Capítulo I

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"Tu corazón impar

Siempre contra corrienteSolo se deja verCuando se va la gente"
Jorge Drexler

La luz del amanecer se asoma por la ventana a mi izquierda mientras el frío me hace temblar a un punto que ronda lo doloroso, pero al menos es una primicia de sentimiento. La caja se levanta inmutable delante de mí, es de un color caoba casi tierno, casi dulce, podría jurar que el árbol que haya muerto en nombre de este luto se entregó para envolver con su propio cadáver al de mi padre. Los invitados del velorio se han ido, algunos se están preparando para el entierro, otros no volveré a verlos hasta que algún pobre infeliz caiga fulminado por otro infarto.

¿Un infarto?

Ese grito del corazón que anuncia la muerte y te promete un descanso, pero no es posible que esa sea una respuesta genuina. No me dejaron verlo hasta que la morgue lo entregó a la funeraria, que se encargó de decorar lo que quedaba de su coraza. Podría jurar que sus ojos me habrían contado la verdad, al menos su versión de la historia, pero ahora están cerrados en un rostro plácido, casi sonriente, que parece dormir en medio de la silenciosa capilla. El repiqueteo de las gotas del techo cayendo desde semejante distancia hasta el suelo se convierte cada minuto más en la única constancia de realidad que poseo.

Una.

Dos.

Tres.

Silencio.

Una.

Dos.

Tres.

Y de nuevo el silencio, es breve pero el suficiente para escuchar a mis propios pensamientos arremolinarse sobre mi cabeza como las sirenas que tientan a Ulises por el mero deleite de derrotarlo. La canción del sereno que se derrama en el suelo siendo cada vez más acallado por el mundo exterior que empieza a despertar. Es increíble pensar en la cantidad de mañanas que me he levantado sin ser consciente del llanto de alguna hija huérfana que sentada en el suelo de una funeraria se pregunta si habrá hecho suficiente.

Los recuerdos se retuercen en lo más profundo de mis entrañas, la soledad sin duda alguna no favorece al revolvimiento de conciencia. Crecí sin una madre, en realidad nunca pensé demasiado en el hecho hasta que llegué a la adolescencia y deseé tener las palabras suficientes para describir el dolor de mi abdomen cuando se acercaba el momento de la menarquía, necesitaba una persona que me explicara la forma de mi cuerpo y las intenciones de los seres tan distintos que eran a mis ojos los varones. Con el pasar del tiempo me fui adaptando a la ausencia de una figura guía y aprendí a acercarme a papá con la misma confianza con la que confesaría a una mujer que quería saber más cosas de las que son cómodas de platicar con una hija joven y curiosa. Por su parte nunca recibí una reprimenda, incluso juraría que no soy capaz de recordar algún momento en que me hiciera sentir pequeña, avergonzada o insignificante, aunque puede que influya el hecho de que en este momento está frío en posición horizontal y la nostalgia se apodera de mi cuerpo.

Cuando aprendí a patinar, me sostuvo de la mano y me atrapó en todas las ocasiones en que llegué a necesitarlo. Siempre sabía atraparme, incluso cuando lo que se me caía a pedazos era el mundo. Por su parte viví una infancia poco convencional, a pesar de que en aquellos años juraba que era lo más normal que podía existir sobre la faz de la tierra, estaba rodeada de libros míticos y clásicos de la literatura occidental y africana, esperable en la casa de un historiador viudo aunque no tanto en la habitación de una niña. En los libros encontré los encantos de las figuras fabulosas de las que me apasionaba seguir aprendiendo, los mitos Fatuos que se desarrollaron desde Grecia hasta la mismísima Inglaterra del siglo XIX, los símbolos de animales guía que se interconectaban en culturas tan ajenas entre sí como la mexica y la latina, y la infinidad de cuentos e historias fantásticas que las páginas amarillentas que los libros antiguos podían brindarme fueron tejiendo un lugar de confort cálido para mi tierna mente en desarrollo. Acabé siendo una lectora voraz antes de cumplir los nueve años y me decanté por los mitos cuando alcancé los 15, y aunque actualmente estaba en vísperas de ascender a mis estudios universitarios una noche lluviosa de noviembre destruyó mi ilusión por seguir soñando.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2023 ⏰

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