Capitulo 2. Hormigas

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2. Hormigas

Tamborileaba con los dedos el volante, intentaba no quedarse dormido mientras conducía. Clocks de Coldplay sonaba por los altavoces, pero ni esa canción que le gustaba tanto, conseguía animarlo. Estaba cansado, la noche anterior no había tenido el mejor de los sueños, la verdad. Había divagado entre extrañas pesadillas con las que despertaba sobresaltado. En resumen, no había pegado ojo. Media hora más y llegaría al fin a casa. Necesitaba ducharse y acostarse.

Salía de un barrio a las afueras de Madrid. Nunca había ido por esa zona, no obstante, su cliente había insistido en invitarlo a almorzar para celebrar que habían ganado el juicio. Se ajustó las gafas como si eso le ayudara a ver mejor. Era extraño, pero desde hacía unos días parecía ver peor con ellas; sobre todo por la noche que las luces de los focos se le presentaban difusas. A decir verdad, veía mejor sin ellas, algo que le resultaba inexplicable. Se detuvo en el semáforo en rojo.

—Estos semáforos, me ven venir —masculló, hastiado.

Llamó su atención un ruido estridente que resonaba por encima de la música. Miró por la ventanilla y vio a una chica que cerraba la puerta de un local de tatuajes. Se deleitó con su precioso trasero bien ceñido en unos vaqueros muy estrechos. Lo que más le gustó fue que al agacharse asomó un raro tatuaje entre sus riñones. De forma inconsciente se quitó las gafas, quería verlo mejor, le sonaba aquel dibujo. La chica se dio la vuelta y, de pronto, el coche de atrás protestó tocando el claxon. Chasqueando la lengua quiso ponerse en marcha, aunque embelesado, no podía apartar la mirada de ella.

La observó sobresaltarse y arrugar su pequeña nariz en un mohín bastante gracioso. El cabello oscuro le caía en ondas hasta los hombros de forma atrevida. Sus pupilas se habían clavado en la ventanilla del coche, interrogantes, y avanzó hacia él, decidida. Su cuerpo tenía curvas insinuantes, se movía con una gracia natural en su contoneo.

El corazón se le disparó y tuvo ganas de salir del deportivo. No entendía aquella extraña excitación que lo empujaba a ir junto a ella, sin embargo, aguantó sin moverse del sitio. La chica estaba ya frente a la ventanilla. Aguantó la respiración; sabía que no podía verlo a través de los cristales tintados, aun así, se sentía eufórico.

Se recreó en su seductor rostro. El flequillo largo y despeinado le daba un aire juvenil y cubría por completo la frente hasta las pobladas, pero bien definidas cejas. Se prendó de sus ojos almendrados; ese abanico de grandes pestañas haría flaquear hasta al mismísimo Papa. El color miel de sus pupilas lo envolvió en un profundo estado de estupefacción; por un instante le pareció que cambiaban a un tono más claro con matices verdes.

La música se había detenido en los altavoces y un enloquecido corazón resonaba en sus oídos casi al unísono del suyo propio. ¿Era eso posible?

La chica entreabrió sus rojos labios y, sin explicación, apreció el calor de su dulce aliento a través del cristal. Sorprendido y muy asustado, se obligó a apartar la vista de ella fijándola en la luz verde del semáforo que tenía delante. Un escalofrío recorrió su espalda y apretó el volante obligándose a seguir mirando al frente.

Sentía un deseo irrefrenable de esa mujer, un deseo febril que le estaba obnubilando la razón. Sin esperar un segundo más y con gran esfuerzo, pisó el acelerador del coche.

Condujo distraído el resto del camino hasta su casa. El corazón había bajado ya el frenético ritmo, pese a que la inquietud iba en aumento. No era capaz de explicar qué le había ocurrido.

Dejó el coche en el garaje y subió a la última planta hasta el dormitorio. Soltó el maletín en un sofá y cayó de espaldas sobre la cama. Necesitaba un minuto para pensar. ¿Quién era esa chica tan perturbadora? Su preciosa imagen se le había quedado grabada a fuego. De pronto recordó el tatuaje de su espalda, ese extraño dibujo creía haberlo visto antes, pero ¿dónde?

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2023 ⏰

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Blue Moon. Parte I: el comienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora