El cumpleaños de Viviana - Narra Ren

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— Tu amnesia, no es una amnesia al uso — Me dice Samael sacándome de la inopia —Si lo fuera, podría utilizar la clarividencia para ver tu pasado, pero no hay nada, es como si hubieras empezado a existir el día que te encontramos, sin embargo, pareces tener algunos recuerdos. Tengo una mala noticia que darte Ren, lo siento.

— ¿Mala? — Me pongo en lo peor mientras solo alcanzó a pronunciar esa palabra.

— Bueno, mala mala, lo que es mala, espero que no, depende de ti — dice Samael recuperando su sonrisa maliciosa — Estarás bajo mi supervisión, estoy seguro de que eres una pieza relevante del puzle que se avecina. Eso significa que estaremos muy juntos, así que espero haberte caído bien

—Bien, pero con una condición, tienes que decirme tu edad — le respondo con sorna al darme cuenta de que la mala noticia no suena mala en absoluto.

—No se le pregunta la edad a un iluminado ¿Sabes? — Samael ríe a carcajadas — 158, Ren, tengo 158 años, casi ninguno, lo sé.

Después de decir esto, Kai entra con una tarta de tres pisos de color rosa y blanco en los bordes repleta de velas, ayudándole a sujetarla hay otro niño que parece ir vestido de detective, de todos modos, empiezo a sentir un deseo primitivo, uno al que ningún hombre podría decir que no, una tarta, demonios, es la primera cosa buena del día, y mi lengua y yo teníamos muy claro que nos íbamos a poner a trabajar. La tripa me ruje y pide comer, a saber cuánto hace desde mi última ingesta.

La tarta en cuestión es de color marrón en su parte superior, con unas cuantas rosas de nata sobre ella, en sus capas se ven partes rosas y otras azules, además de varias decoraciones comestibles pegadas, todas ellas con personajes de dibujos animados. La tarta tiene en su parte superior escrito en algún tipo de sirope «Feliz cumpleaños Viviana» y dos velas que forman el número 18, aunque claramente la vela del 1 no pertenecía a esta tarta y ya ha sido encendida antes.

—Bueno, es lo que había en la cocina, Viviana cayó enferma y la tarta se quedó allí. Oh, el jefe de cocina dice que si sobra algo lo devolvamos— Dijo el chico vestido de detective. —¡Oh! Donde quedan mis modales, mi nombre es Alex, semi-iluminado de la indulgencia y capitán de inteligencia de la Akademia.

—Bueno, me encontró por el camino y al enterarse de que Puzle se había despertado insistió en venir a verlo— Explicó Kai mientras cortaba porciones de tarta y las distribuía en platos pequeños.

—¿Quién es Puzle?— Pregunto mientras mis manos se posan suavemente en el placer prohibido de una tarta de cumpleaños.

—Perdón Ren, tu eres Puzle, no sabíamos tu nombre y como no paraba de repetirles que tu serias la pieza que haría cambiar todo empezamos a llamarte así— Me dice Samael mientras me pone la mano sobre la rodilla en busca de mi perdón. A pesar de su personalidad alocada y misteriosa, parece que Samael se preocupa genuinamente por mi estado anímico, eso me genera cierto malestar por algún motivo.

Le digo a Samael que no pasa nada y todos empezamos a disfrutar la tarta, Samael la devora incluso más rápido que yo y antes de que me de cuenta ya ha cortado una segunda porción. Me encantaría comer más rápido, pero parece que aun no tengo el estomago bien asentado y la tarta cae en él como una bomba, pese a todo, mi adicción al azúcar es superior. Parece que soy adicto al azúcar, o al menos, estoy convencido de que lo soy, esbozo una sonrisa por haber recordado un detalle y me adentro en el infinito mundo de posibilidades de un segundo trozo de pastel.

Tras 15 o 20 minutos comiendo y charlando de nimiedades el teléfono de Samael emite un pitido estridente, lo toma y lee algo en su pantalla. Acto seguido se levanta y le dice a Kai que tiene que irse, y que se lleva a Alex consigo, que le deja al cargo de enseñarme mi habitación. Una vez se han ido Kai recoge los restos de tarta restantes y los coge.

El chico del plenilunioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora