C III

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El joven peliblanco había tenido una de las mañanas más extrañas en su vida y el era de los que normalmente despertaba con media docena de cuerpos a su alrededor degollados y unas cuantas bombas minadas a su alrededor en la cima de algún edificio de la ciudad y claro con comida extraña en sus bolsillos.

Pero ahora tenía a su pequeño hijo en brazos y a una parvada de lechuzas en su balcón.

Después de dejar a su pequeño aún durmiendo e ir por comida para ave que le había dejado uno de sus amigos hace unos meses les abrió la ventana dando paso a qué cada una de las lechuzas hiciera una fila y se acercara al joven.

Quien dándoles algo de comer tomaba una carta que estaba en la pata del animal.

Las fue recolectando de a poco hasta que terminó haciéndose una pequeña pila a su lado, era una manera algo extraña que tantas familias tuvieran la misma forma de comunicarse pero el no juzgaba, el murciélago tenía una señal extraña para ser llamado y ni que decir el, que dejaba literalmente mensajes con grandes explosiones junto a varias muertes con ello.

Para cuándo terminó de recolectarlos, la mayoría se marchó de manera pacífica.

Termino leyendo cada carta y prácticamente todas eran agradecimientos por la aceptación de la amistad con su pequeño, claro que el era negociante, sabía que esos padres eran más que solo simples civiles comunes, eso y que la mayoría había pagado por un ala especial para viajar.

Por sus ropas y formas de hablar supo que eran personas de dinero e influencia, así que sería bueno para el y para su hijo tener ese tipo de amistades.

Noto también algunas invitaciones a casas para tiempo de juego con su pequeño e interacciones con los jefes de familia, supuso que las lechuzas de las invitaciones eran los que se habían quedado así que decidió ir por sus papeles y lapiceras para dar una respuesta rápida, además no sabía cómo localizar a esas personas.

Lo único que tenía en su casa era tinta china que había conseguido para pintarle bigotes y sonrisas grandes a sus amigos en su última reunión, por lo que la uso para escribir, llamo por el nombre de la casa de la carta a la que estaba respondiendo para que la lechuza de la misma se acercara con elegancia.

Dejando la carta para luego acariciar un poco a la ave y encargarle que fuera con cuidado la misma se marchaba.

Cuándo terminó acomodo todo para tener a su pequeño caminando por el pasillo con los ojos llorosos.

Lo cargo de inmediato para empezar a mimarle mejorando un poco el ánimo del pequeño pero este solo se aferró a él diciendo que pensaba que lo había abandonado, recibiendo respuestas calmantes del joven que ahora iba a la cocina con el pequeño para preparar el desayuno.

Cuando terminaron lo vistió con una de las cosas que le había comprado de forma que fueran a juego con sus ropas.

Después de eso tuvo que salir e ir a trabajar pues debía ir a ver a su empresa como también a revisar los datos de sus demás negocios, no podia solo ponerse el traje para molestar al súper molestó o empezarían a sospechar de el por los tiempos en los que salía del país y el guasón desaparecía.

Cuando llegó fue bien recibido por sus empleados junto a halagos por su pequeño que se veía tímido a la presencia de tantos pero que se animó cuando le empezaron a dar dulces.

Al llegar a su oficina se acomodo junto a su pequeño que parecía hacer los mismos preparativos que el pero con sus juguetes a su lado.

Algo que sin duda lo lleno de ternura, poco después se encontró con las primeras visitas del día y por primera vez vio a un murciélago fuera de la noche con el súper hombre sonriente a su lado.

Papá de un pequeño magoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora