S E I S

228 19 4
                                    

-Capítulo seis; conociéndonos -

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Capítulo seis; conociéndonos -

Jade Benvenuti

Los días habían pasado tan lentamente. Rosalie había tratado de llevarme de compras, pero estaba tan confundida que me negué; todo estaba siendo tan extraño. Pasaron dos días desde mi charla con Jasper. Después de aquello, todo se volvió muy incómodo. Él aún seguía esperando una señal de mi parte, sin embargo, no estaba muy segura de mi futura respuesta. Todo esto me hacía preguntarme si mi querido hermano sabía de la situación, aunque lo más seguro es que sea un sí. Quería contactar a Stefano y preguntarle, pero estaba en su luna de miel.

Tomé uno de mis abrigos favoritos. Era negro como la noche, largo como una capa y con botones dorados que relucían. Además, era perfecto contra el frío. Agarré las llaves del coche y cuidadosamente bajé las escaleras, tratando de ser lo menos ruidosa, aunque no tenía sentido estando en una casa llena de vampiros.

—¿Vas a salir? —preguntó muy cerca de mí.

Paré mi caminata al instante y maldije mentalmente; esto no era parte del plan. Toda la semana he tratado de evitarlo, supongo que al final teníamos que toparnos.

—Daré un paseo

—Déjame ser tu compañía —pidió, en voz baja.

Por un momento sentí como se me iba la respiración. Caminé un poco más, tratando de alejarme, pero él me lo impidió. Con delicadeza me atrajo hacia él, atrapando mi brazo derecho con su mano.

—Jasper, no sé si... —Empecé a decir, pero él me interrumpió.

—No quiero que la situación sea más incómoda. Tengo una propuesta para ti, si quieres le puedes llamar una solución. —Me dijo, con una leve sonrisa en sus labios. Sentí un cosquilleo en el estómago al oír sus palabras.

¿Tenía que aceptar? ¿Debía escucharlo? Las preguntas rondaron por mi mente. Me ponía nerviosa tan solo saber que había una posibilidad de que hubiera encontrado a mi acompañante, aquel que me seguiría y me amaría.

—Entonces vamos a dar ese paseo. —Hablé decidida. Jasper me miró con una mezcla de alegría y gratitud en sus ojos. Me sonrió con ternura y se adueñó de las llaves.

Ambos manteníamos un silencio. Jasper tenía su mirada al frente mientras conducía. De reojo me dediqué a ver su perfil, como es que no me había dado cuenta de lo atractivo que era. Conducía un coche deportivo de color rojo. Parecía que sabía a dónde íbamos, pero yo no tenía ni idea. Solo esperaba que fuera un lugar tranquilo y seguro, donde pudiéramos hablar sin interrupciones.

Me detuve, cuando se removió en el asiento; de inmediato me avergoncé y mis mejillas empezaron a tomar un color rosado.

—Llegamos. —Habló, inesperadamente. Miré por la ventana y me quedé sin aliento al ver el paisaje que nos rodeaba. Estábamos en medio del bosque, justo en el lugar del otra vez. Ambos tomamos asiento frente al árbol y manteníamos la compañía del otro.

—Jamás creí encontrar a alguien —comenzó a romper el hielo— hasta que un día apareciste en una de las visiones de Alice. Recuerdo su emoción. Ella te vio y lo único que me describió fueron tus ojos, tan verdes y brillantes como esmeraldas. Después pasó tanto tiempo que volví a perder las esperanzas, hasta que aquella vez te apareciste con un hermoso vestido y una linda sonrisa. Y un día antes de la boda de mi hermana, nos vio en nuestra propia fiesta, bailando y riendo bajo la luna.

Estaba asombrada por tal confesión. No podía creer que Jasper hubiera sentido algo por mí desde antes de conocerme, y que Alice lo hubiera visto en sus visiones. ¿En verdad era yo su compañera, su alma gemela, su destino?

—Jade, no me gustaría que sientas presión, ni mucho menos que por tal cosa signifique que vayamos a estar juntos, porque bien sabemos que somos unos casi desconocidos —me hizo mirarlo directo a sus ojos. Sus ojos eran de un dorado intenso, que reflejaban sinceridad y afecto. —No apresuremos las cosas, hay que conocernos, si tú estás dispuesta, hagamos esto a nuestro paso.

Nunca pensé que venir a Forks sería algo posiblemente bueno para mi futuro. Conocer a los Cullen, cambio totalmente todo, por primera vez sentí que había encontrado mi lugar. No medité mi respuesta dos veces y acepté. Estaba decidida, quería conocer a Jasper Hale.

—Puedo sentir tu tranquilidad —susurró, tan cerca de mí. Su aliento rozó mi mejilla y me hizo estremecer. —Me alegra que hayas aceptado. Te prometo que no te arrepentirás.

—¿Cómo descubriste este lugar? —Le pregunté, cambiando de tema. Quería saber más sobre él, sobre su vida, sus gustos, sus sueños.

—Un día corrí sin parar y me detuve aquí. Desde entonces se convirtió en mi lugar especial —hizo una pequeña pausa y me miró con una sonrisa tímida— aunque ahora puede ser nuestro lugar especial.

Lo miré con sorpresa. No esperaba que me dijera algo tan dulce y romántico. Con una delicadeza tomó mi mano y le dio una suave caricia. Miré nuestras manos entrelazadas y sentí una corriente eléctrica que recorrió todo mi cuerpo. De inmediato el rubio las separó.

—Si te incomodé... —Se disculpó, con un tono de preocupación y arrepentimiento.

No llegó a terminar de hablar porque le volví a tomar su mano.

—Está bien, no me incomoda. —Le aseguré, con una sonrisa sincera. —Me gusta sentir tú tacto.

Ambos nos sentamos sobre el poco pasto que había aquí. Era un lugar apartado y tranquilo, donde solo se oía el sonido de los pájaros y el viento. Era el lugar perfecto para hablar y conocernos mejor.

—Así dime, ¿cómo te convertiste en vampiro? —Le pregunté, con delicadeza. Sabía que era un tema sensible para él, pero también sabía que era importante que me lo contara.

Pude sentir cómo se tensó ante mi pregunta. Su rostro se endureció y sus ojos se oscurecieron. Podía ver el dolor y la culpa que lo atormentaban.

—Está bien si no quieres responder —mencioné, ante su silencio. No quería presionarlo ni hacerlo sufrir.

—No, te lo quiero contar. —Me dijo, con determinación. —Quiero que sepas todo de mí, lo bueno y lo malo. Quiero que me conozcas de verdad.

—Entonces te escucharé. —Le respondí, con cariño. Le tomé la mano y la apreté con fuerza. Quería que supiera que estaba con él, que lo apoyaba y lo aceptaba.

—Era un mayor del ejército confederado en Texas y fui atacado por una vampira, María, que quería que liderara un ejército de vampiros recién creados para luchar en las guerras del sur, neófitos. Entrené y maté a muchos de ellos. Con el tiempo me cansé y escapé. —Me contó, con una voz ronca y triste.

—Gracias —él me miró un poco confundido— por confiar en mí, en verdad que eres un guerrero. —Le dije, con admiración y respeto. No podía imaginar lo que había sufrido y lo que había hecho. Pero tampoco podía juzgarlo ni condenarlo. Él era una víctima más de las circunstancias.

—Ahora quiero escuchar tu historia, ¿cómo llegaste a esto? —Me preguntó, con curiosidad y afecto.

Un pequeño suspiro salió de mí. No tenía mucho que contar, pero tampoco tenía nada que ocultar.

—Bueno, hasta donde sé, los Denali cuidaron de mí y Stefano, como si fuéramos parte de ellos y en realidad no tengo muchos recuerdos de cómo me convertí. Siempre que trato de preguntar me cambian el tema. —Le dije, con una voz melancólica y resignada.

—Seguro tienen una buena razón. —Me dijo, con una voz consoladora y comprensiva. No quería que me sintiera mal ni que dudara de ellos. Sabía que eran mi familia y que me querían.

—Supongo que sí. —Le respondí, con una voz dubitativa y esperanzada. Quería creer que era así, que algún día me dirían la verdad y que todo tendría sentido.

-HF

love you - Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora