Powdered Sugar. | ranpoe

The Morning After

Ellos están de vuelta para más.

Edgar Allen Poe se despertó a la mañana siguiente con el canto de los pájaros, la luz del sol entrando a través de sus cortinas y, menos hermosamente, su amado Ranpo roncando a su lado. Anoche fue un latigazo de eventos, parando para descansos rápidos de vez en cuando y finalmente acomodándome para dormir alrededor de las 5 am. Ahora era mediodía, para consternación de Poe, y sabía que Ranpo se había saltado el trabajo para dormir. Típico.

Poe miró la forma debajo de las sábanas junto a él. El pecho de Ranpo subía y bajaba lentamente, se enroscaba y se recostaba de lado, un charco de baba en la almohada mientras roncaba. La forma en que la luz iluminó su cabello negro con un brillo dorado fue francamente angelical. Poe sonrió, inclinándose y presionando un suave beso en la frente de Ranpo.

—¿Eh... qué?— balbuceó Ranpo, despertando lentamente de su sueño pacífico con un bostezo.

Lentamente se incorporó, vistiendo nada más que una de las camisas de Poe, y estiró los brazos sobre su cabeza, revelando una parte de su barriga. Frotándose los ojos, se pasó los dedos por el pelo mientras Poe le besaba las mejillas.

—Buenos días, Poe.— Hizo gárgaras.

Ranpo no era una persona mañanera en lo más mínimo, pero aun así mostró su sonrisa característica en la dirección de Poe. Poe le devolvió la sonrisa, su corazón derritiéndose dentro de su pecho. Ranpo era demasiado malditamente lindo.

Aún así, no pudo evitar reproducir los recuerdos de la noche anterior en su mente. ¿Quién diría que Ranpo podría devorar fácilmente seis donas, y mucho menos pensar en una idea tan loca? Ranpo parecía desfasado, mirando al vacío, inventando las ideas locas que siempre tiene. Poe pagaría lo que fuera necesario para echar un vistazo a la mente del detective, una mente que lo desconcertaba incluso a él.

Con un suspiro, Poe se levantó de la cama y se dirigió al baño para asearse para el día.

—¿Oye, Édgar?— Ranpo se quejó desde la cama, todavía envuelto en mantas. —¿Puedes hacer waffles esta mañana?

Poe suspiró. Él era, como si nada, un fanático de cada uno de los deseos de Ranpo. La noche anterior lo había demostrado.

—Seguro, Amor.— Poe respondió, antes de levantarse de la cama y caminar hacia la cocina.

Su cocina era grande, donde los dos detectives solían disfrutar horneando y cocinando juntos. Poe nunca se imaginó a sí mismo como una especie de "amo de casa", pero para su rival, estaba dispuesto a intentarlo. Abriendo la despensa, Poe examinó los estantes en busca de mezcla para panqueques, así como una botella de jarabe de arce. Los colocó en el mostrador junto a él y comenzó a preparar la masa de acuerdo con las instrucciones de la caja. No fue "casero" de ninguna manera, pero fue la intención lo que contó.

Añadiendo agua y mezclando a un tazón, Poe combinó el polvo para hacer una masa y lo vertió dentro de su waflera. Era de Poe, de Estados Unidos, y a Ranpo le encantaba cómo podía "convertir casi cualquier cosa en un waffle", según sus palabras.

Una vez que terminaron los waffles, Poe les puso un poco de mantequilla y cortó algunas fresas encima. ¿Fue exagerado? Más o menos, pero Poe sabía lo que le gustaba a Ranpo y quería estar a la altura de sus expectativas. Terminó el plato con una pizca de azúcar en polvo, lo que hizo que su pene se volviera loco. Con la noche anterior todavía en su mente, no estaba seguro de poder volver a mirar la sustancia de la misma manera. Agarrando la botella de jarabe y tratando de cubrir su vergonzoso sexo matutino, Poe se arrastró hacia Ranpo, ahora sentado sobre las sábanas, sin nada para cubrir su trasero desnudo, sonriendo con los ojos muy abiertos.