••• »| 𝟹 |« •••

229 22 9
                                    

————[🎨]————

La morena, totalmente desconcertada, frunció el ceño mientras ladeaba la cabeza. Pensó que tal vez no había gritado lo suficientemente alto y abierto la puerta con tal escándalo al punto de que había temido dañarla.

Y por si tal suposición no fuese del todo absurda, Hayase creía que en ese momento Senpai estaba padeciendo una sordera temporal.

Incluso se dijo mentalmente que los lentes del castaño tenían el aumento deteriorado, puesto que Naoto no se había tomado la molestia de mirarla al menos por un momento.

Aunque esto último lo descartó al ver cómo dibujaba tranquilamente. Se sintió algo ofendida al verse ignorada; no obstante, le restó importancia cuando ya estaba cansada de suponer.

Ingresó con tranquilidad como si entrara en la sala de su casa, no sin antes cerrar la puerta tras de si. Caminó hasta su contrario hasta estar al frente de él. Prefirió saludar con serenidad, pero el castaño le tomó la palabra.

Esta vez le miró; a diferencia de otras veces, sus ojos la miraban sin vergüenza ni temor. Con la punta de su dedo índice empujó los lentes en el puente de su nariz, y carraspeó.

— Hola, Nagatoro. — Y volvió a lo suyo.

— Eh.. ¿Senpai? ¿Qué...

— ¿Pasa algo? — Inquirió sin distraerse.

En ese momento Nagatoro parpadeó repetidas veces, como si con ello lograra ahuyentar la confusión que en ese instante la había abrumado más que antes.

Por supuesto no pasaba nada ¡Pero ese era el punto! Que ella estuviera ahí, se burlara como siempre de lo patético y virgen que era el chico de lentes y que pasaran miles de cosas.

Allí llegó a la conclusión de que Senpai le gastaba una broma, y una de muy mal gusto. Pero no; no dejaría que el castaño se saliera con la suya.

Su boca, ya acostumbrada de esbozar esa malévola sonrisa, formó una cuando Nagatoro estaba más que dispuesta a humillar una vez más a su contrario.

Si Naoto quería jugar, ella moldearía la travesura a su antojo e incluso de ser necesario, aumentaría el nivel de dificultad. No se dejaría vencer de esa forma.

— Que hoy te ves más repugnante que ayer ¿lo sabías? — Se acercó a él como si de fiera y presa se tratara. Un aura oscura envolvió su mirada. — Muy reeeepuuuugnaaaaaanteeeeeee ~

Pero, nuevamente, la ignoró. En lugar de sonrojarse y empezar a negar frenéticamente. Y, como si le hubiesen contado un chiste del que sólo diera gracia lo malo de este, soltó una mini risa.

Hayase no daba crédito a lo que veía; tenía al frente de ella al ingenuo muchacho que desde el primer día utilizó como un saco de boxeo, al que sólo podía herir a base de insultos, al que miraba como un ser insignificante, ignorandola por completo.

Intentando mantener la compostura, decidió camuflar su desconcierto repitiendo la palabra "repugnante" en una irritante canción burlesca. Por su parte, el castaño, afanado por conservar con firmeza la ley del hielo, sólo respondió poniendo los ojos en blanco.

La acción de Nagatoro ya rozaba lo ridículo. Sintiéndose derrotada y a la vez humillada, paró en seco.

La duda le carcomía la boca, cosa que ya no aguantó y por eso preguntó.

— Senpai ¿Estás bien?

— ¿Eh? Claro que lo estoy... — Respondió, colocando el pincel dentro del vaso lleno de agua para quitarle la pintura. Una vez limpio, lo tomó para frotar este sobre un punto rojo en la paleta de colores, y acto seguido continuó pintando en el lienzo. — Pero estaría mejor si dejaras de hacer tanto escándalo. Así que.. ¿Podrías?

En conclusión: le pidió que cerrara la boca de una vez por todas. Aunque lo había hecho de forma amable, Nagatoro se había sentido bastante ofendida. El castaño lo notó, y para alivianar la situación, añadió en son de broma:

— Y si notaste que hoy estoy más repugnante que ayer, es porque olvidé ducharme.

Vaya que era un pésimo comediante. Se abofeteó mentalmente al ver que tal comentario había dado una mala imagen de si mismo.

»Bueno, esto me servirá como experiencia. Así sabré cuáles cosas no decir en frente de ella«

Tenía más que claro que esto daría entrada a posibles burlas y estrepitosas carcajadas por parte de Hayase. Pero no, no fue así.

— Ahora te burlas de ti mismo. ¿De verdad te encuentras bien? — Dijo mientras consideraba gravemente en ir corriendo a la sala de Primeros Auxilios en busca de una enfermera.

— Sí, todo está bien. Ahora, si me disculpas, debo terminar esta pintura.

No se molestó en despedirse. Hayase echó a correr por el pasillo importandole un comino si se ganaba un castigo. Debía encontrarse con Gamo, Yoshi y Sakura lo antes posible.

Naoto sólo se limitó a suspirar aliviado. Los nervios y el estrés parecían haberse acumulado en las palmas de sus manos, las cuales se encontraban frías de tanto sudar.

Pero por primera vez, en todo ese tiempo desde que había entrado a la escuela, se sintió libre. Advirtió que tener a Nagatoro prácticamente encima de él casi todo el tiempo, y poder zafarse de ella, al menos por un momento breve, se sentía fenomenal.

Ya más tranquilo, y dando unos retoques, dió por terminado su arte abstracto. Su cuadro consistía en garabatos, círculos y demás figuras de todos los colores. A simple vista, no tenía sentido pero de todas formas, era agradable a la vista gracias a sus colores vivos y llamativos.

Pero el mensaje del cuadro era otro. Si se observaba mejor, escondido estratégicamente en medio del desorden de figuras, se hallaba dibujado un nombre formado por preciosas y elegantes letras en cursiva.

Era nada más y nada menos que el nombre de "______"

————[🎨]————

Estado: Escribiendo y publicando nuevo capítulo con una sola mano pese a que ya debo estar durmiendo, utilizando como excusa el infernal frío provocado por la bipolaridad climática de Brasil, para estar arropada hasta la cabeza con el volumen bajo en su totalidad y la luz de la pantalla en lo mínimo si q si.

𝑳𝒐𝒔 𝑩𝒐𝒄𝒆𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝑵𝒂𝒐𝒕𝒐 ;; ηασтσ н. χ ƒєм. яєα∂єяDonde viven las historias. Descúbrelo ahora