a esto.
Intento volver a cerrar los ojos, anhelando dormir cinco minutos más, pero la insistente alarma lo evita. Inhalo profundamente, quitándome las cobijas de encima, y me dispongo a salir del cuarto para bajar a la sala principal y desayunar.
Al llegar, noto que todo es un completo caos en la cocina. Hoy le toca preparar el desayuno a Uraraka y a Jiro. El lugar está lleno de humo y hay un olor a quemado muy penetrante.
—Bakugo, por favor, ayúdanos. No sé qué hacer, ya quemamos dos cazuelas.—Jiro me mira con ojos suplicantes.
La escena es muy graciosa; me trago el nudo en mi garganta y, para sorpresa de todos, incluyéndome, digo: —Sí, yo te ayudo—. Las palabras salen sin insultos ni burlas. La habitación queda en completo silencio, todos me observan sorprendidos.
Parece que este día va a ser más interesante de lo que pensaba.
《Maldición, no es como si fuera la primera vez que muestro amabilidad.》
—Kacchan,—escucho la voz que me llama. Kaminari me mira con ojos llenos de preocupación—, ¿Estás malito?
—¡Qué...! ¡Por supuesto que no! —me alejo de él tan rápido como puedo, casi como si estuviera huyendo de un fantasma.
—Bakugo, muchas gracias por ayudarnos. Nos quedamos dormidas y se nos hizo tarde. —dice Jiro. Le lanzo una especie de sonrisa, una que es más un gruñido que una verdadera sonrisa, y me pongo manos a la obra.
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Amigos
FanficUstedes sabían. °•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•° Esta historia contiene lenguaje soez, sexo y temas sensibles. Las imágenes utilizadas en esta historia fueron sacadas de Painters o Twitter. No todos los personajes me pertenecen...