Capítulo 3: Nuestro gran hogar.

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Cuando llegamos a el departamento en el que vivíamos el Makoto mayor y yo. Abrí la puerta y había un envio de alguien. Primero, dejé al... ¿chibi Makoto? en la cama dela habitación y cogí en paquete, dejandolo en la cocina.


Nuestro apartamento era bastante grande y bonito. Entre los dos trabajamos muchísimo para conseguirlo y además, nos queda centríco. El alquiler, en el principio, era carísimo, pero la señora que nos lo alquiló, nos lo bajó casi el triple por saber que eramos adolescentes.

Por fin, ya vivíamos juntos.


Abrí el paquete y encontré la cámara pequeña que Makoto había comprado para grabar sus competiciones. Tambien estaba el libro electronico que compramos para regalarle a Rei por su cumpleaños. Saqué todo de la caja de envios y los dejé en sus respectivos envoltorios.

-¿Que hora es?....-Escuché la voz de chibi Makoto acercandose a mí a la vez que se frotaba los ojos. Miré el reloj, eran las nueve de la noche, se me hizo el día bastante corto.

-Son las nueve, ¿quieres comer algo en especial?

Lo quería consentir para que me dejase abrazarlo toda la noche. Su cola y sus orejas eran muy esponjosas y suaves, tocarlas era como tocar las nubes. El sonrió y se sentó en un taburete que estaba al frente de la encimera central. Ya cocina era de estilo americano, era bastante grande.

-¡¡Quiero spaghetis!!- Dijo, levantando sus orejas y moviendo su cola rápidamente.

-Esta bien, esta bien...

Y me puse a cocinar. Al menos, pidió que cocinara algo fácil. Nos pusimos a hablar de como lo había ido con Kisumi. Según el me dijo, bien, así que le creo.


Terminé de cocinar y serví la comida para los dos. Me senté a su lado y comenzamos a comer, el no podía comer sin ensuciarse aí que le puse una servilleta alrededor del cuello para que no se manchase. Hablaba mucho, eso si era bastante propio de Makoto, no paraba hasta que acabó de comer y me puse a lavar los platos. Estaba bastante sucio y manchado.

-Hey, ¿Nos vamos a tomar un baño, Makoto?.- Le propongo, secando mis manos y acariciandole las orejas.-

Sus orejas se alzaron de muevo, esta vez, no movió tanto la cola.

-¡Claro que quiero!

Mi mascota (SOUMAKO YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora