Capítulo 3 Nauseas

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Desperté con una sensación extraña en la boca del estomago que comenzó a subir lentamente hasta casi mi garganta. 

Me levante deprisa golpeando a Renato en el proceso, sin intensión claramente. Mis pies descalzos tocaron el frio suelo, pero no había tiempo para colocarme pantuflas, ni menos para contestarle al castaño cuando me pregunto que pasaba. 

Empuje la puerta del baño con fuerza y mis rodillas sonaron cuando chocaron con los azulejos del suelo del baño. Levante la tapa del inodoro y deje ir todo lo que se retenía en mi garganta. Escuche los pasos apresurados de Reborn  acercándose a mi, luego sentí sus manos. Una de ellas me tomo el cabello y la otra daba una suave caricia en mi espalada. 

-¿Ya echaste todo afuera?- Preguntó luego de unos segundos sin que me moviera, yo solo asentí. Tomó mis brazos con cuidado y me ayudo a levantarme. Una vez de pie dejo un suave beso en mi frente- Buenos días- Dijo con una sonrisa. 

-Buen día- Respondí algo cansada aun acercándome al lavabo dispuesta a cepillarme los dientes- Aunque me gustaría ir a la cama otro rato- Dije una vez terminada mi tarea mientras arrastraba los pies y me daba un escalofrío debido al frío. 

-Creo que no podrás hacer eso- Continuo Renato siguiendo mis pasos para luego apoyarse en el marco de la puerta del baño- Son las diez y tu cita con el doctor es a las 11:30, deberíamos levantarnos. 

Yo me queje mientras me dejaba caer sobre la cama, y trataba de volver a cubrirme con las mantas. El de barba se carcajeo y me sostuvo de uno de los pies impidiendo cubrirme. Yo trate de empujarlo mientras reía y él comenzó ha hacerme cosquillas. Estar carcajeando sobre nuestra cama, jugando juntos, luego de la semana intensa que habíamos vivido se me hacia extraño. Estar así, felices, lo había extrañado tanto. Los 8 días me los había pasado llorando en esta misma cama, vomitando y llorando, y ahora estar así como si nuestro cuento de hadas siguiera escribiéndose  me emocionaba. Sin contar que ahora vendría un tercer integrante, seríamos una familia como tal, seríamos padres. 

-Sam ¿Qué te pasa? ¿Te hice daño?- Preguntó el de barba sobre mi angustiado, yo solo negué con la cabeza- Entonces ¿Por que estas llorando?

-No es nada, solo, estoy feliz que hayamos arreglado las cosas- Dije con una pequeña sonrisa que él correspondió. Renato me beso suave, lento y pausado mientras sus manos acariciaban sutilmente mi vientre. Yo correspondí su beso mientras metía mis manos frías bajo su camisa. Su torso se contrajo por el frio y en venganza mordió mi labio inferior con malicia. 

-Deberíamos ducharnos- Dijo mientras su mano acariciaba mi muslo.

-Si, creo que sería buena idea- Conteste jugueteando con su cabello. 

Renato me alzo y yo rodee su torso con mis piernas mientras volvía a besarlo, el me dio un suave azote en mi nalga derecha y fui yo ahora quien mordió su labio. 



Cuarenta minutos después Renato me grita de la planta baja que ya estábamos atrasados, mientras yo en nuestro cuarto me colocaba las botas rápidamente. Tome mi celular de mi mesita de noche y baje apresurada. El castaño tomo las llaves de casa y del auto y nos subimos a este apresurados. 

El camino hasta la consulta médica se me hizo eterno, sin embargo, solo habían transcurrido 15 minutos. Sentía mi corazón acelerado y mis manos sudaban levemente. Cuando llegamos a la clínica, luego de de decirle a la recepcionista que tenia una cita y darle mi nombre, nos sentamos en la sala de espera junto a otras mujeres y un par de caballeros. 

Mis manos seguían sudando y en un intento de tranquilizarme desvié mi vista hacia los demás pacientes. Mujeres de diferentes edades y diversos tiempos de gestación se encontraban allí. Algunas solas, otras acompañadas con amigas, otras con quienes creo que son su parejas y otras con más niños. Una serias, otras contentas, otras indiferentes. Y luego estaba yo, nerviosa, intranquila, con miedo. 

EudaimoniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora