Recuerdos y cambios

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Habían pasado días desde que Catherine y Dylan ya no eran amigos, cada uno estaba por su lado, mientras que Faby y su crush se iban conociendo más.

Resulta que ella había terminado una mala relación amorosa que le trajo problemas, era el primo lejano de Dylan: Jack. Un modelo juvenil que atraía a muchas chicas, aparte de ser un videovlogger reconocido por tratar temas como videojuegos, viajes y mucho, pero mucho spam de tiendas de ropa que promocionaba.

En resumidas cuentas, Jack le fue infiel a Jani y luego a Jack le fueron infiel, un karma servido recién sacado del horno.

Por eso ciertamente le tenía desconfianza a los hombres en el sentido de tener una relación amorosa, Gaby la entendía porque también le pasó lo mismo con un tipo.

En el patio detrás de la universidad, una chica algo pasada de peso esperaba a Jack mientras temblaba un poco de los nervios, y del frío, se llamaba Diana.

Desde hace unos años, 7 años para ser precisos, estaba enamorada del modelo juvenil bastante popular entre las chicas, pero nunca se había atrevido a hablarle. Ahora que eran compañeros de clases en economía, finalmente se atrevió a confesarle sus sentimientos.

El sonido de unos pasos acercándose hizo que se sobresaltara un poco, se supone que había memorizado un romántico poema, pero todo eso se desvaneció como el polvo al ver que Jack estaba cerca con una mirada seria.

Ella se puso nerviosa, trató de expresar sus sentimientos lo más claro posible, él la escuchaba sin ni siquiera mostrar alguna reacción a lo que le decía, fue entonces que la rechazó de la forma más educada posible.

— ¡Jajajaja! ¿Acaso el exceso de azúcar se te subió a la cabeza o que? Yo no quiero tener nada con una chica que seguramente se come 40 hamburguesas al día y que tiene el pecho plano, yo soy más de mujeres delgadas y pechugonas, de copa C para ser exacto — Por cierto, cuando dije que la rechazó de la forma más educada posible, era sarcasmo — Déjame adivinar ¿Copa B?

—Copa F — Aquella respuesta dejó helado a Jack, no podía creerlo — Es por genética.

— Esa talla no existe... O eso creo — Buscó en su celular para verificar si existe, y resulta que sí, lo que lo hizo sonrojar un poco al imaginárselo — Bueno, pero igual tienes una dieta terrible.

— Soy vegetariana — Aclaró con un tono neutro, haciendo sentir a Jack como alguien que hacía el ridículo — Aunque mi metabolismo es muy lento, voy muy pocas veces al baño.

— Bueno, pero igual no voy a salir con una gorda ¡Tan solo mira esas piernas enormes, esos brazos de camionera, esa papada que parece una babosa! No me gustan las chicas así, me daría asco tan siquiera tocar a alguien que se vea como una bola de manteca — Aquellos insultos a su cuerpo, disfrazados de opiniones personales, la hicieron sentir muy mal — Adiós, cerda de matadero.

— ¿Cerda... de matadero? — No podía creer que el chico que se mostraba como alguien muy gentil y carismático, fuera tan bestia como para decir semejantes cosas.

Una lágrima cayó de su mejilla, haciendo que tocara su cara mientras trataba de sostener sus lágrimas, pero era una batalla perdida, cayendo de sus ojos un montón más como si fuera un balde de agua derramada al piso.

Su cuerpo, ese cuerpo que siempre usaban para burlas, para rechazos, para comentarios pasivo - agresivos, para vergüenzas en las tiendas de ropa, por su cuerpo es por lo que la había rechazado sin una pizca de piedad.

Escuchó unos pasos acercándose otra vez, pensaba que quizás iba a devolverse para, al menos, pedirle perdón, pero solo era Dylan.

Al verla llorar, la hizo sentir incómoda y se fue de la azotea lo más rápido posible, él pensó de inmediato que quizás Jack la hizo llorar como lo hacía siempre con cualquier mujer.

Reemplazo de tus besos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora