capitulo 31

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Muevo los dedos de mi brazo derecho y es todo lo que puedo mover, Massimo ve fijamente mis dedos con las cejas arrugadas y yo siento que el corazón se me va a salir.

- ¿Te vas a poner las lentillas? - Me pregunta la enfermera y asiento.

Aquí está mi maldita estabilidad, por un momento pensé que todo iba a estar bien y fue lo más idiota que he pensado, solo fueron días de felicidad antes de volver a la mierda de donde no salgo por más que quiera.

Me da hasta algo de rabia ya, más que dolor es frustración, rabia e impotencia.

- ¿Qué haces? - Me pregunta Massimo y detengo los dedos.

- Fuera - Manda con voz dura y veo la ropa que trae.

Todos salen y deja la ropa negra en la cama, me ayuda a levantarme y una vez de pie trata de quitarme la ropa pero me echo hacia atrás por instinto o incomodidad, tal vez las dos.

- ¿Qué?

- No quiero que me veas. - Arruga las cejas.

- ¿Y quien más te va a cambiar? ¿Quieres que alguien más lo haga? - Niego y la incomodidad no se me va, me detalla y no me gusta pero no tengo otra alternativa. - Deja de llorar.

- Lo siento. - se acerca de forma más lenta y me limpia la cara pero niego.

- ¿Quieres ir a la casa del bosque? - Lo veo y me limpia la mejillas nuevamente.- Creo que dijiste que te gustaba ¿También lo cambiaste? - Niego. - Menos mal porque tienes un pésimo gusto y a esa casa le puse mucho empeño. - Sonrío mínimamente y me da un beso en la frente calmando un poco lo que sentía.

Comienza a vestirme y noto como trata de no detallarme, no tiene ni idea de cuando lo agradezco. La camisa no me queda bien en el cuello y el ni cuenta se da, está muy serio y solo Dios sabrá que atrocidades pasan por su cabeza.

- Espera - se detiene y resoplo cuando no puedo arreglar el cuello de la camisa - El cuello - Antonio lo arregla y comienzo a mover mis dedos de nuevo.

- ¿Que? - los ve y los detengo.

- Nada - Me muestra una sudadera y asiento - ¿Anastasia?

- Con Anker - Mi cara muestra el desánimo - Tranquila.

- No la puedo cargar, lo siento no es que me queje solo que...

- Tranquila - vuelve a decir y besa mi frente nuevamente.

Se aleja de mi de golpe y hace una expresión de asco ¿Le doy asco? Yo también lo haría, estuvieron adentro de mi y de la nada me viene una arcada haciendo que apriete mis labios.

- ¿Quieres vomitar? - niego y el estómago se me revuelve - Si quieres algo dilo. - Asiento.

Se acerca a mi cuando el avión hace su descenso, me sostiene por las caderas y con una mano lo aprieto cuando el estomago se me vuelve a revolver.

- Me estás apretando - Me ve la mano y lo hice tan inconsciente que no me había dado cuenta.

Muevo mis dedos y lo que me preocupa es el otro brazo. Suelto el aire mientras me pego a su pecho y Massimo entra con la misma seriedad de su padre.

- Llegamos - se va dejando la puerta abierta.

- ¿Y si no los vuelvo a mover? - Pregunto y niega.

- No seas negativa, ahora no es momento.- Habla y asiento por inercia.

- ¿Me das un beso? - Pone su frente contra la mía ¿Le doy asco?

No pregunto porque simplemente no quiero saber la respuesta, toma mi cara y une nuestros labios, no hay desesperación pero si cierta aflicción.

Fingida Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora