Desahogo

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El amor da tantas vueltas como ruleta rusa, no sabes en dónde puedes parar, el futuro es tan incierto que se teorizan catástrofes, pero también avances impresionantes. Las cosas cambian, los amigos se alejan, las estaciones pasan, pero pareciera que todo sigue igual.

Todo sigue igual.

O al menos así se sentía Dylan, un universitario que observaba la foto de su crush Dayanna, una chica con una belleza tan inocente que cualquiera pensaría que es un ángel.

No era la típica belleza de revista, ni la belleza que se conseguía con maquillaje, ella tenía esa belleza que la gente encontraba en gatos.

Guardó la foto, mientras se peinaba y se colocaba colonia, para luego irse con su mochila a la universidad.

Ahí estaba su querida amiga de la infancia Dayanna y su amiga Katherine, quienes lo esperaban en la entrada.

El chico tomó aire y se dispuso a ir hacia ellas con una actitud radiante.

— Hola Dayanna ¿Cómo estás? — Preguntó con una dulce sonrisa, ignorando por completo a Catherine.

— Pues bien, tuve que desvelarme un poco para hacer mi tarea — Respondió la hermosa amiga con un cuaderno en su mano, Catherine lo saludaba, pero él la ignoraba.

— ¿Pero dormiste bien? — Preguntó preocupado por ella, mientras que de fondo se escuchaba a Catherine decir "Tierra llamando a Dylan, hola".

— Si, si — Respondió con un poco de pena, pues se había quedado dormida y había olvidado maquillar sus cejas.

— ¿Segura? Porque puedes quedarte en casa si no te sientes bien — Verdaderamente estaba preocupado por ella, la barbilla de Catherine se había posado en su espalda alta, pero seguía ignorando a la pobre.

— Estoy bien, enserio. Además, voy a salir temprano por la convocación de profesores en la hora de almuerzo — Miró detrás de Dylan, viendo que Catherine ya se estaba desanimando — Bueno, me voy a clases, adiós ~

— Adiós ~ — Se despidió con una dulce sonrisa, aunque algo SIMPática.

— Hey, Dylan — Lo volvió a llamar por enésima vez.

— Ah, Catherine — Finalmente la notó.

— Hola Dylan —.

— Creo que no podremos vernos en el almuerzo, tengo que hablar con Dayanna de algo importante — Y se fue, dejándola sola en la entrada.

En realidad es que Catherine no era tan atractiva como Dayanna, era una chica un poco gruesa, con ojos pequeños y nariz grande. En realidad no era gruesa por ser gorda, sino que era un tanto robusta debido a que ayudaba a su padre con tareas que requerían fuerza física, además que había practicado boxeo por un tiempo, por lo que no tenía el típico cuerpo de modelo femenino.

Aunque dejó el boxeo porque para los hombres no les gustaría una mujer que superara su fuerza física, por eso le avergonzaba su pasado en el boxing.

Y porque quería ser más como Dayanna, con esa belleza que despertaba el instinto protector de los hombres.

— ¿Otra vez te ignoró? — Preguntó con algo de molestia su amiga y compañera de clases Faby.

— Como siempre... — Respondió desganada, agachando la cabeza.

— No sé porqué las mujeres cis género se humillan tanto por un hombre — Se quejó Faby, odiaba que Catherine se la pasara mal solo por un hombre.

— ¿Quieres que te recuerde cuando te hiciste pasar por una mujer cis género porque te gustaba el chef de un restaurante, pero que luego te gritó al saber que te llamabas Toby? — Preguntó de forma retadora, haciendo que a Faby le llegaran malos recuerdos.

Reemplazo de tus besos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora