Capítulo 3: Perdida como un panda.

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¿Qué diablos es esto? Volví a mirar el celular y el mensaje de Noah seguía ahí. No me hice esperar y contesté.

No me hace ninguna gracia, Marc. Con la muerte no se juega.

Sarah.

Enseguida volvió a sonar.

No sé de qué estás hablando, pero te aseguro que no soy Marc. Él sigue durmiendo como tronco en el otro cuarto.

Noah.

Revisé el mensaje varias veces, alguien tenía su celular y me estaba gastando una broma. Me levanté hecha una furia, esas cosas no se hacían, no se jugaba con el dolor de los demás. Me puse un buzo sobre el pijama, hacía frío, algo raro para estar en junio. Pero el clima estaba loco. Cualquier cosa podía pasar.

Salí de mi cuarto, camino al de Josh. Golpeé la puerta muy fuerte y abrió Rose. Rose y mi hermano se estaban dando un tiempo, no entendía qué hacía ahí.

—¿Qué haces aquí? —pregunté demasiado sorprendida tal vez.

—Vengo todos los viernes a quedarme, ¿te hicieron cortocircuito los cables? —ella y yo no nos llevábamos del todo bien.

—Pero ustedes ¿volvieron a estar juntos? —balbuceé —¿podrías llamar a mi hermano? Es importante, necesito hablar sobre Noah.

—¡¿Qué pasa con Noah?! —gritó desde adentro. Me molestó muchísimo que hablara de esa manera tan despreocupada. Entendía que tal vez había recaído en Rose, pero fingir que nada pasaba era otra cosa.

—¡Que se murió, imbécil! —dos segundos después lo tenía frente a mí en la puerta.

—¿Qué has dicho?

—Que Noah está muerto— la garganta me picaba al pronunciar esas palabras. —¿O es que ya no lo recuerdas?

—A ver— dijo con parsimonia— acabo de prender mi teléfono y tengo por lo menos quince mensajes suyos, se lo nota bien vivito.

—¿Estás drogado? ¿Bebiste? ¿Esta loca te dió algo? —señalé a Rose y pareció ofenderse pero no dijo nada.

—¿Qué rayos te pasa a ti? —me preguntó él.

—Es obvio que están jugando con nosotros, Josh, alguien tiene su celular y nos está molestando. ¡Ayer mismo lo enterraron!

—¿Por qué mejor no bajas a la cocina, te preparas un buen chocolate caliente y te relajas. A ver si se te aclaran las ideas.

—No voy a beber chocolate caliente con estas temperaturas, pero si serás idiota.

—¡Hace un frío de morirse, tonta! —y me percaté de que estábamos con pijamas de invierno y él se cubría con un suéter verde. ¿Frío en junio? El calentamiento global estaba en todo su apogeo.

—Bueno— asimilé —pero eso no cambia el hecho de que Noah está muerto y lo estás negando como si nada. ¿Qué pasa contigo? Ayer estabas destrozado, ¿tan rápido lo superas? —Josh puso los ojos en blanco y me cerró la puerta en la cara. —¡Cobarde! —le grité enojada— ¡ojalá esa novia que tienes te vuelva a engañar!

Vale, tal vez había sido un poco fuerte decir eso, pero no podía comprender cómo actuaba así, fingiendo que nada había pasado. Que frío, de verdad estaba haciendo frío.

Baje las escaleras despacio, enojada y con mucha bronca. No voy a dejar que te olviden, Noah, no lo permitiré.

Mi papá descansaba sentado en el sillón de la sala, leyendo el diario y mi mamá de seguro estaba preparando su té en la cocina. Mamá adoraba el té, los tenía de todos los tipos; verde, negro, de frutos y no pasaba un día sin que tomara alguno. Si estás enfermo, toma un té. Si te sientes triste, toma un té. Si estás feliz, también toma un té. Era su solución para todo. "Nada como un buen té para sobrellevar los eventos diversos de la vida". Si, mi mamá era un poco hippie. Pero era muchas veces el contraste que necesitábamos en la casa.

Hasta el último instanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora