14. Liam.

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Con la cálida taza de porcelana calentando mi mano, me acomodé mejor en la silla y aferré el bolígrafo con un poco más de fuerza, marcando esto y aquello en el documento, prometiéndome a mi mismo revisarlo más tarde. A pesar de haberme tomado unas pequeñas vacaciones de la oficina, me había visto obligado a aceptar algunos archivos que me pedían revisar en busca de errores o detalles que llamasen mi atención. Había aceptado los mismos con algo de resignación, intentando no parecer un niño al que acababan de arruinarle el fin de semana con tarea. 

Refregué mis ojos bajo los lentes de lectura y alejé mi mirada de las pequeñas letras impresas allí, intentando enfocar nuevamente el mundo a mi alrededor. Lo primero que logré visualizar fue a Rainy al otro lado de la mesa, sosteniendo su vaso de chocolate caliente mientras sus ojitos se movían por el libro abierto sobre la superficie frente a él. Habíamos pasado por una librería camino a la firma y habíamos conseguido varios libros para él, incluyendo una nueva copia de "El Patito Feo". Había estado mucho más que feliz con sus nuevas adquisiciones, ni siquiera se había quejado por haber tenido que detenernos en una cafetería para que pudiese terminar con mi trabajo.

Aunque tenía la sensación de que tenía más que ver con su madurez temprana y menos con los regalos que había recibido.

Y eso solo me ponía peor, porque se suponía que yo era quién debía aceptar ciertas situaciones por él y no al revés. 

Golpeé mis dedos suavemente sobre la mesa, llamando su atención—. ¿Te gustaría cenar fuera hoy?

—Mi papá irá a cenar con nosotros hoy. —me recordó amablemente—. Pero estaba pensando en que, talvez, podríamos cocinar nosotros.

Asentí a medias, porque aunque no era un chef profesional, me defendía bastante bien en la cocina—. ¿Que te gustaría preparar?

—Mm —pareció pensarlo—. ¿Sushi? 

Mis cejas se elevaron—. ¿Sushi? —repetí—. ¿Quieres preparar Sushi? 

—Si —sonrió—. Se escucha... interesante.

—¿Siquiera sabes lo que es?

Sus pequeñas cejas se fruncieron suavemente—. ¿Pescado?

—Crudo —completé para él.

—Iugh, ¿quién querría comer pescado crudo?

—No sé —admití—. Pero de todas maneras, no sé prepararlo, así que tendrás que elegir otra cosa.

—Bueno, ¿qué sabes preparar?

Pensé en ello por un momento—. Talvez, podríamos hacer pasta con alguna salsa o, mejor, pizza casera.

—Pasta —se golpeó la barbilla con el dedo, pensativo—. Como La Dama y El Vagabundo.

—¿Eh?

—Nada —su sonrisita inocente me dio escalofríos—. Me quedo con la pasta.

—Bien, entonces debemos ir al supermercado a comprar los ingredientes para prepararla. —dije—. Podemos decidir la salsa mientras estamos allí.

—Genial.

—Bien, pero primero terminate tu chocolate y guarda tus libros. 

Tomando mis papeles, los apilé ordenadamente antes de empujarlos a una carpeta y cerrar la misma, no necesitaba estresarme más por ello por el momento. Me quité los lentes y froté suavemente mis ojos antes de buscar mi maletín para guardarlos. Había logrado encontrar el estuche de los mismos cuando lo escuché. 

—¿Liam? 

Me detuve en seco y deseé tener una vía de escape alternativa que me salvase de voltear a ver quién hablaba conmigo. De todas las personas en el mundo con las que podría haberme encontrado, seguro el dueño de esa voz era la última opción en mi lista. Hubiese reconocido el sonido de mi nombre en sus labios en medio de una multitud, lo había escuchado innumerables veces en el pasado y había pensado que no iba a escucharlo de nuevo jamás. O al menos ese había sido mi deseo.

Rainy |Ziam| PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora