Capitulo 1

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Eizli

  Mire la hora en mi teléfono, ya eran las tres de la tarde y Vero no había llegado. Me sorprendió que esta vez hubiera sido yo la que estaba llegando temprano. El día estaba nublado y corría un fresco agradable.

  Entré a la cafetería en la que se suponía que tenía que estar con Verónica, me senté cerca de la ventana y empezó a llover, perfecto, ahora era más seguro que no iba a venir.

   Aparté mi mirada de la ventana y cuando levante la cabeza vi a un chico mirándome fijamente. Me dio la impresión de que lo había visto antes, pero no era así. Saqué mi teléfono y le marque a Vero, como al tercer timbre descolgó el teléfono.

 
—Hola, si usted desea hablar con Verónica, no está, lo sentimos.

  Rode los ojos al escuchar la voz de la persona, era el estúpido novio de Vero. La mayoría tenemos una amiga que ha estado con alguien y que luego rompen y ella llega llorando a desahogarse pero a los pocos días están juntos otra vez. Pues, en mi caso, Vero era la amiga.

  —¿Qué mierdas haces con el teléfono de Vero?— dije ligeramente molesta

 
  —¿Qué harías tú si tuvieras el teléfono de tu novio en tus manos?— dijo él y juro que casi pude ver su sonrisa perversa

 
  —Mira, Kevin, no estoy para tus bromas, puedes ponerme a Verónica.

  —Ay, que mal genio

 
  Tras unos segundos de silencio escuché la melodiosa voz de Vero diciendo:

  —Dime, Eizli

 
  —Llevo medio hora esperándote, no me digas que se te olvido que hoy teníamos que encontrarnos en la cafetería.

 
  —Qué, cómo crees, iba de camino ahora mismo

 
  —Estas mintiendo

 
  —Me crees capaz de mentir— dijo ella indignada

 
  —Si

 
  —Bueno, es verdad, se me olvidó y no puedo ir ahora porque esta lloviendo. Lo siento, de verdad, la próxima si iré, ok Eizli.

 
  —Me indigna que me hayas dejado por Kevin, pero esta bien, nos veremos en mi casa entonces a las 8.

 
  Nos despedimos y colgué. Verónica es mi mejor amiga, también están Yelaisi, Arthur y Dylan, pero ella es la que ha estado desde siempre conmigo.

  Evalúe el lugar con la vista, no era muy grande, tenía un mini bar para pedir lo que quisieras y tres mesas pegadas al cristal, de las tres yo estaba en la última. Los colores son de un rosado claro con algunos detalles en amarillo, bastante lindo, la verdad.

 
  Seguí observando y mi vista cayó en un chico castaño, bastante atractivo, con ojos azules claros, me di cuenta que era el mismo que al llegar se me había quedado mirando fijamente. No entendí muy bien el porqué me quedé mirándolo, tal vez era por la sensación de que lo conocía o por su apariencia.

 
  De la nada el chico se paro y vino en mi dirección, inmediatamente aparte la mirada y la dirigí a mis manos.

  Bien hecho Eizli, de segura ahora te va a reclamar por quedártele mirando.

 
  No, eso no tuviese sentido, en todo caso él fue el primero en hacer eso.

 
  Escucho que alguien se sienta delante de mí, respiro hondo dejando todo rastro de cobardía atrás y levante la cabeza.

  —¿Qué haces sentado ahí?— dije

 
  —¿Perdón?— el chico entrecerro los ojos hacia mí

 
  —No me hagas repetir la pregunta.

 
  —Preciosa, tengo el derecho de sentarme donde yo quiera.

 
  —Y yo tengo el derecho de denunciarte cuando yo quiera.

 
  —Créeme, no lo harás.

 
  —Y quién te crees que eres, Aegan Cash.

 
  —No, pero me gusta el aura de suspenso y mentiras, así que no me molesta que nos compares.

 
  Abrí la boca sorprendida, así que sabía quien era Aegan Cash. Aunque la primera impresión que me llevé de este chico no ha sido de las mejores, debo admitir que se ha ganado un punto de simpatía por lo último que dijo.

 
  —Bueno, creo que no me he presentado

 
  —No lo has hecho, viniste directo a destrozar mi paz interior.

 
  —Soy Neithan Marcus, un placer— dijo él ignorando completamente lo último que dije.

 
  —Gracias, un dato que no necesitaba
 

  Ay, si las miradas mataran estuviera muerta.

 
  Él se paro del asiento y vino alado mío, como yo estaba sentada y él parado tuve que levantar la cabeza para mirarlo.

  —Bueno, Eizli Mírez, parece que no nos llevaremos muy bien

 
  —O no, no puedes saber mi nombre, en todas las novelas cuando pasa eso o terminas muerto o termino muerta, o también muy manipulada en todos los sentidos.

  Él esbozó una sonrisa arrogante, mirándome desde su altura. Sus ojos transmitían superioridad, me quedé imnotisada por el color que tenían, eran tan claros. ¿Cómo una mirada tan linda me podía estar causando esta sensación de miedo?

 
  —Descuida, no soy de manipular— miró hacia el piso y el pelo le calló como una cascada sobre los ojos, impidiendome verlos —Bueno … —levantó la vista y me sonrió —No lo he intentado todavía.

 
  No podía dejar de mirarlo, sentía tanta curiosidad, ¿Qué ocultaban sus palabras? ¿Quién era? ¿Por qué me habla como si me conociera de toda una vida? Cuando abrí la boca para hacerle alguna pregunta él me interrumpió.

  —Adiós, Z, aunque no lo quieras, nos volveremos a ver.

 

  Y así se fue, sin más, salió por la puerta empapándose en agua. Me volví a quedar sola.

Aunque no completamente, porque la duda de quien era ese chico y el porqué sabía mi nombre completo no me dejó ni un poco tranquila.

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