DESEOS DE VENGANZA (ADAPTACION KYUMIN BY NURA)

Capitulo 8 y 9 (final)

Capítulo 8 + 9 (FINAL)

Al oír aquella voz odiosa y triunfante, Sungmin se calló instintivamente y dejó el teléfono en su lugar. Entonces se le ocurrió pensar que Amanda podría intentar llamar otra vez. O peor todavía, podría hacerlo Kyuhyun. Y Sungmin ya no podría soportar ni una más de sus falsas excusas. «Sungmin, puedo explicártelo... Cariño, no tienes ningún motivo para llorar...» ¡Maldito Kyuhyun! Sungmin agarró el teléfono otra vez y lo desconectó. Se levantó después tambaleante y, sintiéndose tan débil como si hubiera sufrido un terrible ataque de gripe, fue dando traspiés hasta la puerta. La mesilla de noche estaba todavía apoyada contra el y había fragmentos del vaso roto por todo el suelo. Con un gesto de furia, agarró la lámpara de noche y la estrelló también contra el suelo. El estrépito de la porcelana rota lo hizo sentirse mínimamente mejor. Pero sólo mínimamente. 

Maldiciendo en voz baja, bajó las escaleras, buscó una escoba y un recogedor y volvió a recoger los pedazos de la lámpara y el vaso. Se le clavó un pequeño trozo de cristal en la yema de un dedo y observó asombrado que no le dolía. Era como si su capacidad para sentir se hubiera congelado. En cualquier caso, fue al baño y se puso un trozo de esparadrapo en la herida. Moviéndose todavía como un autómata, sacó el disco compacto de Wagner y lo tiró a la papelera. Después, agarró el cepillo y el recogedor y se dirigió a la cocina. 

Lo único que le apetecía era salir en medio de la noche y empezar a caminar hasta quedarse agotado, pero algo se lo impedía. «Tienes que cuidarte por el bien del bebé», le susurraba una vocecilla interior. «No dejes que esto te destroce, Sungmin; eres más fuerte de lo que piensas». 

Al final, obedeciendo la voz del sentido común, puso agua a hervir y se preparó una taza de té. Pero incluso una acción tan simple parecía estar cargada de numerosas consecuencias emocionales. Cuando percibió el ligero aroma del té, recordó vívidamente a Kyuhyun llevándole el desayuno a la cama; y aquella imagen desencadenó muchas otras. Recuerdos de Kyuhyun vestido con un traje gris el día de su boda, mirándolo con un brillo de orgullo y amor en sus ojos. De la fuerza con la que lo había abrazado cuando lo había levantado en brazos para cruzar el umbral de su minúscula terraza... Kyuhyun lo había llenado todo de flores: begonias, lirios, margaritas, rosas... Incluso había colgado guirnaldas en la cama, de modo que la primera experiencia sexual de Sungmin había tenido lugar bajo una bóveda de flores. Sungmin cerró los ojos. Kyuhyun debía amarlo entonces. Aunque ya sólo pudiera ofrecerle su rencor y su crueldad, debía estar enamorado de el cuando era su novio. ¿O no?, se preguntó con amargura. 

No debía pensar en eso, se dijo con firmeza. Las cosas no serían tal como las recordara aunque Kyuhyun estuviera con el. El resto de su vida no sería un lecho de rosas. Momentos como el que estaba sufriendo se repetirían constantemente. Sospechas, dolor, sórdidos descubrimientos sobre sus aventuras y la absurda pretensión de que todo marchaba correctamente. ¿Era eso lo que quería? Con un sordo gemido, Sungmin dejó la taza de té y enterró la cara entre las manos. 

No —se contestó en voz alta. Quería algo mejor que eso para el mismo y para el niño. 

Sungmin no supo cuánto tiempo permaneció sentado en aquella posición, pero cuando volvió a beber un sorbo de té, lo encontró frío y amargo. Oía los ruidos propios de la noche. El tictac del reloj del vestíbulo, y el susurro de las ramas de un árbol que golpeaban contra el cristal de la ventana del comedor. Sungmin siempre había pensado que había que podarlo, o incluso arrancarlo. Bueno, sería Kyuhyun el que lo hiciera, porque el no pensaba quedarse en aquella casa ni un día más. 

Al pensarlo sintió una punzada de dolor. Desde que Kyuhyun había vuelto a su vida, un ciego y estúpido optimismo le había hecho aferrarse a la esperanza de que las cosas podrían ir bien entre ellos. Qué iluso había sido. Pero ya había llegado el momento de empezar a pensar en su futuro.