IV

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Verlo caminar se volvió un pasatiempo para Marcy.

Le ponía tanta atención que pudo memorias cada rasgo de él. A las 8 de la mañana llegaba, bebiendo un jugo de proteína, saludando a cualquier alumno que se le atravesará al igual que algunos colegas de la universidad.

Su sonrisa era perfecta.

Todo de el era perfecto.

Mordió la goma de su lápiz, necesitaba calmar sus pensamientos y poner atención a la clase. No quería decepcionar a su, ahora, maestro favorito. Vaya, ni siquiera llevaba clases de psicología pero por aquel alfa rubio las tomaría.

12 del día, lo veía de nuevo. Podía ver el nudo flojo de su corbata, seguramente habia tenido un duro comienzo del día y aún así... Se veía perfecto. Tomaba su almuerzo junto a su profesor de escultura y la maestra de francés. Al parecer se conocían de ya hace tiempo pues sus conversaciones llevaban a las risas.

-¿Ya sabes cómo lo invitaras?-Pregunto Luz al sentarse junto a ella.

-Aun no.- Murmuró Marcy, jugando con el tenedor.- Necesito sacar a Darcy de la casa.

-Dejamelo a mi, lo llevaré a él y a Anne a ver una película, de ahí a comer y tal vez a gastar tiempo en el arcade.- Respondió Luz.- Te daremos aproximadamente... Toda la noche. Claro, llevaré a Darcy a la casa de los señores Boonchuy para que pueda descansar. ¿Que dices?

Marcy asintió, entusiasmada de la idea de Luz.

-Lo invitaré una vez que acaben las clases.

2 de la tarde. Lo observaba desde su clase de idiomas. Aún si la maestra explicaba algo sumamente importante que seguramente vendría en su examen, Marcy no podía evitar ver al rubio dar clases en el salón del otro lado del pasillo.

Observo su forma de dar clases. Se llevaba las manos a la cadera cada vez que hablaba de algo, tal vez una pregunta. En su mano llevaba un marcador y a veces parecía bromear con sus alumnos.

Su mirada se debió cuando aquellos ojos azules se cruzaron con sus ojos. Había entrado en pánico que llegó a patear a Luz para que le ayudará a no gritar.

 Había entrado en pánico que llegó a patear a Luz para que le ayudará a no gritar

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La hora de la salida, para algunos, había llegado. Era viernes por la tarde y muchos de los alumnos se iban lo más rápido que podían. Es por eso que el alfa de cabellos rubios caminaba sin preocupaciones por los pasillos, su paciente de ese día había cancelado por una emergencia por lo que iba a su oficina para descansar, guardar sus cosas y poder irse.

Pero para su sorpresa, una joven Omega lo esperaba afuera de su consultorio.

-Señorita Wu.- Llamó, sonriéndole cortésmente e ignorando el sonrojo en las mejillas de la menor.- ¿Cómo está?

-Estoy bien, gracias.- Respondió, rascando su mejilla.- ¿Cree que podamos... Hablar?

A juzgar por el tono, Sasha sabía que algo andaba mal en la menor por lo que asintió y abrió su oficina para dejar pasar a la Omega. Al estar dentro tomaron asiento y el nerviosismo de la omega creía cada vez más.

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