Capítulo 10.

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—Tranquila, Madd. Todo está bien. —Me consuela pasándome la mano por la espalda, yo intento resistir, pero es imposible y una pequeña lágrima cae de mi ojo.

—Me duele Tyler. —Le confieso, nunca me había abierto con nadie, -nunca- ni siquiera con William. Cuando te crías en una familia en la cual parece que le tienen aberración a las demostraciones de amor y mostrar los sentimientos, es lo que pasa.

Sin embargo, aquí me encuentro yo contándole a Tyler lo mucho que me duele la ausencia constante de mis padres.

—Lo sé, Maddie, lo sé. —Dice contra mi pelo sin dejar de abrazarme. —Sé que es duro no tener la presencia de tus padres durante tu vida, pero nos tienes a nosotros Maddie, nos tienes a Nick, que aunque esté pasando un mal momento, no dudaría en ayudarte; Tienes a Sam que te adora y que no puede pasar un día sin hablar contigo, tienes a Michael, que también se que te aprecia y sobretodo, Maddie, me tienes a mi. Y puede que nos peleemos, dejemos de hablar o tengamos nuestras discusiones por saber cuál es la mejor canción de The Smiths, pero siempre, pase lo que pase me vas a tener a tu lado.

Escuchar eso es como un bálsamo para mis heridas que consigue que me tranquilice y pueda intentar respirar por unos cuantos segundos sin ponerme a llorar.

—Lo sé, Tyler. —Respondo con la voz apagada y quebrada. —Pero no es fácil. A lo mejor tiene razón tú hermano y ellos no me quieren.

Mi voz cada vez está más quebrada y suelto un pequeño sollozo, Tyler se sienta en el suela y me coloca sobre su regazo, me quita las manos de la cara con mucha delicadeza y me mira con sus grandes ojos azules.

—No pienses en eso, mi hermano es un niño pequeño que no sabe lo que dice. —Comienza a decir. —Estoy seguro de que tus padres te quieren, y si no lo hacen, me entristezco por ellos, ya que están perdiendo a la mejor persona que existe.

Lo miro a los ojos y veo en los suyos una gran calma y delicadeza que hace que comience a tranquilizarme. Se que en el fondo, mis padres me aprecian –o por lo menos eso demostraban cuando era pequeña– pero también me gustaría que simplememte se preocuparan porque esté bien.

No digo nada más, aunque miro a Tyler a los ojos agradeciéndole por sus palabras, me quedo aferrada a él durante bastante tiempo y por un momento, dejo de pensar en todo, dejo de pensar en mis padres, en acción de gracias, en mis fallos y aciertos... solo pienso en estar abrazada a Tyler.

Después de unos cuantos segundos que se me hacen eternos, Tyler se separa de mí y me encantaría decirle no, no lo hagas, quédate conmigo y no me dejes, pero tampoco quiero atosigarlo.

Él se acerca a mí y me aparta el mismo mechón de antes de la cara, me lo coloca tras la oreja y hace un gesto que me enternece el corazón, me da un pequeño beso en la frente y me rodea los hombros con sus grandes brazos.

—Hasta llorando eres preciosa. —Dice y yo esbozo una pequeña sonrisa.

—Eso lo dices para que no esté triste.

—Créeme que no, si hubieras estado como un panda te lo hubiera dicho. —Dice y yo suelto una pequeña risa.

—¿Quieres que te enseñe mi cuarto?. —Dice y yo le miro con una ceja enarcada, a pesar de que la atracción entre nosotros es más que notable, ahora mismo no me siento con ganas de hacer nada.

—Tranquila, por una vez, no tengo intenciones pervertidas.

—¿Seguro?, tú siempre tienes intenciones pervertidas. —Afirmo y él esboza una sonrisa divertida.

—Tienes razón, pero ahora voy a intentar ocultarlas.

Sin dejar de rodearme el hombro con sus grandes brazos, ambos nos dirigimos hacía la puerta del baño y salimos de ella. Llegamos hasta el lado opuesto del pasillo, y vemos tres habitaciones que no había visto antes.

Tardes de Noviembre [Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora