Prólogo

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Destrucción.

Gritos.

Fuego.

Aquella escena era todo un espectáculo. Había personas corriendo de un lado a otro, protegiendo a sus seres queridos mientras intentaban huir o esconderse en un lugar donde el caos no los persiguiera y atentara contra sus vidas. Su corazón se aceleraba, el terror invadía todo su cuerpo sin saber exactamente qué hacer para calmar todo ese desorden. Estaba ahí congelada mientras veía a lo lejos cómo los escombros caían encima de las personas, cómo un padre se interponía entre una criatura del abismo y su familia para protegerles hasta que un grito en la lejanía le hizo volver en sí.

—¡...mine! —se escuchaba a lo lejos. Volteaba a todas partes sin saber exactamente de dónde provenía la voz— ¡Lumine! —se escuchó con más claridad y por fin pudo localizar el origen de su llamado. Era Aether. Por un momento sintió calma cuando de pronto sus ojos se abrieron de par en par en cuanto notó cómo detrás de él había una deidad nunca antes vista. El horror volvía a invadir todo su cuerpo y, sin pensarlo, voló en dirección en dónde estaban, pero todo alrededor empezó a oscurecerse y entre más intentaba acercarse a ellos, más se alejaban de ella.

—¡Aether! —exclamó la chica antes de caer en la total oscuridad.



El piso estaba frío, su cabeza daba vueltas y sus ojos intentaban adaptarse a la luz que había a su alrededor. En cuanto enfocó todo con claridad, se levantó de un brinco al ver que debajo de ella había nubes. Creyó que estaba cayendo desde el cielo, pero podía estar sobre él sin caer. Miró a su alrededor y no veía a su hermano ni a la Diosa que había visto junto a él.

—¿Aether? —preguntó al aire. No hubo respuesta. Solo un silencio inquietante. Empezó a caminar en busca de alguno de ellos, pero después de caminar un par de minutos notó su reflejo enfrente suyo como si se estuviese viendo frente a un espejo. Se miró confusa y en cuanto la yema de su dedo lo tocó, se hizo añicos y estalló.

Lumine cayó al suelo, cubriéndose y en cuanto volteó, vio a su hermano en el otro lado del cristal.

—¡Aether!

—¡Lumine! —exclamaron los dos al mismo tiempo y corrieron a abrazarse— ¿Estás bien? —preguntó examinándola y notando que estaba ilesa.

—Sí, sí, estoy bien, ¿tú estás bien? —preguntó la rubia preocupada, viéndolo de pies a cabeza sin notar ninguna lesión.

—Lo estoy, tranquila —soltó un par de risas nerviosas— ¿Dónde estamos? —preguntó ahora viendo a su alrededor.

—No lo sé. Lo último que recuerdo es verte a ti junto a una deidad desconocida. Todo se volvió negro y de pronto aparecí aquí.

—Recuerdo lo mismo. Estaba buscándote y en cuanto te vi estaba a punto de ir contigo cuando sentí la presencia de la deidad detrás mío y solo recuerdo que todo se volvió negro.

—¿Quién es ella?, ¿cómo llegamos aquí?, ¿dónde estamos?, ¿dónde está Celestia?

Y antes de que el rubio pudiera responder a alguna de estas preguntas, otro cristal se rompió frente a ellos. Ambos se pusieron en posición de batalla, cubriéndose y ambos dedujeron que todo este tiempo estuvieron encerrados en un cubo de cristal, pero en cuanto los pedazos cayeron solo vieron más cielo a su alrededor y entonces la deidad desconocida apareció frente a ellos.

—Se parece a su hogar, ¿no es así? —preguntó una mujer con una presencia elegante y desafiante. Su cabello blanco largo cubría su cuerpo. Llevaba un vestido blanco con detalles rojos y una capa dorada.

—¿¡Quién eres!? —preguntó Aether a un lado de la rubia, gritando y desenfundando su espada.

—¿Esos son tus modales, jovencito? —preguntó la deidad entre risitas— Te estuve buscando por todos los mundos y finalmente te encontré. Por lo menos deberías agradecérmelo.

—¿Eh? ¿De... de qué hablas? —preguntó su hermano confundido, bajando un poco la guardia— No te conozco y no sé por qué nos tienes aquí, pero no te atrevas a hacerle algo a Lumine.

La deidad soltó una risa y, sin previo aviso, se acercó más a ellos, provocando que Lumine sacara su espada lo más rápido posible y se pusiera en la misma posición que su hermano.

—Soy la Protectora de los Principios Celestiales y he venido por ti —dijo apuntando a Aether, quien estaba totalmente confundido y viendo a su hermana con la misma expresión que ella.

—¡No sé quién seas y para qué viniste por mí, pero no te acercarás a nosotros! —gritó, tomando su espada con ambas manos.

—¿Ah, no? Entonces supongo que quieres saberlo por las malas —finalizó antes de que ambos empezaran a acercarse a la Diosa y que ella invocara un enjambre de cubos rojos para atraparlos a ambos.

—¡Aether! —gritó Lumine, soltando su espalda y sintiendo un dolor en su espalda. Notó que las alas de su hermano empezaban a desaparecer mientras su mirada estaba nublada, perdida viendo a la nada. Parecía ver algo que ella no podía mientras que el dolor se expandía por su espalda. Sabía que sus alas también estaban desapareciendo, pero eso era lo que menos le importaba en ese momento. De pronto se empezó a sentir mareada, pero intentaba con sus fuerzas mantenerse despierta.

—¿Y bien Aether? ¿Qué opinas? —preguntó la Diosa acercándolo a él y sonriendo de satisfacción ante su expresión de confusión. Sabía que Aether había vuelto en sí— ¿Aceptas tu destino?

Para Lumine era cada vez más difícil escuchar y ver con claridad. Después de escuchar aquellas preguntas, solo recuerda que su hermano volteó a verle y sus labios formularon la palabra "adiós". Lumine sintió cómo el miedo invadió su cuerpo e intentó zafarse, pero de pronto su hermano y la Diosa desaparecieron mientras un cubo rojo fue por ella y la encerró, haciéndola vivir ahí entre pesadillas que la atormentaron por un tiempo que no sabe con exactitud, pero que para ella se sintieron como años interminables hasta que un día despertó en medio de una playa donde comenzaría la búsqueda de su hermano.

A través del corazón | XiaolumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora