La señora se acostaba a dormir como a las ocho de la noche. Se levantaba como a las seis de la mañana, pues tenía que trabajar en una pequeña milpa que producía lo que le hacía falta para vivir. Una noche, se acostó y trató de dormir. Afuera los perros ladraban. Durante mucho rato siguió el ruido de los perros, pero ella no le dio importancia y final mente logró dormirse.
Así pasó una semana, y todas las noches los perros ladraban. La señora casi no podía dormir. Cada día se preocupaba mas oír los ladridos, pues alguien podría andar rondando su casa. Después de un tiempo, ya cansada, en cuanto empezaron a ladrar los perros salió a ver que pasaba. Por más que se acudriñaba la oscuridad, nada veía y nada oía. Al amanecer le dio de comer a los perros y les preguntó (suceso extraño no?) :
-¿Por qué ladran por la noche? ¿Qué ven en la obscuridad que yo no puedo ver?
-Vemos muchas cosas que a tí no te están permitidas. -contestó el perro más viejo.
-Yo quisiera ver lo que ustedes ven, ¿Podrían ayudarme?
-Para ver de noche necesitas de todo tu valor. Si te podemos ayudar, pero cuando veas lo que nosotros te vas a asustar.
-No me voy a espantar-dijo la señora-.Díganme qué tengo que hacer.
-Bueno, tú lo pediste. En la mañana cuando te levantes, no te laves la cara. Basta con que te pongas nuestras lagañas en los ojos durante siete días.
La señora hizo lo que los perros le indicaron. Al séptimo dí, el perro más grande volvió a hablar:
- Esta noche, cuando nos escuches ladrar, sales a ver loque nosotros vemos.
La señora se acostó. Cerca de la media noche oyó que los perros ladraban. Entonces se levantó y fua a ver. No se imaginaba lo que le esperaba. Al dirigir la mirada hacia donde ladraban los perros, vio a la muerte, que bailaba al son de la música; vio a un jinete vestido de negro y a una mujer vestida de banco que lanzaba gritos de dolor. Vio una cabeza humana en el aire, toda ensangrentada. Vio a un muerto al que llevaban a enterrar varios esqueletos. Vio muchas, pero muchas, cosas horribles.
Luego de muho rato, la señora se metió en su casa y se acostó. A la mañana siguiente todo estaba triste. La señora no se había levantado y los perros lanzaban melancólicos ladridos. Días más tarde, un vesino fue a buscarla extrañado de no verla trabajar la milpa. Encontró la puerta entreabierta y se metió. Adentro, la señora estaba muerta. Tenía el rostro lleno de espanto.
Si tienen curiosidad de ver que es lo que ven los perros hagan lo que la señora
