El sol empezaba a filtrarse por la ventana al igual que el viento que movía con delicadeza las cortinas, cuando de pronto la rubia despertó con la respiración agitada y sus manos temblorosas. Sentía su frente ligeramente sudada e intentaba calmarse mientras palpaba un poco a su alrededor sintiendo que estaba aún sobre la cama. Su mente se llenaba de muchas preguntas y flashbacks de lo que había soñado esta vez.
—¡Hey! ¿Estás bien? —preguntó una voz chillona a su lado, haciéndole sobresaltarse un poco y cerrando sus ojos y relajándose al reconocer que solo era Paimon.
—Estoy bien —respondió con la respiración más calmada y pasando sus manos sudorosas por su vestido para limpiarlas.
—¿Otra vez la misma pesadilla? —preguntó. Conocía ese tono de voz. Era la clase de pregunta que alguien hacía cuando sentían lástima por ella al no poder hacer algo al respecto. Cuando no podían hacer otra cosa más que escucharla.
—Sí... algunas veces hay cosas diferentes, pero todas son las mismas —soltó un suspiro y bajó los pies de la cama para tocar el suelo y así poder levantarse y estirarse un poco— En fin, no te preocupes, sabes que a veces suelo tener esas pesadillas.
—¡Sí! No dejes que eso te amargue el día —dijo Paimon con un tono alegre, intentando animarla y sacarle la vuelta al tema mientras daba una ligera voltereta— Además... ya huele el desayuno —sonrió mientras aplaudía alegremente.
—¿Cuándo dejarás de pensar en comida, Paimon? No puedo creer la cantidad de cosas que puedes comer siendo tan pequeña —bromeó la pelirubia, aliviada de que la peliblanca no hiciera más preguntas al respecto, mientras soltaba un par de risitas y buscaba su panza para picarla en modo juguetón.
—¡Hey! Yo vivo por la comida. Nací para eso y estar a tu lado —dijo Paimon mientras se acercaba a Lumine y la abrazaba.
—Vamos, Paimon. No te pongas tan cariñosa tan temprano —sonrió la pelirrubia, correspondiendo su abrazo para después separarse e intentar llegar a la silla donde dejó su espada— Vamos a desayunar —finalizó, enfundando la espada en cuanto llegó a ella.
—¡Yaaaaay! —exclamó con alegría y dirigiéndose a la puerta para abrírsela a la rubia y dejar que pasara.
—Gracias, Paimon —sonrió al salir de la habitación y sentir cómo los rayos de sol empezaban a iluminar su rostro, tomando una bocanada de aire fresco— ¿Y bien?, ¿a dónde quieres ir hoy?
—Démosle una visita a Diluc en la taberna y preguntarle qué novedades hay hoy —dijo después de meditarlo un segundo mientras la rubia asentía y juntas caminaban hasta el lugar.
A Lumine le gustaba caminar por las calles de Mondstadt porque siempre sonaban tan alegres y en paz. El aire era tan limpio que lo sentía en sus pulmones al respirar. Podía imaginar el lugar tan colorido y lleno de plantas. Aquel lugar lo consideraba como un hogar a pesar de haber llegado ahí hace una semana.
En cuanto llegaron, Paimon abrió las puertas para dejar pasar a la pelirrubia y así guiarla hasta la barra donde ya se encontraba el pelirrojo acomodando las cosas y limpiando para recibir a sus clientes.—¡Hey! ¡Diluc! —saludó Paimon mientras esperaban cerca de la barra— Hemos venido a saludarte y desayunar un poco.
—Buenos días, Paimon. Lumine. ¿Cómo durmieron? —preguntó Diluc, notando la presencia de ambas, dejando a un lado lo que estaba haciendo.
—Hola, Diluc. Hemos dormido bien, gracias. ¿Tú cómo estás? —preguntó Lumine con educación mientras sentía la presencia del pelirrojo.
—Bien, gracias por preguntar. Saben que no necesitan venir hasta aquí, pueden mandar a alguien y yo con gusto les llevo el desayuno hasta su habitación —respondió a modo regaño.
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A través del corazón | Xiaolumi
FanfictionMuchas personas suelen decir que lo que tocan lo convierten en cenizas, pero Lumine lo convierte en arte. Sin embargo, es un arte que nadie más puede ver, salvo ella, en su mente, pues desde su corta edad perdió la vista por razones desconocidas. De...