𝒑𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐

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PRÓLOGO

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PRÓLOGO.
nace una estrella

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En mi otra vida, fui una adolescente sumida en la penumbra de la pobreza. La tercera de cinco hermanos, crecí en un hogar donde el caos y el dolor eran constantes. Mi padre, un hombre derrotado por el alcohol, gastaba lo poco que teníamos en licor y mujeres, mientras mi madre, con sus manos curtidas por años de trabajo, hacía lo que podía para mantenernos a flote limpiando casas ajenas. Cada día era una lucha, una batalla contra las miserias que se acumulaban como polvo en los rincones de nuestra pequeña casa.

—¡¿Diecisiete mil yenes para un disfraz?! —gritó mi madre, su voz cargada de incredulidad y resignación.

A pesar de todo, no puedo decir que nunca me apoyó. Recuerdo la primera vez que le confesé mi deseo de convertirme en cosplayer, de vestirme como mis personajes favoritos. Sin dudarlo, sacó su vieja máquina de coser del armario, aquella que no había tocado en años. Aunque no teníamos dinero para comprar los vestuarios, juntas logramos crear mi primer disfraz de Sailor Moon con lo poco que teníamos. Fue el primer paso hacia un sueño que nadie más entendía.

Comencé a coser a los diez años, aprendiendo a diseñar mis propios disfraces. Pasaba horas encerrada en mi pequeño cuarto, cada puntada era un paso más hacia la ilusión de un mundo mejor, un mundo donde pudiera brillar. Pero por más que me esforzara, nunca era suficiente. Los comentarios en las convenciones eran fríos, a veces crueles, y las palabras de mi familia solo empeoraban el dolor.

—¿Crees que tengo dinero? —pregunté, aún sabiendo la respuesta. Hacía meses que no le pedía nada a papá, pero esta vez, necesitaba solamente veinte yenes más para completar la capa roja de seda que había visto en la vitrina de aquella tienda. Había ahorrado cada moneda con la esperanza de que esa capa me acercara un poco más a mi sueño.

—¿De dónde sacaste el resto del dinero? —me preguntó mi madre, su voz llena de una mezcla de curiosidad y orgullo.

—Vendí mis viejos zapatos de ballet, ¿recuerdas? —dije, sacando las monedas que había guardado con tanto cuidado.

Pero esa pequeña victoria se desmoronó cuando regresé a casa. Mi padre había estado ausente por días, y cuando finalmente apareció, lo hizo con el aliento cargado de alcohol y las manos vacías. Mi alcancía, mi tesoro, estaba rota en el suelo, las monedas esparcidas como sueños rotos. Mi hermano mayor, con un ojo morado, me miraba desde el rincón, su expresión era una mezcla de rabia y resignación.

Mis hermanos y yo compartíamos una relación extraña, llena de silencios incómodos y miradas furtivas. Mi hermano mayor, Ukyo, había asumido el papel de protector desde que papá comenzó a desaparecer por días enteros. Pero incluso él, con su aparente fortaleza, estaba quebrado por dentro. Intentaba cuidar de nosotros, pero sus propias frustraciones lo arrastraban lejos de casa siempre que podía. A veces lo veía mirarme, como si quisiera decirme algo, pero las palabras nunca salían.

rewrite the stars ↯ oshi no koDonde viven las historias. Descúbrelo ahora