Capítulo 5.

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Ahora que sabía de dónde venían esos aullidos no dudé un segundo en ir. Provenían de una pequeña trampilla que había detrás de la barra en la entrada. La puerta de esta estaba abierta, así que le hice un gesto a Moon y las dos bajamos por ella.

Cada vez que avanzábamos por el estrecho pasillo de la trampilla se escuchaban más fuertes y más dolorosos esos aullidos, mientras que cada vez se veía mejor una tenue luz que provenía del final del pasillo. Avanzamos sin hacer ni un ruido, no se escuchaba ni cómo respirábamos si es que lo hacíamos. Creo que el miedo hasta nos lo impedía.

Cuando llegamos al final de ese pasillo vi algo que me aterrorizó, Marco estaba tumbado en el suelo, su cara estaba ensangrentada y sus ropajes igual. A su lado había... ¡¿Un hombre lobo?!

Este estaba de espaldas a nosotras, como si no nos hubiera notado. Espero que no lo haga. En este momento estoy tan asustada que podría oler mi miedo. Podía oír mi propio corazón, como si se fuera a salir de la caja torácica. Tenía que actuar y rápido, o si no Marco moriría.

No tengo ni idea de cómo lo hice pero tras mirar fijamente la espalda del lobo por unos segundos ésta empezó a arder. El lobo corría de un lado para otro, aullaba de una forma que podría dejarnos sordos a todos los que estábamos a 10 kilómetros a la redonda. Finalmente, el lobo cayó al suelo.

Levantamos a Marco, que únicamente tenía una herida en el brazo, dónde el lobo había intentado morderlo, pero se había dañado con su propia espada. Sí, era un elfo guerrero, eso explicaba su físico.

- Marco, ¿estás bien? - Pregunté aún nerviosa.

- Sí, pero debemos salir de aquí... - Dijo muy débil.

Cogí a Marco de el brazo que no tenía herido y lo dejé que se apoyara en mi espalda, para ser un elfo era un poco más alto que yo. Lo saqué de dentro de la trampilla y lo llevé a la habitación dónde Moon y yo nos alojábamos. Justo cuando lo dejé en la cama oímos cómo el lobo volvía a aullar.

- Tengo que ir. - Dijo Marco

- No, yo iré. - Dije, tenía miedo, pero podía hacerlo.

- Es demasiado peligroso Evelyn, no olvides que Marco está herido, y él ha luchado muchas veces con bestias peores que este hombre lobo. Sería una locura hacer esto siendo una niña como tú.

- Creo que puedo hacer cosas que ni yo misma sabía que podía hacer. Nunca se sabe lo que uno es capaz de hacer hasta que lo hace.

- Tiene razón, Moon. - Dijo Marco.- Pero, deja que te dé mi espada, podrás usarla y te será útil.

Cogí la espada y fui a donde el lobo me esperaba, no tenía pensado morir hoy y no lo iba a hacer.

Llegué a la trampilla y me metí con cuidado, mi prioridad era que el lobo no se enterara que yo estaba allí, al acecho.

Me quedé en la puerta de la trampilla, cerré con cuidado para que el lobo no escapara de allí y anduve con cuidado hasta el final del pasillo. Podía oír la respiración agitada de el lobo, que se escuchaba un poco lejana, seguramente estaría en la habitación dónde había luz. Me acercaba poco a poco a él, cada vez iba cogiendo con más fuerza la espada y me preparaba para dar un golpe crítico. Llegué a la habitación pero no había nada, ni rastro del lobo, seguí adelante y me dí cuenta de que había caído. El lobo estaba justo detrás mía. Se abalanzó a mí y me tiró, y yo sin querer solté la espada. Pensé que estaba perdida pero recordé mi poder e hice que llegara la espada a mis manos, pero mientras el lobo estaba rasguñando mi torso, mis brazos e incluso mi cara. Las heridas quemaban en mi piel pero tenía que ser fuerte y tenía que vivir. Sujeté la espada desde el suelo y la clavé como pude en el lomo del lobo. Aproveché también y le quemé la cara, casi había olvidado el otro ataque. El lobo murió encima mía dejando caer todo su peso en mi pecho. Logré quitármelo de encima con dificultad pero me sentía demasiado débil cómo para seguir adelante. Le quité la espada de el lomo y en ella me apoyé para llegar a la trampilla, la abrí y llegué con dificultad a la habitación. Cuando llegué a la puerta alcancé a decir :

- Ya no hay lobo...

En ese mismo instante caí de bruces contra el suelo, sentía que había muerto.

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