Prologo 2 - Narra 0089

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Me despierto contento para variar, pues desde hace un mes y medio la sargento Kamkinstuar, a quien habían vuelto a ascender y ahora era Suboficial, había impuesto que el día de nuestros cumpleaños, no tendríamos que trabajar y podríamos tomarnos el día libre, reviso mi reloj, son las ocho de la mañana, he dormido mucho más de lo habitual, y lo mejor es que es sábado, así que encadenaré el día de hoy con el domingo.

Me visto y salgo de mi habitación, una vez fuera hay un instructor esperándome, me pide que le siga y caminamos al piso de arriba, que está prohibido, pues allí duermen los instructores. Seguimos subiendo hasta un cuarto piso, allí no tengo ni idea de que hay, caminamos por un pasillo lleno de puertas hasta que finalmente entramos en una con un cartel en el que pone ''sala de reconocimiento'' entramos y allí esta la Suboficial Kamkinstuar.

La Habitación tiene una camilla con una sábana de papel encima, las paredes son blancas, aunque la pintura se cascarilla en algunas partes revelando el cemento de debajo, hay una mesa con una silla con varios papeles desperdigados sobre ella y un ordenador viejo, el instructor que me ha traído cierra la puerta tras de mí haciendo un rechinar terrible y se coloca frente a ella, recto.

—Desvístete 0089, vamos a tomar medidas y después iremos a desayunar un pedazo de tarta ¿Qué te parece?— Me dice la Suboficial Kamkinstuar con voz dulce. —Es un nuevo procedimiento que se debe realizar por las mañanas una vez al año, así que decidí que lo haríamos en vuestro cumpleaños, así podéis disfrutar de un día libre en una fecha señalada como esa.

—Muchas gracias suboficial, no nos merecemos tanto— Le digo esto y comienzo a desvestirme, una vez he doblado mi ropa sobre la camilla la Suboficial se acerca a mi con un metro, y comienza a tomar medidas de todo, mi nariz, mis brazos, mis piernas, incluso mis genitales y lo que miden cada uno de los segmentos de mis dedos, toma incluso nota de cuantas pecas y lunares tengo y el lugar donde se encuentran, luego utiliza un artefacto extraño para medir la circunferencia de mis globos oculares por ultimo toma muestras de varias partes de mi piel, me extrae sangre, me revisa la tensión, el azúcar y me realiza un montón de pruebas interminables más que no se identificar con certeza.

Después de alrededor de dos horas de escrutinio constante finalmente terminamos y puedo vestirme de nuevo, la Suboficial me acompaña hasta el comedor de la planta baja, nuestra planta y entra en la cocina dejándome solo en la habitación, miro por la ventana y veo a mis compañeros corriendo, hace sol y calienta con fuerza, hoy llegarán a la comida deshidratados, igual que ayer.

La suboficial sale de la cocina y trae dos platos con tarta y un par de cucharas de postre, uno de los platos tiene una porción al menos dos veces más grande que la otra, y es ese plato el que coloca frente a mi.

—No puedo aceptarlo Suboficial, tome usted la porción más grande— Le suplico.

—Tonterías, es tu cumpleaños, comete ese trozo, ¡es una orden!— La suboficial Kamkinstuar dice eso último riéndose y dando el primer bocado a su porción.

—Ayer hice esta red velvet en un rato libre que tuve por casualidad, ¿Qué opinas?— Me pregunta la suboficial tomando otra cucharada.

Pruebo la tarta, su dulzor me refresca la garganta y hace que abra mucho los ojos, el estómago me ruge exigiendo más, trago y me quedo en blanco, miro a la Suboficial y le digo sin cuidar demasiado mis formas: —Esta deliciosa, tus artes culinarias siempre sorprenden, Suboficial Kamkinstuar.

Paso los siguientes 10 minutos comiendo, la Suboficial termina su trozo rápidamente y se queda el resto del tiempo mirándome, apenas noto su mirada puesta en mi, nunca nos hemos preocupado por ella, cuando los instructores se acercan es normal sentir miedo, en ocasiones te castigan sin motivo aparente, pero no es así con la Suboficial, ella siempre se ha portado bien con nosotros.-

Un instructor entra en la sala y se acerca a la Suboficial, ella se levanta y dicen algo en voz baja que no alcanzo a escuchar, la Suboficial me dice que vendrá en 15 minutos y ambos salen del comedor. Me quedo sentado sin decir nada, el tic tac de un reloj al otro lado de la sala comienza a volverse insoportable y me doy cuenta que un dia libre sin 0001 y 0134 no es tan estimulante.

Escucho unos pasos en el pasillo, la goma de las botas rechina con fuerza con cada paso, un instructor alto entra en la sala, todos le llaman ''Botas'' porque es tan alto y tiene un pie tan grande que lleva un modelo de calzado distinto al resto. Botas se acerca a mí a paso ligero y me hace un gesto para levantarme.

—Que tenemos aquí, alguien ha decidido escaparse al comedor cuando debería estar corriendo, y dos platos de tarta nada menos, te habrás quedado a gusto ¿no 0089?

Decido no tratar de explicar la situación, con eso solo lograré empeorar las cosas, de modo que agacho la cabeza e intento pensar en una forma de explicar la situación sin explicar la situación, no tengo claro de si es mejor mencionar que es mi cumpleaños o que vine aquí con la Suboficial, decido optar por lo primero.

—Hoy es mi cumpleaños señor, por eso...

No me da tiempo a terminar la frase, coge el plato en el que la suboficial había tomado su parte y lo estrella contra mi cabeza, haciendo el plato añicos, noto un reguero de sangre cayendo por mi frente lentamente, no debe ser una herida seria, pero mi cabeza da vueltas por unos segundos.

—Esto es lo que pasa cuando crees que tienes derecho a celebrar un cumpleaños, la escoria tiene que trabajar para ganarse un futuro con cumpleaños, incluso aunque seas un doble digito.

—Perdón instructor, tienes razón.

Apenas termino la frase me arrepiento de haber continuado hablando, coge su porra y la golpea contra mi costado, pierdo el equilibrio y caigo de rodillas, la sangre que mana de mi cabeza llega a la comisura de los labios, y el sabor a hierro me asquea, me da 3 golpes más en la espalda con más fuerza que antes, con cada uno contengo un quejido. Después me agarra de la cintura del pantalón, por la parte trasera, tira de mí y me lanza al suelo.

Coloca su pie sobre mi trasero y aprieta, la presión en mis genitales hace que finalmente dejé escapar un pequeño grito y trato de cambiar mi postura para distribuir la presión de otra forma lo cual solo empeora la situación derivando gran parte del dolor a mis lumbares. Escucho la puerta del comedor abrirse y la Suboficial se acerca a toda velocidad. Botas no la oye y la tiene de espaldas, está demasiado ocupado insultándome. Cuando nos alcanza ella le propina un tortazo a la altura de las costillas con más fuerza de la que parece, lo que provoca que Botas cambie de objetivo, quiero creer que no se dio cuenta de era la Suboficial quien estaba detrás de él, porque se giró y lanzó un derechazo contra ella.

La suboficial no tiene un cuerpo demasiado atlético, recuerdo que un tipo al que 0001 decidió matar un domingo hace 4 meses la llamó ''la gorda'' (Que en mi opinión no es para tanto) qué fue lo que hizo que todos le odiaran, porque todos queremos a la Suboficial. Mide alrededor de un metro setenta, y tiene una melena marrón peinada en una trenza tras de ella, suele llevar algún pin en su uniforme, ella dice que se los hacen sus hijos y tienen forma de corazón, estrellas y otras gilipolleces del estilo.

Cuando pensaba que Kamkinstuar iba a salir volando, porque a fin de cuentas, estaba recibiendo un puñetazo de un tipo de más de dos metros, me sorprendo al ver que ella para el golpe con la palma de su mano. Su cara cambia a una que nunca he visto, tira de el brazo de Botas a la derecha y luego a la izquierda tan rápido que le parte el cuello, y a juzgar por el sonido, varios huesos más. Después de eso la Suboficial me llevó a la enfermería, y nunca más volvimos a ver a Botas. 

El chico del plenilunioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora